sábado, 21 de mayo de 2022

SANTA RITA Y SANTA QUITERIA

 Santa Rita y Santa Quiteria


La devoción a Santa Rita y a Santa Quiteria entre la gente del Muelle se pone de manifiesto en la fecha del 22 de mayo, cuando convierten el portalón en una capilla llena de flores, y además de rezar alguna oración y dar alguna limosna, organizaban -lo escribo en pretérito, pues ahora no hay mayores jolgorios- bailes y músicas en el barrio de la Jarana y las proximidades de la Parte Vieja.

Rita fue una santa romana que vivió en el siglo XIV, que después de haber enviudado ingresó en el convento agustino de Cascia. La tradición que une su nombre a las rosas y los higos arranca de los últimos días de la santa. Se hallaba ya enferma, agotada por los años y las penitencias, postrada en el lecho del dolor, cuando recibió la visita de una parienta que le consoló en sus sufrimientos. Al despedirse la preguntó si la apetecía que le trajera alguna cosa en una próxima visita y Rita la dijo que sí, que si podía la llevara higos y rosas.

La parienta pensó que Rita tenía ya fallos en la mente, pues estaban en los días de enero, en pleno invierno, resultaría imposible conseguir ni rosas ni higos. Pero al ir a su huerto, se encontró con que una higuera del mismo estaba con bastantes frutos en sus ramas y uno de los rosales que allí había mostraba unos botones de rosas a punto de abrirse. Lo atribuyó a milagro, y al día siguiente se presentó en el convento con las flores y los frutos.

Según refiere Luis Murugarren, las monjas agustinas del paseo de Hériz en nuestra ciudad solían repartir pétalos de rosa en el día de la santa, cuyo verdadero nombre era Margarita, procediendo el Rita de la aféresis de aquél.

Quiteria, que vivió en el siglo II, era hija de un príncipe gallego y la moza abrazó el cristianismo en contra de los deseos de su padre, que quería que la niña tuviera las mismas creencias religiosas que él. La pensaba casar con un noble de la época, pero la muchacha prefirió consagrar su virginidad a Dios, huyendo de su casa y refugiándose en un escondido valle de Gascuña. Se mantuvo firme en su fe rechazando la propuesta de su padre de volver al paganismo y por ello fue decapitada.

En el siglo XVII hay constancia de que en San Sebastián se la invocaba cuando había corrupción de aires o peste con una procesión fuera de las murallas.

Y para terminar, diré que la imagen que se coloca en el altar del portalón no es de Santa Rita ni de Santa Quiteria, sino de la Virgen de la Buena Guía, talla encontrada por los pescadores en el mar.


R.M.(25.05.1993)


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