domingo, 22 de mayo de 2022

LA FIESTA DE SANTA RITA

 La fiesta de San Rita


Ahora, la fiesta de Santa Rita y Santa Quiteria pasa como de puntillas, sin ruidos, sin algazara fuera del barrio de la Jarana. Hace un siglo era diferente, y aunque el escenario principal era el muelle y algunas calles de la Parte Vieja, allí se daba cita medio San Sebastián. Vea el lector cómo se celebró el 22 de mayo de 1890, según el periódico del día siguiente.

En el portalón estaba colocado el altar con Santa Quiteria rodeada de flores cogidas en la isla con el exclusivo objeto de adornar todo lo posible el sitio. De un lado a otro de la calle del Puerto cruzaban cuerdas a las que estaban sujetas las banderas de distintas matrículas.

El muelle tenía aire de fiesta. Contribuía a ello la fortuna que tuvieron los pescadores las vísperas, con las capturas conseguidas en el mar. Apenas saltaban a tierra los que salieron a la pesca, tomaban parte en el regocijo general, animando con sus bromas el alegre cuadro que presentaba el muelle y alrededores.

A las 11 de la mañana los tamborileros comenzaron sus redobles y la gente joven el baile, que se prolongó hasta mediodía. Hubo un tiempo de tregua y a las 4 fue cuando la fiesta comenzó a estar en su apogeo. A esa hora se dio suelta al buey que proporcionó al público emociones sin cuento a cambio de algunos revolcones. El animalito no era de los peor intencionados y se conformó con acercarse a los grupos sin proporcionar averías mayores entre la concurrencia.

En vista de que el buey no causaba mayores alarmas, fue retirado y dio principio el escudantza. Salieron las parejas, comenzaron a funcionar los tamboriles y dio principio el aurrescu. Continuó el baile y la broma y a las 8 una sección de la banda municipal desde el puente de la calle Campanario comenzó a ejecutar bailables que aprovechó la gente convirtiendo la calle del Puerto en animado salón de baile.

A las 11 de la noche terminaba la fiesta, todos los objetos que adornaban el altar eran retirados por sus dueños, la imagen de la santa era trasladada a la casa donde era guardada durante el año -a casa de Juanito, que era bañero en La Concha-, y los pescadores se distribuían por las tabernas y bares. A medianoche no quedaba en la calle del Puerto la menor señal de que allí se hubiera celebrado la fiesta, a la animación y el ruido había sucedido el silencio, únicamente interrumpido de vez en cuando por las pisadas de algún pescador que se dirigía a su barca, cargado con los aparejos necesarios para la pesca.


R.M. (20.05.1995)


VERSOS EN EL DÍA DE SANTA RITA

 Versos en el día de Santa Rita


LA fiesta de Santa Rita de 1897 inspiró al poeta de turno unos versos que publicó en 'La Unión Vascongada' y de allí los copio:

«Hoy la gente muy ufana/ acudirá al muelle presta, / porque celebra su fiesta / el barrio de la Jarana. / Hoy divertirse es factible, / yendo a esta fiesta / al pedir a Santa Rita / alguna cosa imposible. / Y hoy todo el que tenga empeño, / puede en el muelle bailar./Hoy irá la gente seria / y con mucha devoción/ echará en el portalón, / un perro a Santa Quiteria./Y hoy mucha gente de mar,/ bailando al son. del chun-chun,/saltará más que un atún / acabado de pescar.

Hoy veremos chicas tiernas/ en alegre reunión, / dándose un buen atracón / de sagardua y lampernas. Y cuando el velo se corra/ de la noche, en lontananza,/presenciaremos la danza/del crac-crac y la moskorra. /Los pescadores, danzar/piensan bastante esta vez:/ ¡y no faltará algún pez / que también vaya a bailar! / Aquello será un Edén: /nadie hará papel de fraile, / la Chacu puede que baile / y la Mainazi también. / Las pescadoras barbianas/derrocharán su salero/ y puede que la chapero eche al aire un par de canas.

Y si acaso los demonios / no se ponen a estorbar, / hoy se van a concertar/lo menos diez matrimonios. / Yo conozco a un pescador que en los veinticinco raya,/y que busca a la escongaya/ que baile más y mejor. / Y sé de una chica grúa / que por novio aceptará / a cualquiera mutillá/ que haga bien el pandangúa./ El que tenga gusanillo /lo matará, si no es bobo. / Para esto, no hay en el globo / nada como el 'Globulillo'. Todos estarán holgados; / no

habrá allí bandos ni leyes, / y se soltarán tres bueyes / para los aficionados./Para la gente euskalduna / habrá cuernos por demás;/y al anochecer, quizás / saque los cuernos la Luna.

Deje, todo el que alborota, / a la santa quietecita / ¡no sea que Santa Rita/se convierta en Santa Rota. Mas los que buscan embites,/por si ocurre cosa seria / recen a Santa Quiteria, / abogada de los quites.

Hoy se divierte con suerte/ de la Jarana la grey.../y si a uno le coge el buey.../¡ése si que se divierte!

Aquel año hubo tamboril desde las 10 de la mañana; en el portalón estaba engalanada la imagen de Santa Quiteria; se corrieron cuatro cornúpetos, el segundo de ellos penetró en la taberna de 'Amu' y el tercero en la de Ignacio, con el consiguiente susto de los que allí había; se bailó el 'Arin-ariñ' y la animación no decayó en todo el día. Habrá quien lo eche de menos.


R.M. (23.05.1998)


sábado, 21 de mayo de 2022

SANTA RITA Y SANTA QUITERIA

 Santa Rita y Santa Quiteria


LA fiesta de Santa Rita y Santa Quiteria era muy celebrada en el muelle por los pescadores; en el portalón se levantaba un altar con la estatua de Santa Rita, colocándose a sus pies distintas clases de pescado. No faltaba la música y los bailes en el barrio de la Jarana. El periódico La Voz de Guipúzcoa publicaba en 1902 estos versos:

Según me han asegurado, /Santa Quiteria bendita / remite en sobre cerrado / esta carta a Santa Rita:/ Querida Rita: mañana / bajar un rato quisiera/ al barrio de la Jarana. / Quisiera que no lloviera, / pues ya sabes, Rita mía, / que es costumbre inmemorial / en tan señalado día / celebrar la fiesta anual/consagrada a ti y a mí / dando a la alegría suelta. /Te lo recuerdo por si / te place dar una vuelta. / Yo me propongo bajar de incógnito por supuesto,/ y al anochecer estar / de retirada en mi puesto.

Anímate, ya verás / qué jolgorio y alegría. /Te juro que pasarás divertidísimo el día, / pués con envidiable humor / el barrio de la Jarana / tira siempre en nuestro honor / la casa por la ventana. / Gente es que de diversión/se ve pocas veces harta, / y esta vez con más razón / porque abunda la bocarta,/ y cuando la mar, por suerte, / la pesca da en prodigar, /la Jarana se divierte/ y se alboroza ¡la mar!

Justo es pues, y de rigor / que se solace a sus anchas, / que harto ruda es la labor / que la depara las lanchas. / Animo, Rita y mañana / baja y no te pesará / a gozar de la jarana / que la Jarana armará».

Contestaba Santa Rita y decía: «Acepto de buena gana / tu invitación cariñosa/y al barrio de la Jarana,/si Dios no manda otra cosa / descenderé esta mañana. / Pues poco que disfruté / la última vez que fui. / ¡Poco que me divertí! / Ya no te acuerdas, o qué / de que estuvimos allí. Vi tu imagen y la mía / en un altar, entre flores / y entre la cera que ardía/ vi dos niños pescadores / que eran una monería; / vi también muchas banderas,/ y vistosas colgaduras/arrastrando en las aceras, /y numerosas figuras / con papalinas... de veras. / Gente piadosa que oraba,/ gente loca que reía,/ gente alegre que cantaba, / gente joven que bailaba, / gente vieja que bebía.

Se empieza por la mañana / a matar el gusanillo / bebiendo con o sin ganas / ginebra de la Campana / servida en el Globulillo./ Después, mientras dura el día / se bebe vino de Amu, / un vino que da alegría / (y a veces melancolía) /y a Dios le llama de tú./Sigue luego el bailoteo, / los cantos y chupinazos /y aunque no haya cañonazos / no es por falta de deseo / ni por falta de chispazos».

Terminaba Santa Rita diciendo que esto quitaba el mal humor a cualquiera.


R.M. (22.05.2001)


SANTA RITA Y SANTA QUITERIA

 Santa Rita y Santa Quiteria


La devoción a Santa Rita y a Santa Quiteria entre la gente del Muelle se pone de manifiesto en la fecha del 22 de mayo, cuando convierten el portalón en una capilla llena de flores, y además de rezar alguna oración y dar alguna limosna, organizaban -lo escribo en pretérito, pues ahora no hay mayores jolgorios- bailes y músicas en el barrio de la Jarana y las proximidades de la Parte Vieja.

Rita fue una santa romana que vivió en el siglo XIV, que después de haber enviudado ingresó en el convento agustino de Cascia. La tradición que une su nombre a las rosas y los higos arranca de los últimos días de la santa. Se hallaba ya enferma, agotada por los años y las penitencias, postrada en el lecho del dolor, cuando recibió la visita de una parienta que le consoló en sus sufrimientos. Al despedirse la preguntó si la apetecía que le trajera alguna cosa en una próxima visita y Rita la dijo que sí, que si podía la llevara higos y rosas.

La parienta pensó que Rita tenía ya fallos en la mente, pues estaban en los días de enero, en pleno invierno, resultaría imposible conseguir ni rosas ni higos. Pero al ir a su huerto, se encontró con que una higuera del mismo estaba con bastantes frutos en sus ramas y uno de los rosales que allí había mostraba unos botones de rosas a punto de abrirse. Lo atribuyó a milagro, y al día siguiente se presentó en el convento con las flores y los frutos.

Según refiere Luis Murugarren, las monjas agustinas del paseo de Hériz en nuestra ciudad solían repartir pétalos de rosa en el día de la santa, cuyo verdadero nombre era Margarita, procediendo el Rita de la aféresis de aquél.

Quiteria, que vivió en el siglo II, era hija de un príncipe gallego y la moza abrazó el cristianismo en contra de los deseos de su padre, que quería que la niña tuviera las mismas creencias religiosas que él. La pensaba casar con un noble de la época, pero la muchacha prefirió consagrar su virginidad a Dios, huyendo de su casa y refugiándose en un escondido valle de Gascuña. Se mantuvo firme en su fe rechazando la propuesta de su padre de volver al paganismo y por ello fue decapitada.

En el siglo XVII hay constancia de que en San Sebastián se la invocaba cuando había corrupción de aires o peste con una procesión fuera de las murallas.

Y para terminar, diré que la imagen que se coloca en el altar del portalón no es de Santa Rita ni de Santa Quiteria, sino de la Virgen de la Buena Guía, talla encontrada por los pescadores en el mar.


R.M.(25.05.1993)


SANTA RITA Y SANTA QUITERIA

 Santa Rita y Santa Quiteria


Desde tiempo inmemorial, el día de Santa Rita y Santa Quiteria, 22 de mayo, lo celebran nuestros pescadores y a la gente de mar se unen en esta devoción muchos donostiarras. No faltó ni la algazara ni la animación en la fecha citada del año 1897.

A primera hora de la mañana quedó instalado el altar que en el portalón levantan manos devotas con la imagen de Santa Quiteria. Las flores eran tan abundantes que casi no dejaban ver la imagen. Durante todo el día acudieron cientos y cientos de personas a rezar una oración pidiendo protección de la santa a los sufridos pescadores que tantos riesgos sorteaban en su trabajo. Y en la bandeja colocada en un lado del altar, muchos fieles depositaban unas monedas.

En el muelle reinó gran animación. El clásico tamboril anunció a primera hora la festividad que se celebraba y hasta la anochecida los músicos juglares tuvieron pocos momentos de descanso.

Por la tarde se corrieron cuatro bueyes ensogados, que habían costeado los concejales del Ayuntamiento. Aparecieron los cornúpetas en la calle de frente al Muelle (hoy, Mari) y cada uno de ellos recorrió durante veinte minutos dicha calle, la del Angel y la del Puerto, en medio de la algarabía que siempre acompaña a este festejo.

Copio de un periódico del siguiente día la reseña de la fiesta: «En la taberna que tiene Chempelar se coló uno de los bueyes, causando una sorpresa desagradable a los que en la misma se encontraban, pero especialmente a cuatro de ellos que, al ser embestidos por el cornúpeto, salieron huyendo, no sin observar que la mesa en que estaban despachando sabrosa merienda, caía a tierra a causa de los derrotes del animal.

El susto fue grande, pero mayor todavía el disgusto al ver por el suelo los manjares que destinaban a satisfacer el apetito que sentían».

Aquel bicho continuó causando caídas a los que querían improvisar unos pases como si fueran los dobles de Lagartijo, sobresaliendo entre todos un vendedor de periódicos que pese a los defectos físicos que tenía se ganó el aplauso de la gente por los arriesgadísimos capotazos que daba al cornúpeto.

De nueve a once de la noche hubo bailables, interpretados por una sección de la banda municipal y allí se vieron entonces, pese a la oscuridad de la hora, preciosos rostros de muchachas que danzaban sin parar.

Y así transcurrió el día de Santa Rita y Santa Quiteria de hace noventa y nueve años.


R.M.(22.05.1996)


VERSOS EN LA FIESTA

 Versos en la fiesta


Abundaban los poetas en San Sebastián hace un siglo y no faltaban sus versos en la fiesta de Santa Rita y Santa Quiteria. En 1890 Santa Quiteria escribió una epístola a Santa Rita y ésta contestó inmediatamente. Reproduzco parte de aquellos versos.

«Querida Rita: me irrita/ pensar que en San Sebastián/ nos llevan en comandita,/ en pos, mi querida Rita,/ de un humorístico afán./ Dicen que somos patronas/ de los pobres pescadores/ ipatronas...! icalumniadores!/ ¡no fuimos nunca personas/ que buscáramos favores!/ No fuimos a la estación/ a buscar un pasajero/ ni en agosto ni en enero/ para darle habitación/ por poquísimo dinero. Fue nuestra vida mundana/ de vidas santas estilo/ y no nos tentó la gana/ de ir a admitir a pupilo/ huéspedes en la Jarana./ Cuidado que es inventar/ por mor de desprestigiar... ¡Pues estaríamos monas/ ejerciendo de patronas/ entre la gente de mar./ En fin, Rita, que me irrita/ esa osadía maldita/ y acudo en alzada a Dios./ Espero ayuda, Rita/ protestaremos las dos/ y así a esas almas cristianas/ en una protesta seria/ diremos sin frases vanas/ que ni Rita ni Quiteria/ se metieron en Jaranas».

La contestación de Santa Rita fue inmediata. «¿No comprendes, inocente/ en tu candor virginal/ del que das prueba patente, que en la Jarana la gente/ es gente muy liberal?/ ¿No sabes que por lo mismo/ que tanta impiedad le abona/ se mofa con tal cinismo,/ pues la palabra patrona/ la inventó el liberalismo?/ ¿No sabes querida amiga/ que la gente donostiarra/ es gente que tiene miga/ y que se sube a la parra/ sin que nadie se lo diga?».

Santa Rita seguía diciendo que aquélla era gente pecadora, es decir pescadora sin ese, y continuaba: «Y por viejas tradiciones/ olvidan las santas leyes/ y más que en las oraciones/ piensan en correr los bueyes y en recibir coscorrones. Por la mañana no va/ a dejar en el cepillo/ una limosna ni na;/ va a buscar al Globulillo una ginebra hasta allá:/ y por la tarde esta gente/busca alegre y diligente/ en casa de Amu o de Amú:/ un vino muy excelente/ que a Dios le llama de tú;/ la noche la pasa en vela, rezando, dirás? ¡rezando!/ ¡un demonio! alborotando/ pues baila que se las pela/ y se las pela bailando./ Como ha tenido a placer/ merluza para vender/ la diversión les aguza:/ pero iay, Dios! para merluza.../ ila que hoy me van a coger!/ Ya ves si la cosa es seria/ para que pueda alarmarnos/ y casi, casi indignarnos, mas de estas cosas, Quiteria/ todo es hasta. acostumbrarnos»


R.M. (21.05.1995)


SANTA RITA

 Santa Rita


FIESTAS que ayer tenian muchísima asistencia de gente, hoy pasan casi desapercibidas, las tenemos olvidadas. Para nuestros antepasados eran celebradísimas. Muchos de sus descedientes ni han oído hablar de ellas. Si no fuera porque los periódicos en algún rincón de sus páginas aluden a ellas, ni sabían que se celebraban.

Así sucede con Santa Rita y Santa Quiteria, que hace años congregaba a toda la gente de mar y a muchísima que vivía lejos del puerto. Era una fiesta para todos los donostiarras y hoy día apenas son cuatro josemaritarras los que les recuerdan en su fecha y les honran en Portaletas con ramos de flores.

Vea el lector cómo se celebró la de 1894. El tiempo fue desapacible, pero ello no desanimó a la gente. El periódico «La Unión Vascongada» escribía el 23 de mayo:

La calle del Puerto lucía las vistosas banderas que simbolizan la alegría del barrio y en el portal del muelle la piedad y devoción de las vecinas del barrio de la Jarana y sus adyacentes, elevó un precioso altar en la que aparecía la imagen de la santa rodeada de flores y luces y al pie del mismo, en una mesita cubierta con blanco tapete, estaba la bandeja en la que los devotos y devotas depositaban su ofrenda a la patrona»>.

Tras la oración ante la santa, tal vez la limosna, venía la diversión. A las cuatro de la tarde y con asistencia de todo el elemento koskero, como no podía ser menos, se corrió un buey que había costeado de su bolsillo el alcalde accidental don Luis Calisalvo.

«Los 'muquizus' en correcta formación ocupaban las alturas de la muralla, último e histórico baluarte de nuestras veneradas 'koshkas', habiendo desaparecido con las modernas costumbres el tipo de 'muquizu' garrochero, tan magistralmente presentado en el inmortal cuadro de costumbres iruchulas, escrito por el festivo popular escritor don Marcelino Soroa en su zarzuela titulada 'Iriyarena'».

Esto escribía el periódico, que agregaba que la lidia duró media hora, no registrándose más que un ligero achuchón a un espectador que se cobijó huyendo de la 'fiera' en el estanco de la calle del Puerto.

Por la noche, la banda municipal, bajo los portales del barrio de la Jarana, amenizó la velada tocando bailables hasta las once de la noche, terminando con la jota, que tuvieron que repetir, siendo silbados los músicos porque no lo hacían por tercera vez.

A pesar de la afluencia de gente y de las abundantes libaciones, los agentes de la autoridad no tuvieron que intervenir, al no registrarse ningún incidente.


R.M. (21.05.1997)


VERSOS A SANTA RITA

 Versos a Santa Rita


No podían faltar los poetas para cantar la fiesta de Santa Rita y Santa Quiteria y un vate desconocido escribió en 1897 estos versos:

Hoy la gente muy ufana / acudirá al muelle presta / porque celebra su fiesta / el barrio de la Jarana. / Hoy divertirse es factible, / yendo a esta fiesta bonita'/ a pedir a Santa Rita / alguna cosa imposible.

Hoy irá la gente seria / y con mucha devoción, / echará, en el portalón, un perro a Santa Quiteria. /Y hoy, mucha gente de mar, / bailando al son del chun-chun, / saltará más que un atún / acabado de pescar.

Hoy veremos chicas tiernas/ en alegre reunión, / dándose un buen atracón, / de sagardúa y lampernas. / Y cuando el velo se corra / de la noche, en lontananza,/ presenciaremos la danza del crac-crac y la moskorra.

Hoy sabrán los jaraneses» escribir bien y me alegro. Aunque allí estorbe lo negro, iya acertarán a hacer eses!

Los pescadores, danzar / piensan bastante esta vez: / ly no faltará algún pez / que también vaya a bailar! / Aquello será un Edén: / nadie hará papel de fraile. La Chechu puede que baile y la Mainazi también.

Las pescadoras barbianas/ derrocharán su salero: / iy puede que la Chapero / eche al aire un par de canas! / La gente brava que alterna / ha de terminar el día / yéndose a Santa María (el que tiene la taberna).

Y si acaso los demonios / no se ponen a estorbar, / hoy se van a concertar / lo menos diez matrimonios. / Yo conozco a un pescador / que en los veinticinco raya / y que busca a la escongaya/ que baile más y mejor.

Y sé de una cicha «crúa»> / que por novio aceptará / a cualquier motillá / que haga bien el pandangás. / El que tenga gusanillo / lo matará, si no es bobo. Para esto no hay en el globo / nada como el “globulillo”.

Todos estarán holgados; / no habrá allí bandos ni leyes, / y se soltarán tres bueyes / para los aficionados. Para la gente euskalduna habrá cuernos. por demás, y al anochecer, quizás saque sus cuernos la luna. / Y si hay gente tan osada que ponga a la luna un tren, / yo aseguro que también / tendremos luna ensogada.

Deje todo el que alborota / a la santa quietecita. / ¡No sea que Santa Rita / se convierta en Santa Rota! / Veré al buey, tras unas rejas, / los cuernos, si es que el buey sale. / Si tenemos calei-cale, / le he de mirar las orejas.

Hoy se divierte con suerte / de la Jarana la grey... / y si a uno le coge el buey... / lése sí que se divierte!».


R.M.(22.05.1994)


VERSOS EN LA FIESTA

 Versos en la fiesta


HABIA más poetas hace un siglo que ahora, y no faltaban los versos en determinadas fechas, y una de éstas era la del 22 de mayo, fiesta de Santa Rita y Santa Quiteria, a las que el barrio de la Jarana celebraba todos los años. En 1897 publicaba 'La Unión Vascongada' estos versos de un poeta que se ocultaba tras el nombre de 'Periquete'.

“Hoy la gente muy ufana/acudirá al muelle presta/porque celebra la fiesta/el barrio de la Jarana/Hoy divertirse es factible/yendo a esta fiesta bonita/a pedir a Santa Rita/alguna cosa imposible./Y hoy todo el que tenga empeño/puede en el muelle bailar./Hoy irá la gente seria/y con mucha devoción,/echará, en el portalón/un perro a Santa Quiteria./Y hoy, mucha gente de mar/bailando al son del chun-chun,/saltará más que un atún/acabado de pescar.

Hoy veremos chicas tiernas/en alguna reunión,/dándose un buen atracón/del sagardúa y lampernas./Y cuando el velo se corra/de la noche, en lotananza,/presenciaremos la danza/del crac-crac y la moskorra/Hoy sabrán los jaraneses'/escribir bien y me alegro./Aunque allí estorbe lo negro,/iya acertarán a hacer eses!/Los pescadores, danzar/piensan bastante esta vez:/¡y no faltará algún 'pez'/que también vaya a bailar! 

Aquello será un Edén:/nadie hará papel de fraile./La Chechu puede que baile/y la Mainazi también./Las pescadoras barbianas/derrocharán su salero:/¡y puede que la Chapero/eche al aire un par de canas!

Y si acaso los demonios/no se ponen a estorbar/hoy se van a concertar/lo menos diez matrimonios./Yo conozco a un pescador/que en los veinticinco raya/y que busca a la escongaya/que baile más y mejor./El que tenga gusanillo/le matará, si no es bobo./Para esto no hay en el globo/nada como el 'Globulillo'./Todos estarán holgados;/no habrá allí bandos ni leyes/y se soltarán tres bueyes/para los aficionados./Para la gente euskalduna/habrá cuernos por demás:/y al anochecer, quizás/saque sus cuernos la luna./Y si hay gente tan osada/que ponga a la luna un tren/yo aseguro que también/tendremos luna ensogada.

Deje, todo el que alborota/a la Santa quietecita/¡no sea que Santa Rita/se convierta en Santa Rota! Mas los que buscan embites/por si ocurre cosa seria/recen a Santa Quiteria/abogada de de los 'quites' /Veré al buey, tras unas rejas/los cuernos, si es que el buey sale/Si tenemos calei-cale/¡le he de mirar las orejas!/Hoy se divierte con suerte/de la Jarana la grey.../y si a uno le coge el buey.../¡ese si que se divierte! 


R.M. (22.05.1997)


SANTA RITA Y SANTA QUITERIA

 Santa Rita y Santa Quiteria


LA gente del muelle, pescadores y marineros principalmente, celebran todos los años la fiesta de Santa Rita y Santa Quiteria. En 1902, un anónimo poeta local saludaba a las santas con unos versos que publicaba en el periódico La Voz de Guipúzcoa y que decían así:

«Carta que probablemente / tendrá a estas horas escrita/y enviará Santa Rita / con el carácter de urgente / a su colega bendita. / Acepto de buena gana / tu invitación cariñosa/y al barrio de la Jarana, / si Dios no manda otra cosa, / descenderé esta mañana. /

Pues poco que disfruté / la última vez que fue / Poco que me divertí! / ¿Ya no te acuerdas, o qué, / de que estuvimos allí? / Vi tu imagen y la mía/ en un altar, entre flores/y entre la cera que ardía, / vi dos niños pescadores / que eran una monería; /vi también muchas banderas /y vistosas colgaduras / arrastrando en las aceras, /y numerosas figuras / con papalinas... de veras. Gente piadosa que oraba, / gente loca que reía, / gente alegre que cantaba, / gente vieja que bebía. / Se empieza por la mañana / a matar el gusanillo / bebiendo con o sin gana / ginebra de la Campana / servida en el Globulillo.

Después, mientras dura el día / se bebe vino de Amu, / un vino que da alegría / (y a veces melancolía) / y a Dios le llama de tú. / Sigue luego el bailoteo, /los cantos y chupinazos/ y aunque no haya cañonazos/no es por falta de deseo/ ni por falta de chispazos.

Tiene razón; esto quita / el mal humor a cualquiera; / pero si se necesita / que no llueva, aunque lo quiera / esta milagrosa Rita / (como no lo ha de querer/si el ser amable me halaga, / pues por algo soy mujer), /¡lloverá como Orcolaga/anuncie que va a llover! / Tal fortuna le acompaña,/ goza aquí de influjo tal, / que consigue ¡cosa extraña! / en la corte celestial / ¡más que el Nuncio en la de España!».

Aquel 22 de mayo fue el primer día del mes que lució el sol y que los donostiarras pudieron arrinconar el paraguas. En el muelle hubo mucha animación y Santa Rita y Santa Quiteria fueron festejadas como manda la tradición. Hubo abundancia de bocatas y las pescadoras salieron a pregonar por las calles. No faltaron los cohetes y chupinazos, misa en vascuence en la iglesia de San Pedro y gente todo el día que pasaba por el portalón donde se había levantado el altar de siempre, adornado con plantas y flores.

No faltaron los bailes a los sones del clásico tamboril. Por la noche, una sección de la banda municipal tocó hasta las once menos cuarto y las pescadoras bailaron lo mismo una jota que un zortziko. Tampoco faltaron las pítimas... Como todos los años.


R.M.(21.05.2000)


SANTA RITA

 Santa Rita


LA fiesta de Santa Rita y Santa Quiteria se celebró en el muelle en 1927 de forma análoga que en años anteriores. En la iglesia de San Pedro se celebró una misa oficiada por el párroco don José Cendoya; era el aniversario de la muerte del popular 'Quirico', y en ella cantó el afamado orfeón de la Castaña, constituido por una selección de cantantes de la popular sociedad Gaztelupe, dirigidos por Sotero Irazusta, que interpretó, entre otras piezas, el Réquiem de Perossi.

La víspera, los arrantzales de los vaporcitos pesqueros trajeron 3.300 arrobas de bocarta, que se vendieron a precios que oscilaron entre cuatro y una peseta. De sardina no trajeron nada y de berdel unas 400 docenas, que se pagaron a 1,30 y a una peseta. Los atuneros no tuvieron un día muy afortunado, pues trajeron solamente un total de 13 piezas

Hubo animación y algazara aquel día de mayo en el bullicioso barrio de la Jarana. A las 5 de la madrugada, la simpática Joshepa Gorostola, guardadora fiel de la imagen de la santa, procedió, ayudada por otras personas del barrio, a levantar el clásico altar en el portalón del muelle, colocando a la santa entre flores y ramaje, no faltando ni los típicos muñecos vestidos de arrantzales' ni el plateado barquito, trofeo conmemorativo de una de las más reñidas regatas ganadas por los donostiarras tiempos atrás. Fueron innumerables las personas que, a lo largo del día, desfilaron ante el altar.

En el muelle y en todos los puntos a él cercanos reinó gran animación. Desde las cuatro de la tarde hasta las siete y media, el tamboril no cesó de amenizar la fiesta un solo momento, alegrando el barrio con sus notas, a cuyo compás bailaron jóvenes y viejos con infatigable ardor.

Las fiestas terminaron con los bailables que ejecutó de 9 a 11 en los soportales del barrio de la Jarana la laureada banda de música 'La Armonía'. En dicho improvisado salón de baile era poco menos que imposible dar un solo paso, tanta era la concurrencia. El hecho de ser aquel día domingo, hizo que la fiesta se viese mucho más animada que otros años.

En la sección 'De sol a sol' que todos los días escribía en 'La Voz de Guipúzcoa' Alberto Pedrosa, 'Asordep', se hacía eco de la fiesta, de los cohetes, de los bailables, de la generosidad de la gente que llenó de dinero la bandeja petitoria del portalón, y de que a lo largo del día no se registrara ningún incidente.

Hoy día se ha perdido la costumbre de celebrar a Santa Rita y Santa Quiteria, aunque hay años que se les coloca en Portaletas y se les adorna con flores y guirnaldas, a cargo de gente que vive en el Muelle.


R.M. (22.05.1998)

EL SEMANARIO "EL SINAPISMO"

 El semanario «El sinapismo»


Dardos envenenados que lanzaban en cada número los redactores del semanario satirico El sinapismo que se publicó en San Sebastián a comienzos del año 1889. Rianse ustedes de lo que luego escribirán otros semanarios de lucha que atacaban a derecha e izquierda, de «Las dominicales del libre pensamiento», «El frailazo» o «Tierra y libertad». Lo de la publicación donostiarra era artillería de grueso calibre en cada página, en cada artículo, en cada gacetilla. ¡Lástima que no se conserve ningún ejemplar en la Hemeroteca municipal, pues sería uno de los entretenimientos más agradables el volver a leer lo que los vitriólicos redactores escribieron hace cien años.

En su presentación anunciaba el semanario lo que iba a ser su linea editorial, su actitud frente la sociedad. «Señores: nosotros. somos una fórmula. En los tiempos que alcanzamos, donde las apariencias han sentado plaza de verdad, la audacia imponiéndose al mérito, la ignorancia al saber y al genio, la necedad como la desvergüenza vistiéndose de oropel, todo esto había de crear una reacción, había de excitar el sarcasmo, había de levantar contra si una protesta.

Y esto ha surgido como ensalmo, en frente de tanta iniquidad. Había de venir un misionero humilde, un colega de botica a poner remedio. Este misionero somos nosotros convertidos en papel mostaza a curar a la humanidad donostiarra de sus dolencias, mitigando los grados de calentura de algunos enfermos. Estará al alcance de todas las fortunas pues cada hoja de su autonomía, no costará más que diez céntimos»,

En el primer número aparecía la firma del Doctor Berruga -así, con- «be» que por si el lector no había comprendido bien los objetivos de la publicación volvía a repetirlos en un artículo que titulaba «recipe», es decir receta. Este señor, igual que el resto de los colaboradores de «El sinapismo», clamaba contra el caciquismo y contra los caciques. Decía que en la ciudad no había ni derechas ni izquierdas, ni liberales ni conservadores, ni republicanos ni monárquicos sino mangoneadores, y por eso el doctor Mostaza estaba dispuesto a aplicar el «sinapismo» para poner fin a aquel estado comatoso.

Aunque decía que su prosa iba a atacar a las ideas respetando a las personas, en un articulo llamaba melones a los concejales del Ayuntamiento donostiarra, entre otros calificativos parecidos: Y publicaba unos pareados inocentes e ingenuos, sin mucha gracia y creo que salvo el último dedicado a los farmacéuticos sin mucha intención, dedicados a los ediles de la época: «Es Altube, don Miguel, siempre un marido fiel. Va detrás Pepe Marqueze que a un portugués se parece. De muchacho Juan Iribas solía jugar a chivas. Hacen Vidaur y Tornero con las píldoras dinero».

Estaban a la orden del día los incidentes que sus artículos provocaban, En un número se decía de un determinado empleado municipal que contaba cuentos en las cuentas que hacia en el Ayuntamiento. Se presentó en lo que servía de redacción el hijo del funcionario atacado, pidiendo rectificaran lo que habían escrito sobre su padre. El «doctor Berruga» le contestó airado diciéndole que ellos no rectificaban, pues lo dicho, dicho estaba. La reacción del joven fue inmediata: comenzó a descargar bastonazos sobre el “doctor Berruga” que quedó malherido. No volvió a publicarse más «El sinapismo».


R.M.


UNA PREMONICIÓN

 Una premonición


Faltaban seis años para que la Reina Regente Doña María Cristina eligiera a San Sebastián como corte veraniega de España y los monarcas pasaban parte del estío en La Granja, y como si fuera una premonición, el perió dico El Liberals, de Madrid publicaba en 1881 una crónica que sería realidad poco después. Decia entre otras cosas:

«Realmente en España no hay una estación balnearia del tono y distinción de las francesas y alemanas. San Sebastián, con ser tan hermoso y tener aquella Concha inimitable, es mirado con desdén por una gran parte de los potentados y aristócratas españoles, y mayor aún es ese desdén a las demás poblaciones del Cantábrico.

San Sebastián es hoy por hoy la principal residencia de verano de España, en la que mayor número de elementos se concentran, quizás la más distinguida; pero no es está a la altura de esas estaciones extranjeras que despiertan la curiosidad de las principales familias españolas, que tantos alicientes reúnen para la gente de dinero, y de las cuales viene España siendo tributaria.

Está fuera de duda que si la Corte veranease en uno de los puertos de España, en uno de esos deliciosos parajes del litoral Cantábrico, en las Vascongadas, en Asturias, en la pintoresca Galicia, llegaría a formarse esa estación que hoy falta en España, con grandes e incalculables beneficios para la riqueza de nuestro país y satisfacción de los que hoy cruzan el Pirineo.

Podría residir la Corte en La Granja los dos primeros meses. de verano y en la costa los otros dos. ¿Qué sería preciso para ello? Construir un palacio en el litoral, que sería un real sitio más, en punto donde hoy no tiene ninguno la Corte en condiciones de habitabilidad.

Prescindiendo de los intereses de partido y de la política en general, hay que convenir en que la realización de este proyecto sería beneficioso para el país. Y digo proyecto, porque algo se ha pensado en tal sentido y trata de proponérsele al Rey. Creo que este pensamiento llegará a fructificar, pues quien lo ha ideado no suele arrojar al viento la semilla.

Desde luego se comprenden las ventajas que sobrevendrían al país. En derredor de este palacio a la moderna, parecido más bien a una villa de gusto inglés, que construiría el patrimonio de la Corona con fondos propios, levantaríase a seguida preciosos chalets y viviendas de todo género, que rivalizarían en gusto, jardines, parques ingleses, grandes y bien acondicionados hoteles como los de Suiza, teatros, salas de concierto, hipódromo, en una palabra brotaría una población moderna, bonita y elegante como esas que tanto abundan en el extranjero, bañadas por el océano o idealizadas por los lagos de Alemania y Suiza o por las nieblas del Rhin.

Triste cosa que en España sea casi indispensable la regia iniciativa, directa o refleja, para. realizar aquello que en otros países es patrimonio exclusivo de la iniciativa popular, del espíritu utilitario o del confort de la vida moderna. Toda esta colonia que desde La Granja se traslada ahora al extranjero marcharía con la Corte a respirar las brisas del mar después de haber respirado los aromáticos vientos de estas sierras. Quienes buscaran distinción, comodidades y belleza, allí. los encontrarían…”

Seis años después de publicarse este articulo, San Sebastián comenzaba a ser lo que su autor apuntaba con la Corte, con un gran casino, con villas y palacetes y años más tarde hasta con un hipódromo


R.M.

MANOLO MÚGICA

 Manolo Múgica


Un donostiarra auténtico, que llenó muchas horas del San Sebastián apacible de finales del XIX y principios del XX fue Manuel Múgica Galardi que, injusticias de la vida, pronto fue olvidado.

Había nacido el año que se aprobó el derribo de las murallas. y toda la vida la desarrolló en las proximidades de su casa, en la plazuela de las Escuelas. Fue en su actividad profesional interventor de la Fábrica de Tabacos. y administrador de fincas. Hombre campechano, abierto, amigo de los pescadores y de la gente sencilla, todos le querían.

En la Sociedad Coral, antecedente del Orfeón, lo fue todo. Secretario de la junta, hacía los recibos, extendía los oficios, escribía las actas, resolvía los problemas. No se contentaba con eso, pues además de cantar -y con la Coral lo hizo en Pau, París y Madrid- escribía la letra a los coros y hacía de payaso y pocos clonws profesionales trabajarían tan bien como Múgica, pues estaba dotado de una vis cómica única.

En la Fraternal, de la que también era socio, estrenó un primero de enero, día de los Manolos, una zarzuela que había escrito para la fecha, a la que puso música Manuel Bago, siendo los actores los Manueles -Mercader, Tornero, Márquez, Arrese,, actuando de telonero Manuel Umerez y de apuntador Manuel Mateu.

En unos carnavales se representó, esta vez en la Unión Artesana, otra zarzuela suya titulada «Sesión del Ayuntamiento», en cuya letra colaboró Praxedes Diego Altuna, escribiendo la música Manuel Bago y José Erviti. El éxito fue inmenso, se representó tres días y la Unión Artesana, además de nombrarles a los autores socios de honor les dio una parte de la taquilla, con la que estos organizaron una excursión a Burdeos.

Este éxito animó a Múgica que escribió también para la Unión Artesana una astracanada titulada “Lucas Gómez”, un disparate que protagonizó con la gracia e ingenio en él habitual el legendario y fabuloso Pepe Artola. Entre otras cosas que escribió hay que citar un monólogo «Lección de historia», chispeante, que hizo las delicias de los donostiarras y “Pésame y enhorabuena”, ésta en colaboración con Práxedes Diego Altuna, que la gente no entendió lo que amargó mucho a sus autores.

Además escribía graciosos artículos en los periódicos. Fue uno de los fundadores del semanario «La Galerna», y en sus páginas, con el seudónimo del «Galernazo» dejó numerosas pruebas de su ingenio, siempre fértil y agudo. En una ciudad pequeña, donde todo el mundo se conocía, se seguía con particular interés además de la política municipal, la vida y milagros, los sinsabores y venturas de los vecinos. Manolo Múgica hacía una crítica constante a todo, escribiendo versos alusivos a los grabados que ilustraban el semanario. A un caserío de Loyola que tenía una lápida por haber estado en él la Reina Isabel II le puso estos versos: «Histórico monumento/ o que al menos por tal pasa;/ se hizo histórica esta casa/ por cuestiones de momento».

Al morir el 22 de mayo de 1908 n periódico escribía de él: «Jovial, decidor y franco, fue el prototipo del verdadero joshemaritarra, castizo, de pura raza donostiarra que va desapareciendo muy lentamente»


R.M.


EL KURSAAL MARÍTIMO

 El Kursaal Marítimo


Casi veinte años después, en 1908, se presenta por el arquitecto don Enrique Maria Repullés y el ingeniero de Caminos don Eugenio Ribera un proyecto para dotar a San Sebastián de un Kursaal Marítimo, análogo a los que existían en Niza, Schewningen, Brighton y otros puntos del extranjero. Este Kursaal se levantaría en la bahía y en nada perjudicaría al tráfico marítimo, según se decía en la memoria.

El edificio tenía un puente de acceso que arrancaba de La Concha al final de la Avenida, igual que el proyecto anterior. Este puente tenía una longitud de 200 metros y una anchura de 15, yendo la rasante a 5 metros sobre el nivel del agua en las pleamares. En la entrada tenía dos castilletes laterales en los que estarían las taquillas para la expedición de billetes.

En el centro del puente iba una plazoleta con objeto de romper la monotonía, siendo de hormigón armado con elegante balaustrada y con vanos de 12 metros de luz. Iba montado sobre pilotes de hormigón, siendo el puente de este material, no permitiéndose la circulación de vehículos por esta pasarela. El presupuesto del puente era de 1.425.933 pesetas.

El edificio destinado a Kursaal Marítimo situado en la bahía al final de la pasarela, se hallaría en un punto donde el agua alcanzaba una altura de tres metros y medio en las mayores bajamares, pudiendo así atracar allí en todo momento embarcaciones de sport náutico. En su fachada frente al mar había dos embarcaderos, rodeando al edificio una amplia terraza que en su frente tenía 120 metros de longitud. Constaba el Kursaal de dos pisos. En el primero había un hall central, al fondo, mirando al mar, un salón café y a la derecha una gran sala de fiestas o teatro y a la izquierda un gran restaurante. En el piso principal había un salón central y a la derecha e izquierda dos salas destinadas a Club Náutico.

El edificio iba sobre pilotes de hormigón armado, de cuyo material sería el piso. En el resto de la obra se emplearía hierro tabicado con ladrillo hueco y recubierto exteriormente con cerámica vidriada a fin de aminorar el peso de la construcción y amortiguar los efectos destructores de las evaporaciones salinas. La ornamentación del edificio sería de gran ligereza, sin sujeción a estilo determinado.

En su fachada hacia el mar llevaba una cúpula central, con dos torres a los lados formando el núcleo medio del edificio. A derecha e izquierda, rompiendo la línea de la estructura metálica de la fachada, había dos frontones con ornamentación morisca. La forma del edificio era rectangular con dos semicírculos en los extremos y su anchura era de 28 metros. El presupuesto de construcción del edificio era de 1.900.000 pesetas siendo por tanto el presupuesto total de pasarela y edificio de 3.325.933 pesetas. 

En la memoria, muy detallada, se consignaban hasta las tarifas de entrada al puente y planta baja del Kursaal, que serían de una peseta por persona, sin incluir en ella la entrada al teatro, y la misma cantidad por persona el desembarque en las escaleras del edificio.

Se publicó el proyecto en el Boletín Oficial de la provincia, se expuso al público para alegaciones ante Obras Públicas y entonces se armó la gran polémica entre enemigos y defensores del Kursaal, que no se hizo. Mañana,veremos las opiniones que se emitieron.


R.M.


SANTA RITA

 Santa Rita


La festividad de Santa Rita y Santa Quiteria era celebrada hace un siglo en el barrio de la Jarana y allí acudía la gente de todos los puntos de la ciudad a divertirse. El día de la fiesta, el 22 de mayo de 1892, publicaba el periódico una epístola en verso que Santa Quiteria dirigía a Santa Rita que decía:

«Carta muy formal y seria/ que a Santa Rita bendita/ de su puño y letra escrita/ dirije Santa Quiteria./ 'Mi queridísima Rita/ te escribo de mala gana/ si he de decir la verdad, y aunque la solemnidad,/ que dedica la Jarana/ a nuestra festividad/ tenerme alegre debiera/ no debo ocultarte Rita/ que hay una cuestión maldita/ que yo no sé quién de fuera/ trajo, y el humor me quita./ Irás al muelle, lo sé,/ te divertirás, lo creo,/ verás bromas, bailoteo/ y observarás también que/ no hay allá más que jaleo/ Verás que en cada corrillo/ se derrocha sin temor/ la elocuencia y el humor/ que presta en el Globulillo/ de la ginebra el calor/ Verás arcos y coronas/ colgaduras y banderas/ y entre otras cosas... ligeras/ verás monas ¡ay, qué monas!/ Mejor dicho ¡qué 'jumeras'!;/ verás los bueyes correr/ y quemar fuegos de balde;/ que la gente, lo has de ver/ 'a son esprit a l'anvers'/ (como diría el alcalde,/ pues resulta ¡como el sol!/ y como una y dos son tres/ que San Vicente de Pol/ fue ciudadano español/ y San Ignacio francés)./ Pero una cosa entristece/ hoy nuestra festividad, y es que se a halla la ciudad/ que casi desaparece que se ha hundido la mitad./ Tales son los gritos dados/ por los píos unionistas/ al mirarse derrotados/ en sus caprichos velados/ ante los coalicionistas,/ que la gente no se atreve/ a salir ya de su casa/ y se pregunta: ¿qué pasa?/ aunque yo creo que debe/ ser todo una pura guasa./ En fin, que me ha disgustado/ lo que está pasando en ésa/ y por eso no he bajado./ Diviértete y ten cuidado/ no te declaren francesa, que todo pasa al revés/ entre esta gente tan seria/ y dicen que español es/ el que ha nacido francés./ Tu compañera, Quiteria».

Aquel 22 de mayo, que fue domingo, se registró un galernazo y el cielo estuvo cubierto de negros nubarrones, lo que no quitó animación a la fiesta. Desde las 11 sonó el tamboril. Por la tarde hubo ¡cómo no! los tradicionales bueyes.

A las 6, las nubes se encargaron de dispersar a la gente que danzaba, que se replegó hacia el portal del muelle donde se había levantado un altar a las santas, adornado con flores. Por la noche, hubo música, pero no en la calle Campanario, sino en los soportales de la Jarana, donde una sección de la banda de música dirigida por el maestro Galatas ejecutó bailables. Y la fiesta siguió hasta las 11 de la noche.


R.M.


RECIBIMIENTO A PAULINO

 Recibimiento a Paulino


Pocas veces se había visto tanta gente gritando por las calles de San Sebastián como aquel mediodía del domingo 23 de mayo de 1926. Hombres y mujeres, neskas de caserío y señoritas del Náutico, jatorras de la Parte Vieja sesudos varones del Club Cantábrico, mezclados desde el Antiguo hasta la plaza de las Escuelas, aclamaban a Paulino Uzcudun, el nuevo campeón, el mutil de Régil que acababa de derrotar en Barcelona a Spalla y conseguido el título europeo de boxeo.

El combate había tenido lugar en la plaza de toros Monumental de Barcelona el martes 18 y tras doce asaltos ganó Paulino a los puntos. La gente de San Sebastián esperaba el resultado y los radioescuchas de entonces, con los auriculares incrustados en las orejas, intentaban captar Radio Barcelona que daba noticias del match. En Radio San Sebastián, en la avenida de la Libertad, se había instalado un altavoz, lo mismo que en algunos cafés y a las 12,21 de aquella noche el gong ponía fin al combate, expresando la gente su alegría por el resultado. En Régil, pueblo natal de Paulino, el vecindario con tapas, cacerolas y pucheros se fueron a dar la serenata al caserío Guruteaga donde vivía Joaquina Eizmendi, madre del púgil, que había encendido unas velas a San Antonio y que tenía confianza en su hijo, quien le había dicho antes de partir: «A ezpara txirtxil dei goñet» (a la astilla la hago virutas).

Inmediatamente se formó en San Sebastián una comisión para organizar el recibimiento al campeón. Los señores Galdós, Arzubialde, Zuzuarregui y Mendizábal convocaron al vecindario para el domingo en el itinerario que seguiría el campeón. Perla del Océano, Zubieta, Easo, Avenida, Churruca, plaza de Guipúzcoa, Peñaflorida, Garibay, Boulevard, San Jerónimo, Embeltrán y plaza de la Escuela, donde se hallaba Kojuenea, el restaurante de Justo Oyarzábal, el gran amigo y mentor de Paulino.

Unas 40.000 personas recibieron al campeón. Al llegar su coche, que conducía Santiago Niñerola, organizador del combate, se formó la comitiva. En primer lugar iban los txistularis municipales y la banda de la Unión Bella Irutxulo, después los euskalbilleristas con su bandera, luego la banda La Armonía a la que seguían los socios del C. D. Loyolatarra que llevaban también la bandera de la sociedad. A continuación, un grupo de gimnastas con un cartel de bienvenida, tras ellos los coches que conducían a los organizadores del recibimiento y por fin el auto en el que viajaba Paulino.

Él cortejo avanzó lentamente, pues la gente quería estrechar la mano del campeón, llegando a la plaza de las Escuelas, totalmente ocupada por la gente, a la 1,30. La fonda de Oyarzábal lucía un cartelón saludando a Paulino, estando engalanados los balcones, hallándose en el centro una bandera de San Sebastián. Sobre el campeón caen las flores que lanzan desde los balcones de la plaza las mujeres. Uzcudun sale al balcón, la gente le pide que hable pero el vencedor llora y saluda juntando sus manos....

Al día siguiente Régil le recibe como a un héroe con una pancarta que dice «Errikosheme Paulino Uzcudun Europako kapilkariel txapelaunarl». Va a abrazar a su madre quien le había dicho: «Tú vence, pero no hagas daño, que los demás también tienen madre»..

Creo que nunca recibió San Sebastián a nadie con tanto calor como a Paulino.


R. M.


"MENDI MENDIYAN"

 “Mendi mendiyan”


Cuando el sábado 21 de mayo de 1910 se levantó el telón en el teatro Campos Eliseos de Bilbao, para el estreno de «Mendi Mendiyan», el maestro José María Usandizaga ya era conocido en el mundo musical pese a sus pocos años pues había escrito diversas obras, como un «sol» mayor para instrumentos de cuerda, una suite en «la» para orquesta, una obertura sinfónica, «Bidasoa», para banda, una sonata en «si»> para piano y violoncello, tres rapsodias vascas, un notabilísimo improntu para piano dedicado al famoso pianista y alcalde de San Sebastián «Leo de Silka», dos rapsodias para orfeón...

El teatro Campos Elíseos estaba abarrotado de público, hallándose presentes muchos donostiarras que habían acudido al estreno. La expectación era enorme y si los donostiarras estaban convencidos del éxito que acompañaría al maestro, los  bilbaínos al no conocer tan a fondo al joven autor querían cerciorarse de una manera directa. La ópera gustó mucho, sobre todo la partitura de Usandizaga quien al final de todos los actos fue llamado a escena en unión del autor del libreto señor Power. El entusiasmo de los que asistieron al estreno fue compartido por la crítica que escribió entre otras cosas: «Su dominio admirable de la orquesta, la prodigiosa riqueza de timbres que consigue y la entonación briosa y pasional que imprime a sus pasajes dramáticos, sorprende y admira a los profesionales, críticos y aficionados»>.

La acción de “Mendi Mendiyan” transcurre entre pastores. Se trata de una fábula que termina trágicamente, y tiene el aliento violento y pasional de las viejas leyendas vascongadas. Las figuras de Andrea, la ingenua pastora, de José Mari, el mozo enamorado, de Gaizto a quien los celos llevan a la cólera, del abuelo Juan Cruz, un viejo roble encorvado por los años... están magníficamente logradas. El maestro Usandizaga mostró en “Mendi Mendiyan” su inspiración, escribiendo un poema sinfónico fresco, vigoroso, genial.

El propio Usandizaga dirigió la orquesta en el estreno y manejó la batuta con elegancia, sobriedad y sencillez, logrando una difícil cohesión y unidad. Participaron en la gran velada el Orfeón de Bilbao y la Sociedad. Coral que estuvieron a la altura del acontecimiento.

Para celebrar el éxito de «Mendi Mendiyan» organizó el Orfeón donostiarra un banquete que tuvo lugar a las nueve de la noche del 30 de junio en el teatro Circo de San Sebastián asistiendo los autores de la ópera, Power y Usandizaga, el director del Orfeón bilbaíno y la junta directiva de la coral de la villa vizcaína. El menú fue el siguiente: entremeses variados; sopa de crema condesa; filetes de merluza fritos, salsa tártara; solomillo mechado con guisantes del país; fondos de alcachofa Baugoute; pollos a la broche; ensalada Batavia; pirámide de helado a la vainilla; postres variados. Vinos Rioja. Café y licores. A la terminación del banquete el Orfeón Donostiarra cantó varias obras de Usandizaga y una de Esnaola.

Cuatro años después, con el estreno de «Las Golondrinas» en Madrid vendría la consagración definitiva de Usandizaga.


R.M.


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