"Una soldadesca desenfrenada atropella a los habitantes de es noble ciudad, sin detenerse ante la avanzada edad de los que imploran, ni ante la virtud de las que huyen; el saqueo y el incendio cual ennegrecido sudario, cubre la ciudad al mediodía del 31 de agosto de 1813, en que empezó el asalto, contándose más tarde en las estrechas calles, quinientos muertos y en los provisionales hospitales, mil quinientos heridos, de parte de los anglo-lusitanos. Más de nueve décimas partes de la población quedó convertida en cenizas, , perdidas todas las fortunas, sacrificadas todas las inocentes criaturas, saturada de sangre y oprobio, aquella soldadesca se entrega al saqueo, llevando caballerías cargadas de objetos a los buques surtos en Pasajes.
No hay frases posibles para consignar aquel desastre, ni pluma que describa aquel horrendo crimen"
De aquel montón de ruinas, salió la reacción. Fue en Zubieta donde reunidos un grupo de supervivientes de la tragedia, acuerdan levantar la ciudad, para que volviera a ser lo que fue. De aquellas actas de Zubieta tomo este párrafo:
"Convino la reunión en que instando la magnanimidad de sus antepasados, sin abatirse por la espantosa calamidad presente se debían poner todos los medios imaginables para la más pronta repoblación de la ciudad; y considerando que el medio más eficaz de que no se disperse y emigre a otras provincias la parte del vecindario que se ha salvado de la furia de los anglolusitanos y de conservar siquiera los templos y algunas casas, atraer a los habitantes, reedificar y conseguir del gobierno algunos auxilios; es la creación de un Ayuntamiento que reúna la voz, representación y derechos de todos los vecinos y llene el nombre de la ciudad de San Sebastián, para que suene su existencia política, ya que ha desaparecido la física, por su quema total, resolvió de común conformidad, y ante todas las cosas escribir un propio a la Diputación que reside en Tolosa, la carta que firmaron todos los que componen el congreso".
El primer paso estaba dado en Zubieta. Luego vinieron los siguientes y de las cenizas que dejó el asalto y quema de la ciudad, nació otra nueva encerrada también en sus murallas pero que pronto las derribó para poder mostrar al mundo que los donostiarras no se consideraban vencidos por una soldadesca desalmada.
KOXKAS - R.M. - DV - 30 AGOSTO 1998
No hay comentarios:
Publicar un comentario