Los hombres de Sicilia
Estos días los hombres del Regimiento de Sicilia, de guarnición en San Sebastián desde el año 1719, celebran el 457 aniversario de su fundación. Fue el 23 de octubre de 1534 cuando el rey Carlos I expedia un decreto dirigido al virrey de Nápoles ordenándole que las fuerzas de infanteria que estaban en la isla de Sicilia constituyeran un Tercio bajo el pie de doce compañías. El nombre de Tercio procede de la formación de unidades militares en las que figuraban las armas que entonces se usaban y pique eran arcabuz, espada co, y de ahi que a los soldados se les llamase, respectivamente, arcabuceros, doseletes y piqueros. Fue Gonzalo de Córdoba, el Gran Capitán, quien acopló las tres armas. Y el título de Tercio apareció por las reformas decretadas por los Reyes Católicos, el cardenal Cisneros y Carlos V.
El Tercio de Sicilia, junto al de Lombardía -formado por infantes residentes en la ciudad de Milán- sirvieron de modelo a los demás y estaban regidos por unas ordenanzas en las que constaban severas prescripciones morales y normas religiosas, imponiéndose castigos a quienes delinquian. Dice un cronista que a la par que se cultivaba el espíritu, se educaba el corazón del soldado y se atendia el desarrollo y educación de las. fuerzas fisicas, siendo los dos Tercios citados restauradores de las prácticas griegas en ejercicios de gimnasia, el manejo de las armas, correr, saltar, nadar y cuanto se reputaba de utilidad en campaña. Aquella infanteria asi formada dejó atrás a la francesa, la alemana y la italiana, y fue considerada por sus hazañas la mejor del mundo.
Cuando se fundó el Tercio de Sicilia, constaba de doce compañías y cada compañía de 150 hombres con un capitán, un alferez y dos sargentos, y la plana mayor contaba con un maestro de campo, sargento mayor, capitán barrichel de compañía, dos alguaciles y un carcelero.
El Tercio de Sicilia comenzó siendo mandado por el maestre de campo Jerónimo de Mendoza, y fue en La Goleta, fortaleza defendida por los mejores hombres que entonces tenia el turco, donde escribió su primera página de gloria. Asaltaron la fortaleza con tal brio, que el emperador Carlos V, que presenció la acción, calificó a aquellos bravos con estas palabras: «Son mis leones de España». Después, los de Sicilia combatirían en Francia, Italia, Alemania, Países Bajos, el Danubio, Portugal... Los nombres de La Goleta, Túnez, Argel, Disier, Ligni Mariemberg, Francfort, Turín, Bruselas, San Quintin, Gravelinas, Cascaes, Granada, Setubal, Malta, recuerdo son de batallas en las que escribieron con sangre su nombre. En Mulberg, los de Sicilia atravesaron el Elba a pie firme con los mosquetones y municiones sobre su cabeza expurgando de enemigos la orilla derecha, decidiendo aquella memorable batalla. En Agilastro, Stefarda y Gerisola murieron para no conocer la derrota, y en Gelves, en la escuadra del duque de Medinaceli, resistieron y perecieron casi todos en la lucha. Pero no fue ésta la única acción en el mar de los de Sicilia: también estuvieron en Lepanto, en la Invencible, en Messina.
No soplan ahora vientos muy favorables a la milicia y la gente se olvidó de lo que escribió Spengler: «Al final será un pelotón de soldados el que salve la civilización, o el verso de Rubén Dario: «La alta virtud resucita/ que a la hispana progenie hizo dueña de siglos».
KOXKAS 23 octubre 91 R.M
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