Otoño
Ya estamos en otoño, en el purpúreo, apacible y dulce. otoño tan agradable y grato en el País Vasco Atrás queda el verano con sus calores, con su luz. intensa, con el ajetreo de la ciudad atiborrada de gente, con las horas de la playa, con las fiestas. callejeras, con las nuevas amistades hechas a la sombra de los toldos mientras se gusta y se regusta del ocio
Ya todo esto queda en nuestra retaguardia y se nos abre el otoño con el viento Sur que nos trae las primeras palomas, con los cazadores a la espera de cobrar sus piezas, con ese Tartar in que durante meses y meses ha estado soñando en estos momentos. El campo muestra unos colores tristes, los árboles van perdiendo las hojas y la Naturaleza dijérase que se muestra adormecida en espera de los frios y las nieves del invierno.
He subido al monte Urgull y desde alli he contemplado una vez más el paisaje. Unos barcos que vuelven al puerto. el humo de las cocinas. las casas y villas que pueblan las colinas que rodean la Concha, la playa casi desierta las olas muriendo en la arena El poeta lo dijo: «La ola, cuando el viento pasa, llora». A mis pies queda la ciudad, veo las torres de sus iglesias, los pequeños rascacielos que una inexplicable politica municipal autorizó a levantar, los coches. que circulan unos hacia Ondarreta y otros hacia el centro de la urbe. En la lejanía, Igueldo y Mendizorroz y el verde ya sin la fuerza del estio de los montes. Hay un ritmo rápido en la vida. de nuestras ciudades de hoy. pero algunas como San Sebastián tienen estos rincones. donde bajo los ramajes seculares puede uno sentirse en soledad.
Estamos en tiempo propicio para las pequeñas excursiones por los alrededores de la ciudad, por los valles de Loyola of de Ibaeta, donde entre tierras labradas y caserios todavia pueden verse rebaños de ovejas. donde hace tiempo se oia la chalaparta en ésta época del año como original manera de llamar a la vecindad en los días de elaboración de la sidra. Se llamaba desde los primitivos caserios que tenian tolares a los vecinos para que prestaran su ayuda en la trituración de la manzana. Un viejo cronista escribió hace años: "En la hora del crepúsculo, atardeceres de los dias incomparables del otoño de Donosti, llegaba hasta la ciudad el eco de los primitivos elemenlos de la elaboración de la sidra. la chalaparta, el tin... tan pausado que los caseros ejecutaban con verdadera maestria anunciando de esa manera tan original que en ei cercano caserio se estaba elaborando la bebida más sana y que más aceptación tiene entre los errikoshemes: el dorado zumo de la manzana.
El eco de la chalaparta no llega ya hasta la urbe, ahogado entre los ruidos de la moderna civilización. A esta bucólica y ancestral música la ha matado el motor de explosion.
KOXKAS 23-10-83 R.M.
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