domingo, 23 de octubre de 2022

FUENTES

 Fuentes


Antes de que las aguas del Añarbe llegaran a las casas de la ciudad, los donostiarras se suministraban de agua en diversas fuentes que había en calles y plazas del casco urbano. Junto a los caños se daban cita las muchachas que acudían con sus cántaros, herradas y cubos para charlar y nunca faltaban mozos, soldados y panaderos que chicoleaban mientras les llegaba la vez.

Antes del derribo de las fortificaciones, las fuentes más concurridas que había intramuros eran éstas: la que se hallaba en la plaza Vieja apoyada en el lienzo de la muralla junto a la Puerta de Tierra. Era muy vistosa y estaba coronada por un león de hierro fundido en la casa Val d'Osne, que por la boca lanzaba un chorro de agua que caía en una taza. Al derribarse las murallas, fue trasladada a la plaza de Lasala, donde sigue el león presidiendo el lugar. Otra muy concurrida por los chavales era la que había en el muelle, al término de la muralla, llamada de la Rampa, donde una generosa cariátide lanzaba constantemente un chorro de agua. En una de las paredes de la parroquia de San Vicente, en la calle de la Trinidad, hoy 31 de Agosto, había otra diseñada por el ingeniero Geney, y a la que concurrían los soldados de los cuarteles de San Telmo y las pupilas de las mancebías que había en las inmediaciones.

Tan historiada como la de la Puerta de Tierra era la fuente que había en la Brecha, con su columna truncada de mármol de jaspe de Choritoquieta, su corona de laurel y con cuatro balas de cañón puestas en forma piramidal y dos caños. La que había en la calle de los Esterlines constaba de una escalinata octogonal con un centro de formas ligeras cayendo el agua desde lo alto a un gran recipiente y de éste a una gran taza de la que iba el líquido a la boca de dos cisnes de donde salían los chorros. La que había en la calle del Puyuelo, hoy Fermín Calbetón, constaba de un cuerpo cuadrado y de un basamento adornado con hojas y nenúfares. Los grifos por los que manaba el agua eran dos cuellos de cisne. Cerca de San Telmo, en la calle hoy llamada de Alvaro del Valle Lerchundi, entre Santa Corda y la Trinidad, había y hay otra, con un gran monolito y un caño. La de Urgull mitigó la sed a los donostiarras cuando en 1835 los carlistas al sitiar la ciudad cortaron la cañerías que alimentaban a las diversas fuentes.

Fuera del recinto amurallado, la fuente más famosa era la del Chofre, sita donde luego se alzó la plaza de toros inaugurada en 1903. Tenía un frontón con un escudo barroco con las letras S.S., y en perpendicular dos bancos de piedra. A ella acudían los donostiarras, se sentaban en los bancos, algunos merendaban y todos remojaban el gaznate con et agua. También era lugar predilecto para ir de merienda la fuente llamada de la Salud, cuyo nombre no se debe a que aquel agua tuviera propiedades medicinales. Estaba en la falda de la finca Arbaiza-Enea, donde luego se proyectó la calle Autonomía, tenía un frontón de medio punto y se hallaba rodeada de árboles. Cerca de la fuente estaba el ventorro de «Motxa-Enea» en cuya explanada los hombres jugaban a la toca. A la lista de las fuentes del extrarradio hay que agregar las que había en el paseo de San Francisco de Atocha y la llamada de la Campana, en Ategorrieta, subterránea y cuya planta semejaba a una campana que decían tenía el perfil de la campana de la catedral de Toledo.


KOXKAS 23-10-85  R.M.


CAZA MAYOR

 Caza mayor


Algunas malvices y palomas son los únicos objetivos que les queda a los numerosos hijos de San Humberto en Guipúzcoa que tienen por tanto que marchar otras provincias para practicar el noble ejercicio de la caza. Y sin embargo, cuando Guipúzcoa estaba poco poblada, había más zonas dedicadas al bosque y la industria era prácticamente inexistente, por aquí había bichos que hoy hay que ir a buscarlos lejanas  a tierras.

La geografía abrupta y montañosa, la maleza, los espinos, la espesa vegetación en suma, convertían estos parajes en lugares ideales para toda clase de fieras. En tiempos no muy lejanos a los de hoy habitaban estas montañas osos, leopardos, jabalíes, corzos, raposos, gatos monteses, comadrejas, garduñas, tejones...

Hay datos que menciona don Serapio Múgica sobre la captura de algunas especies de esta variada fauna. Así, en 1658 en las inmediaciones de Gaviria fue muerto un oso y otro en Anzuola el 4 de julio de 1867 y se cogieron leopardos, uno el 17 de enero de 1777 en Mareolbetz, en el monte Illarazu, jurisdicción de Lizarza, otro el 11 de diciembre de 1781 en el monte de Anzarreta de la misma jurisdicción, y otro en 1820 por parajes próximos.

¿Hubo por aquí alguna vez leones? Lo ignoro, pero hay en Aizarna, Cestona, un caserío llamado Legoica o sea «lugar de leones». Serapio Múgica supone que al estar el caserío situado en un lugar aislado y agreste tal vez haya sido alguna vez visitado por leones, y de ahí su nombre. Pero si no hay leones ni tigres sigue habiendo lobos y bastantes caseríos se llaman Ochoki, Ochango, Otzaleku, Otzaurte, Otsaka, Otsokoa, Otzoategui, Otsobiaga... cuyos nombres proceden de Otsoa, que significa lobo.

Hay constancia de la petición hecha el año 1565 por los vecinos de Zumárraga para que la parroquia llamada «La Antigua>> que estaba en la falda del monte Beloki se trasladara al lugar que ocupa en la actualidad, debido a que «ni el Viático se podía conducir sin guardias porque los muchos perros y lobos que por allí había acosaban a los sacerdotes y acompañantes en términos que ponían en peligro sus vidas»>.

En algunos pueblos existía hasta no hace mucho tiempo la costumbre de ir los chicos de puerta en puerta la víspera de la Candelaria, el 1 de febrero, llamado «Otsailla» o mes de lobos, pidiendo mientras cantaban Andre Mari/Otsaillago, otsaillo/Okela bat eta okela bi/burruntzie bete biri», que quiere decir «Santa María, del mes de los lobos: un pedazo de carne, dos pedazos de carne, y el asado lleno de longanizas»>.

Los chicos llevaban unos asadores donde metían los trozos de carne que les daban y luego organizaban una merienda. Esta costumbre nació de otra: la de los pastores que cuando habían matado algun lobo, iban también pidiendo para que se premiara su hazaña a la vez que se les recompensaba por el beneficio que a todos producía la muerte de la fiera.

Mis amigos de Basollua, andan ya, cazando por las rastrojeras castellanas para luego cantar sus hazañas en el club. Que haya suerte.


KOXKAS 23-10-84 R.M.


OTOÑO

 Otoño


Ya estamos en otoño, en el purpúreo, apacible y dulce. otoño tan agradable y grato en el País Vasco Atrás queda el verano con sus calores, con su luz. intensa, con el ajetreo de la ciudad atiborrada de gente, con las horas de la playa, con las fiestas. callejeras, con las nuevas amistades hechas a la sombra de los toldos mientras se gusta y se regusta del ocio

Ya todo esto queda en nuestra retaguardia y se nos abre el otoño con el viento Sur que nos trae las primeras palomas, con los cazadores a la espera de cobrar sus piezas, con ese Tartar in que durante meses y meses ha estado soñando en estos momentos. El campo muestra unos colores tristes, los árboles van perdiendo las hojas y la Naturaleza dijérase que se muestra adormecida en espera de los frios y las nieves del invierno.

He subido al monte Urgull y desde alli he contemplado una vez más el paisaje. Unos barcos que vuelven al puerto. el humo de las cocinas. las casas y villas que pueblan las colinas que rodean la Concha, la playa casi desierta las olas muriendo en la arena El poeta lo dijo: «La ola, cuando el viento pasa, llora». A mis pies queda la ciudad, veo las torres de sus iglesias, los pequeños rascacielos que una inexplicable politica municipal autorizó a levantar, los coches. que circulan unos hacia Ondarreta y otros hacia el centro de la urbe. En la lejanía, Igueldo y Mendizorroz y el verde ya sin la fuerza del estio de los montes. Hay un ritmo rápido en la vida. de nuestras ciudades de hoy. pero algunas como San Sebastián tienen estos rincones. donde bajo los ramajes seculares puede uno sentirse en soledad.

Estamos en tiempo propicio para las pequeñas excursiones por los alrededores de la ciudad, por los valles de Loyola of de Ibaeta, donde entre tierras labradas y caserios todavia pueden verse rebaños de ovejas. donde hace tiempo se oia la chalaparta en ésta época del año como original manera de llamar a la vecindad en los días de elaboración de la sidra. Se llamaba desde los primitivos caserios que tenian tolares a los vecinos para que prestaran su ayuda en la trituración de la manzana. Un viejo cronista escribió hace años: "En la hora del crepúsculo, atardeceres de los dias incomparables del otoño de Donosti, llegaba hasta la ciudad el eco de los primitivos elemenlos de la elaboración de la sidra. la chalaparta, el tin... tan pausado que los caseros ejecutaban con verdadera maestria anunciando de esa manera tan original que en ei cercano caserio se estaba elaborando la bebida más sana y que más aceptación tiene entre los errikoshemes: el dorado zumo de la manzana.

El eco de la chalaparta no llega ya hasta la urbe, ahogado entre los ruidos de la moderna civilización. A esta bucólica y ancestral música la ha matado el motor de explosion.


KOXKAS 23-10-83 R.M.

EL BOULEVARD

 El Boulevard


La autorización del Gobierno para el derribo de las murallas de San Sebastián es la fecha que marca el inicio de la expansión de la ciudad Y comienza con una ardorosa polémica entre los partidarios de conservar las murallas y los enemigos de mantenerlas Polémica que se extiende al proyecto de Alameda del Boulevard, el paseo que iba a venir a servir de frontera entre la ciudad vieja y la que con inusitada fiebre se estaba empezando a levantar, siguiendo los proyectos de los i quitectos Cortázar y Saracibar.

Superada la polémica, el Boulevard adquiere categoria de paseo en 1865. Era entonces más ancho que lo es hoy pues las necesidades de la circulación rodada eran minimas y tuvieron que pasar bastantes años hasta que se cercenase el paseo central, cortándose una hilera de frondosos árboles y ampliando la calzada correspondiente a las casas con números pares.

El paseo, según puede verse en fotografias y grabados de finales de siglo, tenia cuatro hileras de árboles, jardines y una fuente rodeada de un estanque. Más tarde se levantó un quiosco para que actuasen las bandas de música, quiosco con carácter provisional que más tarde fue sustituido por otro construido por el forjador zaragozano señor González.

A finales del pasado siglo y comienzos del actual el Boulevard era además de la arteria más importante de la ciudad, el centro de ésta. Los cafés más concurridos y las tiendas más lujosas se hallaban alli y la proximidad del Casino le daba aún más animación y vida. Si hasta el derribo de las murallas el "paseo era en la plaza Nueva (hoy de la Constitución), desde la década de los setenta se habia trasladado al Boulevard. Y resulta curioso este hecho: la gente a la hora de dar vueltas Boulevard arriba y Boulevard abajo se autoclasificaba. Los que se consideraban de clases. socialmente elevadas, una pequeña aristocracia, paseaban por la calzada de los números. impares, donde comenzaba el ensanche, calzada que habia sido convenientemente asfaltada Por el centro, entre árboles y jardines con suelo de gravilla, lo hacia la que podriamos llamar mesocracia. Y en la calzada de la Parte Vieja los paseantes pertenecían a las clases. bajas a la democracia al decir de un cronista de la época del que tomo el dato.

Pero los enemigos del derribo de las murallas. del ensanche, de la expansión de la ciudad. esos no pasaban la frontera del Boulevard. Eran, o creian ser, los donostiarras auténticos, los koxkeros puros, los joshemaritarras de ley. Yo he conocido y de esto no hace tantos años a uno de éstos, heredero de un prestigioso y antiguo comercio que tenía a gala no haber cruzado nunca la frontera del Boulevard. No sé si mantuvo. su numantina decisión hasta el final de sus dias y la única vez que abandonó la Parte Vieja fue para el viaje definitivo, pero el hecho es auténtico

Aquel Boulevard lleno de animación y exultante de vida, que con los años fue derrotado por la avenida de la Libertad, bien. merece que le dedique otra crónica.


KOXKAS  23-X-82 A.M.


EL REGIMIENTO DE SICILIA

 El Regimiento de Sicilia 


El Regimiento de Sicilia que desde 1719 se halla de guarnición en San Sebastián, celebra estos días el 458 aniversario de su fundación acaecida el 23 de octubre de 1534. Son muchas las acciones en las que sus hombres han intervenido, cubriéndose de gloria Voy a recordar una de ellas.

22 de julio de 1795. Tras ser guillotinado Luis XVI, varias naciones europeas, entre ellas España, entraron en guerra con Francia. A favor del impetu popular, se armó y cubrió la línea de los Pirineos.

De los tres regimientos que dispuso España, el de Navarra intervino en acciones memorables. En una de ellas, la de Ollarregui, la izquierda de nuestra línea constituida por la posición de la Meseta, estaba ocupada por el Regimiento de Sicilia. Las tropas españolas que cubrían la garganta del Ollarregui tuvieron que retroceder ante los violentos ataques franceses, siendo gravemente herido de dos balazos el coronel don Agustín Goyeneta y el teniente coronel don José González Acuña.

La situación de los hombres de Sicilia era tan crítica ante el acoso de fuerzas muy superiores en número, que el heroico coronel pese a las graves heridas que sufría, se levantó del suelo y se puso a la cabeza de sus hombres, lanzándose a la bayoneta para romper las filas enemigas, hasta que una tercera bala le derriba en tierra, moribundo. Caen prisioneros el teniente coronel y el mayor del Sicilia, tomando el mando el capitán don Juan Aguirre que contraataca con sus hombres, pero se ve obligado a retroceder, abriéndose paso en un hábil movimiento de retirada hasta llegar al pueblo de Izarbe, y desde este punto contraataca, obligando a los franceses a replegarse a las primeras posiciones que habían ocupado aquel día.

El heroico comportamiento de los hombres del Sicilia llenó de admiración a los españoles, y los franceses, cuando se firmó el armisticio como prólogo a la paz, pidieron abrazar a los restos del valeroso cuerpo, tributándoles cumplidos elogios. El Rey Carlos IV concedió como premio a los hombres del Sicilia un escudo de distinción con este lema: «Valor, firmeza y constancia, que debía llevarse en el brazo izquierdo y colocarse en las banderas, disponiendo que por clases fueran agraciados sus individuos en un grado, y que la noticia de la acción de Ollarregui se publicara en la orden general del Ejército.

La historia de los hombres del Sicilia es una de las más brillantes de nuestros soldados que en Flandes, en el Milanesado, en Argel... lucharon con valor y supieron morir con va lentia.


KOXKAS  23 octubre 92  R.M.

LOS HOMBRES DE SICILIA

 Los hombres de Sicilia


Estos días los hombres del Regimiento de Sicilia, de guarnición en San Sebastián desde el año 1719, celebran el 457 aniversario de su fundación. Fue el 23 de octubre de 1534 cuando el rey Carlos I expedia un decreto dirigido al virrey de Nápoles ordenándole que las fuerzas de infanteria que estaban en la isla de Sicilia constituyeran un Tercio bajo el pie de doce compañías. El nombre de Tercio procede de la formación de unidades militares en las que figuraban las armas que entonces se usaban y pique eran arcabuz, espada co, y de ahi que a los soldados se les llamase, respectivamente, arcabuceros, doseletes y piqueros. Fue Gonzalo de Córdoba, el Gran Capitán, quien acopló las tres armas. Y el título de Tercio apareció por las reformas decretadas por los Reyes Católicos, el cardenal Cisneros y Carlos V.

El Tercio de Sicilia, junto al de Lombardía -formado por infantes residentes en la ciudad de Milán- sirvieron de modelo a los demás y estaban regidos por unas ordenanzas en las que constaban severas prescripciones morales y normas religiosas, imponiéndose castigos a quienes delinquian. Dice un cronista que a la par que se cultivaba el espíritu, se educaba el corazón del soldado y se atendia el desarrollo y educación de las. fuerzas fisicas, siendo los dos Tercios citados restauradores de las prácticas griegas en ejercicios de gimnasia, el manejo de las armas, correr, saltar, nadar y cuanto se reputaba de utilidad en campaña. Aquella infanteria asi formada dejó atrás a la francesa, la alemana y la italiana, y fue considerada por sus hazañas la mejor del mundo.

Cuando se fundó el Tercio de Sicilia, constaba de doce compañías y cada compañía de 150 hombres con un capitán, un alferez y dos sargentos, y la plana mayor contaba con un maestro de campo, sargento mayor, capitán barrichel de compañía, dos alguaciles y un carcelero.

El Tercio de Sicilia comenzó siendo mandado por el maestre de campo Jerónimo de Mendoza, y fue en La Goleta, fortaleza defendida por los mejores hombres que entonces tenia el turco, donde escribió su primera página de gloria. Asaltaron la fortaleza con tal brio, que el emperador Carlos V, que presenció la acción, calificó a aquellos bravos con estas palabras: «Son mis leones de España». Después, los de Sicilia combatirían en Francia, Italia, Alemania, Países Bajos, el Danubio, Portugal... Los nombres de La Goleta, Túnez, Argel, Disier, Ligni Mariemberg, Francfort, Turín, Bruselas, San Quintin, Gravelinas, Cascaes, Granada, Setubal, Malta, recuerdo son de batallas en las que escribieron con sangre su nombre. En Mulberg, los de Sicilia atravesaron el Elba a pie firme con los mosquetones y municiones sobre su cabeza expurgando de enemigos la orilla derecha, decidiendo aquella memorable batalla. En Agilastro, Stefarda y Gerisola murieron para no conocer la derrota, y en Gelves, en la escuadra del duque de Medinaceli, resistieron y perecieron casi todos en la lucha. Pero no fue ésta la única acción en el mar de los de Sicilia: también estuvieron en Lepanto, en la Invencible, en Messina.

No soplan ahora vientos muy favorables a la milicia y la gente se olvidó de lo que escribió Spengler: «Al final será un pelotón de soldados el que salve la civilización, o el verso de Rubén Dario: «La alta virtud resucita/ que a la hispana progenie hizo dueña de siglos».


KOXKAS 23 octubre 91 R.M

EL REGIMIENTO SICILIA

 El Regimiento de Sicilia


En estos días en que el Regimiento de Sicilia, tan vinculado durante años y años a San Sebastián, celebra el 456 aniversario de su fundación, resulta obligado el dedicar unas líneas a la gloriosa unidad, la más antigua de nuestro Ejército.

Nació el 23 de octubre de 1534 como uno de los tres Tercios (Milán. Nápoles y Sicilia) por una orden de Carlos I. En esa fecha el Emperador expedía un decreto dirigido al Virrey de Nápoles ordenándole que las fuerzas de Infanteria a la sazón residentes en Sicilia constituyeran un Tercio y asi se formó, con hombres que habian participado en la toma de La Goleta, en poder de los turcos, reunidos en doce compañías de 150 a 200 hombres cada una, divididas por su armamento en arcabuceros. coseletes y picas, siendo su primer Maestre del Campo don Jerónimo de Mendoza.

Sus primeros hechos de armas fueron en Túnez contra Barbarroja (1541) y en Europa contra Francia y Bélgica (1542-1544). llegando los coseletes del Tercio a cruzar el Elba a nado bajo el fuego enemigo, con las espadas en la boca, para permitir el paso del río al resto del Ejército. 

Resulta imposible encerrar en unas pocas líneas toda la dilatada y gloriosa historia de este Regimiento cuyos hombres participaron en contiendas en tres continentes, desde las costas de África al corazón de Europa y a las lejanas tierras de Cuba y Puerto Rico. Memorable fue su intervención en la batalla de Lepanto contra el turco, cuando ante las pretensiones de éste de apoderarse de Chipre se formó una Liga entre España, Venecia y los Estados Pontificios. En aquella batalla, el Tercio de Sicilia, embarcado en las naves de don Juan de Cardona, avanzó en vanguardia de la flota cristiana, ejerciendo tal esfuerzo durante el combate que de sus quinientos hombres sólo cincuenta quedaron tras la derrota del Turco»,

Inmediatamente después, el Tercio de Sicilia lucha en Flandes contra el Duque de Orange en los sitios de Mons y Harlem y tal vez la tumba que olvidada se halla en una iglesia de Amberes guarde los restos de un hombre de Sicilia. En el epitafio, «la forma más noble del silencio», puede leerse: “Se gana el cielo con la espada”.

Los de Sicilia estuvieron en 1588 con la Armada Invencible. en el galeón San Mateo que se perdió después de seis horas de encarnizado combate. Al comenzar la guerra de la Independencia el Regimiento que se encontraba en San Sebastián, recibió orden de incorporarse al Ejército de Napoleón pero su patriotismo le hizo incumplirla y salió sigilosamente de la ciudad atravesando toda la Peninsula, incorporándose a otros batallones en Algeciras. En aquella guerra intervino en las batallas de Bailén (1808), Uclés, Mora, Consuegra (1809) Chiclana, Sagunto, capitulación de Valencia (1811) y Caracuel y Torralba (1812) También estuvieron los hombres de Sicilia en la guerra de Marruecos, en las batallas de Tetuán y Wad Ras y en nuestro siglo contra Abel-Krin y en otros hechos de armas.

El Regimiento tiene la Laureada de San Fernando y tres Medallas Militares. Ha tenido veintiún maestres de Campo y setenta y tres coroneles, entre éstos don Francisco Javier Castaños, el vencedor de Bailén y don Tomás de Zumalacárregui, el mítico jefe carlista

Historia de triunfos y reveses, pero hoy casi nadie canta la belleza del sacrificio.


KOXKAS  23 octubre 90 R.M.

ALOJAMIENTO DE LA TROPA

 Alojamiento de la tropa


Las circunstancias por las que atravesaba San Sebastián durante la segunda guerra carlista creaban toda clase de problemas, y uno de ellos era el del alojamiento de la tropa. No habia sitio bastante en los cuarteles que existian en la ciudad, pues el número de hombres que estaban aquí destinados era infinitamente superior al que se registraban en situaciones normales. A finales de 1874 el elemento militar residente era éste: Batallón de Cazadores de Puerto Rico; Batallón de las Navas; Batallón de Estella; Batallón de Reserva núm. 2; Trece Tercio de la Guardia Civil; Carabineros de la Comandancia de Guipúzcoa; Acemileros del Tercer Cuerpo de Ejército; Caballería; Sección de Albuera y Numancia; Artillería, Tercer Regimiento de Montaña, Segunda y Sexta Batería; Batallón de Miqueletes; Soldados Transeúntes de los Regimientos Inmemorial y de Murcia; Soldados Agregados al Cuartel General y Planas Mayores; Ingenieros Minadores y Voluntarios del Segundo y Tercer Batallón.

Parte de estos hombres se alojaban en casas particulares, con las consiguientes molestias paral el vecindario. Entonces tuvo el Ayuntamiento el proyecto de acuartelar las tropas de la guarnición, habilitando lugares al efecto, y envió una circular al vecindario consultando la conveniencia de sustituir los alojamientos. en las casas particulares con unas cuotas mensuales. El resultado de aquella consulta fue éste: 971 votos favorables al proyecto. y 680 contrarios a él. En vista de ello, el Ayuntamiento de acuerdo con la autoridad militar, comenzó a trabajar para la más rápida realización del proyecto.

El 12 de octubre de 1874 la Alcaldía repartió una circular en la que daba cuenta de la voluntad mayoritaria respecto al albergue de la tropa, por lo que «era preciso proceder a la realización del pensamiento», y exponía las disposiciones que de acuerdo con la autoridad militar y civil había adoptado para la ejecución del importante proyecto y que eran:


1. Los suscritores habrán de satisfacer sus cuotas respectivas durante un período de tiempo que no excederá de diez meses. 

2. Siendo mil aproximadamente el número de militares que de continuo se alojan en las habitaciones de los 971 suscritores, habrá de ser acuartelado un número igual en el edificio destinado al objetivo.

3. Verificado el acuartelamiento de esta parte de la guarnición, habrá necesidad de alojar fuerzas que se hallen de tránsito. o estén situadas de estancia hasta el número de 1.700 hombres, y en estos casos pesará la obligación de prestar semejante servicio exclusivamente sobre las habitaciones de aquellos que han optado por este medio, a no ser que circunstancias especiales hagan que el número de hombres sea mayor que el indicado de 1.700, en cuyo caso el excedente se distribuirá en las habitaciones de los cabezas de familia que hayan o no hayan optado por la carga de alojamiento en la relación de diez a siete.

La circular del alcalde determinaba cómo los que en lo sucesivo optaran por el sistema de cuotas, tendrían que abonar las que les hubieran correspondido desde que comenzó la suscripción.

El 18 de octubre se subastaron los enseres necesarios para la habilitación de cuarteles y bastantes donostiarras se vieron libres de la carga de los alojamientos.


KOXKAS -23 -X-86 R.M.


jueves, 20 de octubre de 2022

ASI NOS VIERON (4)

 Así nos vieron (4)


TERMINO hoy esta serie tomada del libro de Fausto Arocena titulado 'El País Vasco visto desde fuera', que recoje testimonios y opiniones de quienes nos visitaron y dejaron luego escritos, la mayoría imparciales, algunos muy parciales.

En 1700 en la casa Seidel de Leipzig se publicó una descripción de España en la que se refiere a San Sebastián, -vulgarmente Donostien, porque antes se llamó Don Bastián-. Describe la bahía, los terribles vientos que la azotan y el puerto espléndido, profundo y cerrado con dos diques de muralla que hacen la entrada tan estrecha que no puede entrar ni salir más que un barco a la vez; junto a esta entrada está una gran torre cuadrada sobre la que en todo tiempo hay una fuerte guarnición que ha de guardar a la ciudad y al puerto de un inesperado ataque».

Las calles son largas, anchas, enlosadas con grandes piedras blancas siempre limpias. «Las casas son hermosas, las iglesias bien edificadas, los altares de madera hasta la bóveda y con lindas tablillas de una mano».

Teófilo Gautier, el escritor francés que nos visitó en 1840, quedó admirado de la iglesiafortaleza de Astigarraga y desde las lumbrado de la blancura de cortinas de la cama y de los balcones de su posada, de la limpieza de los suelos y con el cuidado en todo.

En vez de unas maritornes 'embrujadas', dio con unas hermosas muchachitas muy garridas, con sus magníficas trenzas colgando sobre los hombros y perfectamente ataviadas. La comida, salvo el aceite y el pimentón, le dejó buen sabor de boca.

Descubrió' el garbanzo, "guisante que tiene la ambición de ser habichuela y lo consigue». Puso, ino faltaba más! buenos ojos a los vinos de Jerez y de Málaga. Nada dice del Rioja ni del de la Rivera del Duero.

Otro escritor que nos visitó en 1843 fue Víctor Hugo. Estuvo en San Sebastián y en Pasajes y a la capital la definió con estas palabras: «Un monte en medio del mar. La huella de las granadas en todas las casas, las huellas de la tempestad en todas las rocas, las huellas de las pulgas en todas las camisas ¡voila Saint Sebastien!».

Quedó cautivado por Pasajes: ese rincón magnífico y encantador, como todo lo que tiene el doble carácter de la alegría y de la grandeza, ese lugar inédito que es uno de los más hermosos que yo haya visto y que ningún turista visita; ese humilde rincón de tierra y mar, que sería admirado si estuviera en Suiza, y sería célebre si estuviese en Italia, y que es desconocido porque está en Guipúzcoa, ese pequeño paraíso radiante a donde yo llegué por azar y sin saber dónde me encontraba, se llama en español Pasajes y en francés Passage».


22 octubre 99 KOXKAS  R.M.

ASI NOS VIERON (3)

 Así nos vieron (3)

SIGO hoy con los testimonios que sobre el País Vasco hicieron quienes nos visitaron en pasadas décadas.

El abate francés que nos visitó en 1660 no era sacerdote y en él se observan las desenvolportan tursa y desvergüenzas de los petimetres. Llegó a San Sebastián y se dio cuenta de que las muchachas eran en su mayor parte más hermosas, más limpias e iban mejor vestidas que en Francia.

Vio a una de ellas con un talle tan gracil y tan majestuoso a la vez, que confiesa que de no haber contemplado más que su cuerpo y su cara, ocultándose el cesto que llevaba sobre su cabeza, hubiese jurado que debería tocarse con una corona.

Desde el balcón de su alojamiento contempló a un centenar de hombres vestidos de blanco danzando con espadas y con cascabeles en las piernas, de suerte que cada extremo de espada reposase en la mano izquierda de su camarada.

Danzaron después cincuenta muchachos al son de panderetas y grandes y chicos aparecían encubiertos con caretas de papel o pergamino o con velos traslúcidos.

Siete figuras de reyes moros escoltados por su respectiva dama, con más de un San Cristóbal por detrás, formaban en la comitiva. La altura de estos figurones llegaba a los segundos pisos de las casas y sus cabezotas venían a ser tan grandes como un tonel.

En 1700 se editó en Londres. un libro sobre San Sebastián escrito por «uno que acaba de venir de allí y que aquí no fue conocido hasta hace setenta y cinco años, cuando lo 'descubrió' en una librería de la capital británica Manuel López Conde, propietario de la librería Internacional de nuestra ciudad, quien lo tradujo y lo editó.

Describe el autor cómo vivían los donostiarras: la gente distinguida no salía a la calle sin haber vaciado su buena jícara de chocolate. Las mujeres, antes de ir a la iglesia, se emperifollaban a conciencia. Después de la misa, iban los hombres al muelle y luego al centro. de la ciudad.

A las 12 en punto se disolvían las tertulias, y a comer: caldo de carne con migas de pan, servido en cazuela de barro, a continuación carne asada y cocida y por último postre.

Los pescadores, dice el autor, cuando volvían de su faena, tomaban las capas de manos de sus mujeres y se ceñían los espadines, con los que paseaban por la ciudad. Sus consortes, entre tanto, armaban en el mercado la gran algarabia.

Pescadoras y vendedoras de manzanas siempre andan a la greña, se abofetean a conciencia y no vuelven a ser amigas en una semana».


21 octubre 99 KOXKAS  R.M.

ASI NOS VIERON (2)

 Así nos vieron (2)


SIGO hoy trayendo aquí testimonios de viajeros que visitaron el País Vasco y contaron algo de lo que vieron. El delegado Papal Michele Bonello en 1572 vino a España y Portugal con ocasión de la boda del rey don Sebastián. En su comitiva venía el eclesiástico Venturino quien escribió que aquí las casas eran de madera de roble y algunas tenían ventanillas y celosía, de suerte que las ventanas podrían parecer a los viandantes embarcaciones marinas. La gente nos resultó amable y bien educada, especialmente al quitarse el sombrero y honrar a los forasteros. Las mujeres se cubrían con turbantes. Acá se construyen más barcos que en todo el resto de España».


Un médico tudesco, el doctor Gaspar Stein, vino en 1610 y dijo de San Sebastián que era gran municipio, rico en comercios, con un puerto seguro y dos fortalezas. Los guipuzcoanos son ingeniosos, ilustrados, valientes, ágiles, defensores acérrimos de sus privilegios, diestros en el manejo de las armas, fáciles de atraerlos y sedientos de grandeza. Son avezados en cuestiones marítimas, destacados soldados de mar y tierra. Habitando junto al mar, se dedican a la navegación y a la pesca, en especial a la de los peces que llaman bacalaos».


Edward Hyde, duque de Clarendon, fue un viajero al que no le resultó amable la estancia aquí. Fue en 1649 y desde San Sebastián escribió un carta a su esposa en la que denuncia las incomodidades que tuvo que soportar en su viaje. Le alojaron en la mejor casa y pasó muchísimo frío a pesar de que había leña, pero no tenía dónde quemarla, a menos que hiciera arder su habitación, pues no había ni una chimenea.


El mismo año vino madame D,Aulnoy, la dama más popular de cuantas han pisado el territorio vasco. La llamaron la atención las bateleras de Pasajes. -Estas mozas son altas, de cintura delgada y color moreno, sus dientes son blanquísimos y admirables, su cabello negro y lustroso como el azabache, trenzado y rematado con lazos de cinta, cayendo abandonado por la espalda. Llevan sobre su cabeza una gasa fina bordada en oro y seda, que rodea su cuello, cubriendo la garganta; usan pendientes de perlas y coral; una especie de jubones con mangas muy estrechas como las de nuestras bohemias; su aspecto agrada y seduce. Dicese de estas marineas que nadan como peces y que no admiten en su particularisima sociedad a otras mujeres ni a ningún hombre; constituyen una especie de pequeña república independiente, a donde acuden siendo muy jóvenes las filiadas, cuando no las acompañan sus mismos padres destinándolas a tal oficio desde niñas.


KOXKAS 20 octubre 99  R.M.


EL PAIS VASCO VISTO DESDE FUERA

 El País Vasco visto desde fuera


CON este titule, Fausto Arocena publicó hace medio siglo un libro, editado por la Biblioteca Vascongada de Amigos del País, en el que el archivero provincial recogía algo de lo mucho que a través de los años habian escrito algunos de los viajeros que nos visitaron


A Estrabón le dijeron que nuestros antepasados eran sobrios y no devotos del liquido que Noé descubió. El plato fuerte de sus comidas era el macho cabrio condimentado con manteca, con lo que quedaba refinado, y el pan estaba elaborado con bellotas secas y majadas. Eran los vascos, dice, aficionados a las danzas y bailaban al coro al son de la flauta. Vestian trajes oscuros y las sayas y las capas que cubrían sus cuerpos eran de lana burda o pelo de cabra. El elemento marino vasco estaba ya presente en los tiempos del gran geógrafo griego, y dice que para sus actividades marineras usaban balsas de cuero como los wikingos.


De Picardía nos visitó en el siglo XII Aymeria Picaud, quien nos puso como hoja de parra. Dice que los vascos son feroces y la tierra en que habitan también, silvestre y bárbara. Gente sin parecidos con los demás en ritos y naturaleza.


El barón de Rosmithal, cuñado del rey Jorge Podriebad, llegó en cabalgadura en 1466 a un país donde había un pueblo malvado y asesino llamado Biskein. En este país no hay necesidad de caballo; no hay heno, ni paja, ni cuadras y además los albergues son malos. Se lleva el vino en pellejos de cabras; no se encuentra buen pan, carne ni pescado».


Pero no todos nos pintan así. En 1528 llegó Andrés Navaggiero, embajador de la soberana República de Venecia, a quien le llama la atención el pelo rapado de las muchachas y la riqueza forestal del país, donde abundaban encinas, tilos y alcornoques. Contó que aquí no se producía vino y que el trigo era escaso y de la sidra dijo que es un vino claro, bueno y blanco con un deje agrio». Al referirse a los productos manufacturados dice que en Tolosa se hacen muy buenas espadas y se crian las hermosas astas de lanzas que se llevan de aquí alguna vez a Italia, y que son de fresno, para lo cual en toda Guipúzcoa y Vizcaya plantan los fresnos en las huertas y los trasplantan dos o tres veces, quitándoles todas las hojas y ramos, menos los del copete, y así crecen derechos y hermosos y se hacen buenas lanzas de jineta-. Dice que los vascos son muy buena gente, así por mar como por tierra- y no creía que -en toda España hubiese tantos hombres valerosos como en esta región-,


KOXKAS  19 octubre 99 R.M.

martes, 18 de octubre de 2022

VERSOS TRAS EL NAUFRAGIO

 Versos tras el naufragio


El naufragio que el 19 de octubre de 1892 se cobró nueve victimas, entre ellas la del legendario Luis Carril, caló hondo en el sentimiento de los donostiarras que acudieron generosos a contribuir con su dinero a ayudar a las familias de los náufragos. Los cuatro supervivientes fueron el 28 de octubre andando descalzos al Cristo de Lezo al que dedicaron una ofrenda por haberles librado de una muerte segura Y asistieron al concierto benéfico que se celebró aquel dia en Casino en el que la orquesta dirigida por el maestro Guimón interpretó obras de Mozart, Chopin, Listz y Hendel, interviniendo también el pianista Leo de Silka y un coro dirigido por el maestro Echeverría


No podian faltar en la velada los versos, en vascuence de Pepe Artola y Antonio Arzac y en castellano de Adolfo Camio. He aqui algunas estrofas de este último autor:


Yo canté vuestro triunfo soberano, y de intenso entusiasmo el alma llena, / pude estrechar vuestra callosa mano: / y hoy al cantar también procuro en vano contener en mi pecho la honda pena. / ¡Pobres héroes! ¡Parecenme que os veo / victoriosos alzar vuestra bandera / y acoger con sonrisa placentera, / (que hasta mirar en vuestros labios creo) la aclamación de Donostiya entera. / Con esperanza y fe siempre vencieron / a las tormentas de la mar bravia. / ¡Cuántas veces sus vidas expusieron / llenos de caridad, y socorrieron a aquel que en el peligro se veia. Quien jay! pensara al ver la blanca estela / que al partir vuestra lancha iba dejando / en tan sereno mar, firmes bogando, / henchida por la brisa la ancha vela/ al irse de La Concha separando/ quien jay! pensara que en tan bello dia / lleno de luz, esplendoroso el cielo, / tan horrible catástrofe vendria / a trocar de improviso la alegria, / en lágrimas, sollozos, pena y duelo! / ¡Cuando a su hogar alegres regresaban, una racha traidora, de repente/les hizo zozobrar! En inminente peligro, sus esfuerzos redoblaban / buscando salvación inutilmente. /. (Cuán horrible es del náufrago la suerte! / ¡Luchando con el mar, desesperado, aterido su cuerpo, casi inerte / por el intenso frio anonadado / vacila, y con temor piensa en la muerte) / ¡Que horrible situación! Del océano / ante la inmensidad los ojos fijos / en balde busca una bendita mano / que salvándole a él, salve a sus hijos, / a su esposa, a su madre y padre anciano! Sin fuerzas ya joh escena aterradora! / para agarrarse a la oscilante quilla /de su querida barca pescadora / / una surca veloz su pálida mejilla lágrima ardiente, abrasadora! / En el último instante de su vida, /creyente en Dios, dedica un pensamiento/ a su esposa, a su madre tan querida/y a sus hijos envia, en un lamento, /su postrer bendición, por despedida... / Del mar la inmensa losa mortuoria/ sus restos cubre... miseros despojos /do fueron jay! valor, virtud y gloria /Con fe en el corazón, llanto en los ojos / rindamos un tributo a su memoria».


Un coro entonó unos versos de Ramón Fernández, música de Sarriegui, que decian: Mar trai dor, tumba insaciable / de miseros pescadores, / otra vez siembras dolores de viudez y de orfandad /¡Nueve más! iban alegres/viendo la mar en bonanza. Al salir cuanta esperanza! / yal volver, la eternidad!/Llora, liora. triste Easo/ a Dios por los muertos ora/ y por los vivos implora/ de todos la caridad. Y el coro de los que fueron / dirá cuando asi te vea bendita, bendita sea madre Easo ten piedad


KOXKAS  20-10-88  R.M.

ELOGIO FÚNEBRE

 Elogio fúnebre


La trágica muerte de Luis Carril, desaparecido en las aguas del Cantábrico el 19 de octubre de 1892, inspiró numerosos trabajos laudatorios del mariñel que ya pertenecía a la leyenda. Pero fue Antonio Peña y Goñi quien mejor glosó la figura del vencedor del Cantábrico. He aqui parte del luminoso artículo:


«Los montes cubiertos de sol, el Cantábrico, durmiendo; día hermoso y mar bellísima. A diez millas de la costa, el escenario del horrible drama: trece hombres flotando sobre las olas, una lancha quilla al sol; y de aquel racimo. humano, granos que se desprenden poco a poco, como fruta demasiado madura, y desaparecen en las fauces del Gran Traidor.


El exceso de confianza, un descuido lamentable, quizá la escota mordida en vez de estar sobrevuelta, una racha de viento que da un soplo a la mayor enorme y apaga la trainera como quien apaga una luz. Drama estúpido, prosaica catástrofe que se desarrolla bajo el cielo azul y el sol resplandeciente, en la superficie de una mar indigna por su belleza del servir de tumba a aquellos valientes.


La han domeñado en las tremendas borrascas, se han burlado de sus olas, han desafiado y vencido al vendaval, se han lavado las manos en el espumoso jabón de las rompientes. Y ahora caen tontamente, como principiantes, en un hermoso día de la otoñada, iluminados por el sol, acariciados por la brisa, en un ambiente templado, en la soberana quietud de la onda, espléndida marina que sirve de marco a una tragedia inverosímil.


Pérfida como la onda, ha dicho Shakespeare. Pérfida, en efecto: el colmo de la perfidia; reírse del los mordiscos de la onda y sucumbir. Así ha muerto el héroe, de muerte femenina, en brazos de Loreley, acariciado por la sirena que, desde las márgenes del Rhin, se trasladó al Cantábrico aquel día y produjo la catástrofe. Así cayeron con él ocho compañeros. Salváronse cuatro, que no han podido relatar el drama. Lo ignoran todo en el aturdimiento brutal de lo imprevisto. Estuvieron tres horas formando un haz, asombrados, entontecidos por la horrible pesadilla.


Ante su vista se desarrollaba el estupendo panorama del mar. Las demás traineras pescaban tranquilamente, navegaban a un largo, empujadas suavemente por el viento, inundadas de sol, sesteando en la inmensa superficie. Y ellos estaban allí, sosteniéndose en el agua, náufragos ignorados que esperaban la muerte como irrisión del destino. Flotaron durante tres horas, la agonía les dejó espacio suficiente para despedirse unos de otros, recordaron a sus padres, a sus madres, a sus. esposas, a sus hijos, la última hora fue apoderándose de ellos pedazo a pedazo, miembro a miembro, y sumergiéndose dulcemente con el corazón helado, puesto en el hogar doméstico, con los ojos vidriosos mirando el cielo, puestos en Dios.


La lancha que recogió a los supervivientes condujo al puerto aquellas cuatro pavesas del drama, y llegó vacía porque dejaba alli, en la profundidad insondable, los cuerpos de nueve hombres y las almas de diecinueve huérfanos. El cadáver del héroe no ha aparecido. ¡Que no aparezca! ¡Que no se le vea hinchado y amoratado, roído por los cangrejos, despedazado por los peces! Conservemos su imagen viva, huyamos de la máscara repugnante. La tumba del océano engrandece el final pequeño del vencedor de Ondárroa. Que quede en esa tumba, que descanse en la mar, ya que tanto la amaba».


KOXKAS 11-X-86 R.M.


LA MUERTE DE CARRIL

 La muerte de Carril


El vencedor de la famosa regata San Sebastián contra Ondarroa celebrada el 2 de diciembre de 1890 moría en el mar el 19 de octubre de 1892. Fue llorado en todo el litoral. El héroe del Cantá brico quedaba para siempre sepultado en las aguas, sobre las que vivió la mayor parte de sus. días. Recordemos el triste suceso.


Era un día de bonanza, el mar se hallaba tranquilo, el sol de otoño lucía espléndido. De madrugada, todavía noche cerrada, se hizo a la mar desde el puerto de San Sebastián la trainera de Luis Carril. Doce hombre bogaban a sus órdenes en busca de bocarta. Pero la pesca se les dio mal, cogieron cuatro bonitos y poco más por lo que decidieron volver a puerto. Día perdido, como tantos otros en este sufrido, duro y a veces trágico oficio de la pesca.


Estaban a nueve millas de la costa cuando una ráfaga de viento que había comenzado a pegar fuerte hizo que la trainera zozobrara. Era la una de la tarde y comenzaba el drama. Como podían, aguantaban aquellos trece hombres esperando que alguna barca se apercibiese del naufragio y les auxiliara. Algunos, como Carril, se despojaron de sus ropas para aguantar mejor. La ayuda no llegaba, el oleaje crecía, las fuerzas comenzaban a fallar, pues la resistencia humana tiene unos límites. El frío se iba apoderando de los cuerpos de los bravos mariñeles qué, uno a uno, se daban por vencidos y desaparecían entre las aguas. Seguían algunos agarrados al casco de la trainera. Habían izado un remo al que habían atado una camisa como banderola que significaba un SOS todavía esperanzador. Uno de aquellos hombres, Ascensio Landaberea, al ver que una lancha pasaba relativamente cerca, hizo señales a sus compañeros, pero fueron inútiles, no les vieron.


Carril intentaba dar valor y fuerza a sus compañeros. Perdida toda esperanza, sólo les quedaba la ayuda de Dios. Les dijo el patrón: «Si salimos de ésta, iremos descalzos a Lezo a 'sacar' una misa al Santo Cristo...» Los minutos parecían horas y sobre las tres de la tarde, desfallecido, agotado, Carril se hundió en el agua. Algunos compañeros intentaron ayudarlo, pero el oleaje lo impidió. El mar exigía su tributo, y el vencedor olímpico como le llamaron los periódicos tras la victoria sobre Ondárroa, desapareció definitivamente. Había resistido dos horas.


A las cuatro de la tarde se acercó la lancha calera «Avelina>>, patroneada por Francisco Iturriza «Pólvora» que había visto los restos del naufragio. Todavía quedaban con vida, agarrados a su barca, cuatro hombres: Ramón Echenique, Lorenzo Ituarte, Pedro Galdós y Ascensio Landaberea. Todos los demás, habían desaparecido: Luis Carril, José Joaquín Landa, José María Taberna, José Beobide, José Miguel Egaña, Luciano San Sebastián, Francisco Aguirre, Mariano Blanco y Manuel Uribe


Carril tenía el proyecto de retirarse de la pesca cuando terminara la temporada de bocarta. El mar lo retiró antes. La lancha que tripulaban los náufragos era la misma que había zozobrado hacía tiempo, yendo tripulada por el padre de Carril y de Mariano Blanco.


Las ayudas a las familias abundaron, el Casino organizó un concierto benéfico, la Unión Artesana una estudiantina. La suscripción popular abierta alcanzó el primer día la cantidad de 4.123,25 pesetas con donativos que iban desde las mil pesetas a los veinticinco céntimos.


KOXKAS 18-X-86 R.M.

LA TRAGEDIA

 La tragedia


Aquel miércoles 19 de octubre de 1892 se anunciaba dia bonancible cuando a las seis de la mañana salia del muelle donostiarra Luis Carril en su lancha con doce tripulantes. Al iniciarse la tarde, sobrevino la tragedia. Uno de los supervivientes, Román Echenique, contó después lo sucedido.


«Nos alejamos bastante de las demás lanchas que como nosotros se dedicaban a la pesca de la anchoa. El tiempo era bueno y toda la mañana el viento tuvo poca violencia. Pero a la una, aproximadamente, estando a nueve millas de la costa, nos sorprendió una racha de viento que volcó la lancha».


Vogaba la lancha de Carril con dos velas yendo descuidadamente porque no habia peligro. A milla y media navegaban otras. lanchas donostiarras y a mayor distancia varias lanchas caleras. se dedicaban a la pesca del bonito. Una racha de viento cogió de costado la lancha y venció el velamen volcando la barca que por el peso de sus palos y velas quedó quilla arriba. Los trece hombres cayeron al agua. Por entre el velamen, las redes y objetos diversos que llevaban en la lancha, doce de ellos reaparecieron un momento después; uno solo quedó cogido entre las redes y no reapareció. Carril fue el primero que mostró serenidad y energía. «¡Mutillak! Cogeros a la lancha. Resistid, por Dios. El nos ayudará y vendrá a salvarnos>>, dijo el patrón.


Dando ejemplo, Carril intentó mantenerse agarrado a la lancha y comenzó a desnudarse. Pero a medida que transcurrian los minutos, las fuerzas iban menguando. Llegó un momento en que uno de los hombres, Mariano Blanco, sintió yertos sus miembros y frías sus manos. «No puedo resistir, gritó antes de desaparecer en las aguas. «¡Adiós, amigos míos, voy a morir! ¡Mis hijos! ¡Dios mio, recibidme...!


Tras él José Miguel Egaña como el joven Francisco Jáuregui fueron desapareciendo en las aguas. Dos mortales horas duró aquella agonía. Quedaban siete agarrados a la lancha. El frío era intenso, las aguas estaban heladas. Vieron una lancha que en la lejanía parecia acercarse hacia los náufragos. Román Echenique nadó hasta donde flotaba un remo para hacer señales, pero la lancha no las vio. Una hora más tarde Pedro Galdós gritó: «Allá viene otra lancha. ¡Animo patrón, animo mutillak! Vamos a hacer una señal, Dios nos ayudará». Y colocando su chaqueta al extremo de un remo comenzó a agitar éste.


Carril, que tenia 46 años, estaba agotado. «Es inútil, ya no. puedo más. Aunque vengan, yo habré muerto ya», decia el patrón. «No, no, ánimo patrón», le decían los supervivientes. Renació la esperanza, pues la lancha les había visto y avanzaba hacia ellos. Pero Carril no podia mantenerse, su sangre estaba helada, sus ojos miraban a la embarcación salvadora ¡Cinco minutos y estarian salvados! Pero Carril no podia aguantar más «Adiós mutillak. Ya no veré más a mi mujer ni a mis hijos. ¡Dios mio, Dios mio! Voy a verte. Si os salváis, rezad por mi....


En aquel momento un golpe de mar hizo girar sobre su eje a la lancha a la que estaban agarrados y Carril desapareció en las aguas. Instantes después también desaparecian José Maria Taberna y José Joaquín Landa... Cuatro se salvaron Román Echenique, Pedro Galdós, Lorenzo Ituarte y Ascensio Landaberea La lancha que les salvó la patroneaba Francisco Iturriza Pólvora', que habia ganado una apuesta a favor de Carril en: la regata de Ondarroa.


KOXKAS   19-10-88  R.M.


CARRIL

 Carril


El 20 de octubre de 1892 moría en un naufragio Luis Carril y con él ocho mariñeles. Antonio Peña y Goñi glosó en un emotivo trabajo el triste acontecimiento. Reproduzco parte. -Los montes cubiertos de sol, el Cantábrico durmiendo, día hermoso y mar bellísima. A 10 millas de la costa, el escenario del horrible drama: trece hombres flotando sobre las olas, una lancha quilla al sol, y de aquel racimo humano, granos que se desprenden poco a poco, como fruta demasiado madura, y desaparecen en las fauces del Gran Traidor. El exceso de confianza, un descuido lamentable, quizá la escota mordida en vez de sobrevuelta, una racha de viento que da un soplo a la mayor enorme y apaga la trainera como quien apaga una luz.


Pérfida como la onda ha dicho Shakespeare. Pérfida, en efecto; el colmo de la perfidia; reírse de los mordiscos de la onda y sucumbir a sus besos. Así ha muerto el héroe, de muerte femenina, en brazos de Loreley, acariciado por la sirena que, desde las márgenes del Rhin, se trasladó al Cantábrico aquel día y produjo la catástrofe. Así cayeron con él ocho compañeros. Salváronse cuatro que no han podido relatar el drama. Lo ignoran todo en el aturdimiento brutal de lo imprevisto. Estuvieron tres horas formando un haz, entumecidos por la horrible pesadilla. Ante su vista se desarrollaba el estupendo panorama del mar. Las demás traineras pescaban tranquilamente, navegaban a un largo, empujadas suavemente por el viento, inundadas de sol. Y ellos estaban allí, sosteniéndose en el agua, náufragos ignorados que esperaban la muerte como irrisión del destino.


Flotaron durante tres horas, la agonía les dejó espacio suficiente para despedirse unos de otros, recordaron a sus madres, a sus esposas, a sus hijos, la última hora fue apoderándose de ellos pedazo a pedazo, miembro a miembro, y sumergiéndose dulcemente con el corazón helado, puesto en el lugar doméstico, con los ojos vidriosos mirando al cielo, puestos en Dios.


La lancha que recogió a los supervivientes condujo al puerto aquellas cuatro pavesas del drama. Y llegó vacía porque dejaba allá, en la profundidad insondable, los cuerpos de nueve hombres y las almas de diecinueve huérfanos. héroe no ha


El cadáver del aparecido. ¡Que no aparezca! ¡Que no se le vea hinchado y amoratado, roído por los cangrejos, despedazado por los peces! Conservemos su imagen viva, huyamos de la máscara repugnante de la muerte. La tumba del océano engrandece el final pequeño del vencedor de Ondárroa. Que quede en esa tumba, que descanse en la mar que tanto la amaba».


KOXKAS 20 octube 92 R.M.


LUIS CARRIL

 Luis Carril


Fue en su tiempo el idolo de la gente de mar, el vincitors. como le llamó Rodrigo Soriano y Aldamar con los versos de Leopardi tras su épica victoria sobre los de Ondarroa Luis Carril era el mejor patrón de traineras de toda la cosa, desde Higuer hasta Machichaco y su palmarés, antes de la regata con Ondarroa asi lo proclamaba. Había vendido en Zarauz en una regata celebrada en honor de Isabel II. había ganado a Orio al terminar - la segunda guerra carlista, victoria que se repitió en 1878 contra los mismos rivales, habia triunfado en las regatas celebradas en la Concha en honor de la Reina Maria Cristina con motivo de su primer veraneo en San Sebastián, en 1889 habia dejado atrás a Pasajes de San Juan y a Pasajes de San Pedro también en aguas donostiarras. Y luego la gran victoria contra Ondárroa en un desafío en el que se ventilaba la supremacia en el Cantábrico.


Los detalles de aquella regata celebrada el 2 de diciembre de 1890 se han referido muchas veces y se seguirán narrando como una gran epopeya que hizo vibrar a un pueblo. Todo San Sebastián esperaba aquella tarde en el muelle a Carril y a sus hombres. Cuando a bordo de un «Mamelena- llegaron al puerto, una gran pancarta decía: Gora gu ta gutarraki (¡Arriba nosotros y los nuestros!). En el café de la Marina celebran el triunfo los vencedores y allí, el alcalde de San Sebastián, que lo era don Manuel Lizarriturry les entregó la felicitación de la Reina Maria Cristina quien pocos días después les recibió regalándoles una medalla de la Virgen del Coro.


Dos años más tarde, el 19 de octubre de 1892, hoy hace noventa años, Luis Carril con su tripulación salió a pescar y cuando se hallaban a unas diez millas de la costa les sorprendió la galerna. Un golpe de mar dio la vuelta a la embarcación y los mariñeles, agarrados a la lancha. esperaron inútilmente ayuda. Se les iban agotando las fuerzas según pasaba el tiempo. Carril, el mayor de toda la tripulación, con sus 46 años a cuestas, les infundía ánimos. Vieron una barca que volvia a tierra y pusieron una camisa en un remo izándolo como señal de auxilio. Pero la embarcación no los vio. Llevaban cuatro horas en el agua y les comenzó a fallar la esperanza. «Si salimos de ésta-les dijo Carril- iremos a Lezo y sacaremos una misa para dar gracias al Cristo.


Cada vez quedaban menos hombres agarrados a la tripulación. Pocos minutos después de desaparecer en las aguas Joaquin Landa, una lancha calera. la «Avelina», les avistó y fue en su auxilio. Quedaban cuatro hombres extenuados que narraron las trágicas horas.


Unos días después, cuatro hombres iban a pie desde el muelle donostiarra hasta el Santuario de Lezo a sacar una misa ante el Cristo. Eran los cuatro supervivientes de la trágica jornada


La muerte de Carril en tan dramáticas circunstancias agregó una nueva aureola a su figura que todavía sigue con los ropajes que la leyenda envuelve a los héroes y a los mitos.


A.M.19.X-82 KOXKAS


sábado, 15 de octubre de 2022

EL CONVENTO DE SANTA TERESA

 El convento de Santa Teresa


No diré yo que hoy San Sebastián vive de espaldas al convento de Santa Teresa, donde unas religiosas oran y laboran, a las que se acercaban antaño nuestros mayores en los momentos de las dificultades.


La presencia del convento de Santa Teresa en la vida de la ciudad fue en siglos pretéritos intensa y constante. Con motivo de las muchas guerras que ha vivido San Sebastián, cuando fueron cerradas las parroquias de Santa María y San Vicente, el templo abierto era el de las religiosas carmelitas, en cuya iglesia se administraban los Sacramentos y se celebraban los funerales.


Un cronista de la ciudad escribió hace muchos años: «Preguntad a las familias de abolengo donostiarra lo que para ellas suponía el convento de Santa Teresa, y oiréis que en su iglesia se cobijaba todo cuanto San Sebastián tenía de místico o devoto. Los ejercicios espirituales allí se tenían: las cofradías más antiguas como la del Rosario y la Tercera Orden de San Francisco, en ella practicaban sus cultos mensuales; el subir sus empinadas escaleras los días clásicos como el 16 de julio y el 15 de octubre, era para muchos cuestión de honor; el ser uno agraciado el día de la fiesta onomástica con una fuente monumental de arroz con leche, bañada con canela, era el más valioso regalo que se podía apetecer; nada digamos de los pajaritos de papel que con los nombres de los Santos Patronos se repartían y aún se reparten a domicilio al comenzar el año, pues ellos demuestran que en el silencio del claustro había alguna alma sensata que se acuerda del pecador.


En los claustros de Santa Teresa han vivido las hijas de las familias más linajadas, y aunque sepultadas para el mundo, su recuerdo no se extinguía entre nuestros conciudadanos, quienes la iban recordando de generación en generación, con sus fisonomías fisica y moral».


A los oficios de Semana Santa siempre acudía uno de los tenientes de alcalde del Ayuntamiento, y él era el que guardaba la llave del Sagrario del Monumento desde la mañana del Jueves a la del Viernes Santo.


Cuando no hace tantos años el tráfico rodado por nuestras calles no era como ahora, yo recuerdo que en las vísperas de las fiestas importantes, al atardecer, el volteo de las campanas de Santa Teresa llegaba a casi toda la ciudad. Y cuando cesaba, otro convento, el de San Bartolomé, comenzaba a enviarnos el mensaje que anunciaba que faltaban pocas horas para la fiesta del Corpus o de la Ascensión o de la Inmaculada.


R.M.15 octubre 95 KOXKAS


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