viernes, 27 de noviembre de 2015

La circulación en las calles

LA circulación rodada comenzaba a ser , en 1927, un problema en las calles de San Sebastián.Cuando había un acontecimiento , como los toros, los embotellamientos eran constantes. Y en horas y días normales, ni los conductores ni los peatones hacían mucho caso a las disposiciones vigentes sobre circulación. Por eso al comenzar la Semana Grande de aquel año el alcalde , don José Antonio Beguiristain, dictó un bando que hoy llamaría la atención al lector, pero es que hace setenta años pocos cumplían las disposiciones dadas en este orden de cosas.

Decía el bando que los peatones no circularían por el centro de las calles y que al atravesar las lo hicieran por las bocacalles. La velocidad máxima de los coches dentro de la población sería de 35 kilómetros-hora y en la Parte Vieja, 20 kilómetros-hora.

Quedaba terminantemente prohibido a los vehículos de motor el escape y circular sin silenciador. A los taxistas se les prohibía fumar estando de servicio y a los viajeros se les recordaba que no tenían que satisfacer más dinero que el que marcase el aparato-taxímetro, y cuando el servicio fuera más allá del límite , el derecho a percibir el precio del regreso se entendería que era únicamente hasta la entrada del límite. Se prohibía que junto al "chauffeur" viajara persona ajena a quienes hubieran tomado a su servicio el coche.

A los autobuses se les recordaba la obligación, cuando fueran a subirse o bajarse viajeros, de acercarse a su derecha para que los viajeros pudieran montar desde la acera o apearse en ella. Les estaba prohibido pararse en el centro de las calles y circular detrás de los tranvías.

Ningún vehículo podía cruzar a los tranvías en sus paradas, debiendo detenerse hasta que éstos reanudaran su marcha.

Se establecía la circulación única en las siguientes calles : Garibay (en el sentido de Boulevard a la Avenida), Idiaquez y Legazpi (en el sentido de la Avenida a Boulevard), Alameda números pares (en el sentido de Zurriola a Igentea) y números impares (en el sentido Alderdi Eder a Zurriola); Zubieta, dirección Avenida a Miraconcha, y San Martín hasta la calle Easo, en dirección Miraconcha hasta la mencionada calle.

Por la Alcaldía se dieron órdenes a los guardias municipales para que se cumpliera este bando, anunciando el Ayuntamiento que serían multados los padres de los chiquillos que atravesaran las calles alocadamente.

Alguna circular parecida a la que comentamos nos haría falta hoy, para regular la circulación, sobre todo en determinados lugares y en determinados momentos.

(KOXKAS - R.M. - DV) 


¡AUPA LA REAL DONOSTIARRA!

AHORA que la Real Sociedad de Foot-Ball está pasando unos malos momentos, voy a recordar en esta columna el nacimiento y primeros pasos del club donostiarra. En 1903 se creó el San Sebastián Recreation Club, que vestía unas camisetas con franjas verdes y amarillas. Había entonces otros equipos de foot-ball en nuestra ciudad como el Avión y el Antiguotarra del Antiguo, el Español de Amara, el Esperanza y el Amaikak Bat de la Parte Vieja, el Luchana del barrio de San Martín, el Fortuna, el Old-Boy Club y el Shartako del centro.

Fue en 1905 cuando el Athletic de Bilbao se enfrentó por primera vez con el San Sebastián Recreation Club en Lamiaco, terminando el encuentro con empate a uno. Los donostiarras jugaron el Campeonato de España juntamente con el Madrid y el Athletic, ganando los madrileños, quedando segundos los donostiarras.

Después se separaron del San Sebastián Recretion Club algunos de sus miembros que formaron el San Sebastián Foot-Ball Club. El 19 de marzo, el equipo donostiarra formado por Iñiguez, Artola y Perojo; Aurrecoechea, Martinez y Regalado; Solano, Sena, Minondo, Goitia y Gil, se enfrentó en Ondarreta al Irún Foot-Ball Club, venciendo los donostiarras.(EL PUEBLO VASCO(20/04/1905)


El 14 de marzo de 1909, en un partido frente al Stade Bordelaise estrenó vestimenta nueva: camisola blanquiazul con calzón blanco, venciendo por 5 a 2, Dos días después, el partido fue contra el club Stade Francaise de París, batiéndose un récord en el tanteador, 12 a 2 a favor de los jugadores donostiarras, habiéndose fallado dos penaltis y anulados dos goles más.

En la primavera de 1909 se jugó el Campeonato de España en Madrid, participando cuatro equipos gallegos, dos vascos y dos de Madrid. Los donostiarras comenzaron ganando por 4 a 2 al Athletic de Bilbao, al Galicia y el 8 de Abril se enfrentaron al Español de Madrid en la final. En el descanso el doctor Sáez Alonso, el presidente, reanimó a los donostiarras con sorbos de cola y té. El resultado fue 3 a 1 a favor de los del San Sebastián.

La Banca Brunet cedió los terrenos de Ondarreta, donde se levantan hoy las villas , inaugurándose el campo el 31 de Octubre de 1909, en un partido contra el Stade Bordelais, al que venció por dos a uno. (EL PUEBLO VASCO (01/11)(pág.02)

El presidente Juan Olave de la nueva Sociedad de Foot-Ball, pidió al conde de Caudilla solicitara en la Corte autorización para poder anteponer al título el calificativo de Real. El 11 de febrero del año 1910 se recibió la Real Orden que lo autorizaba.

(KOXKAS -R.M.-DV)


NOSTALGIA DEL AYER

HABIA nacido en el último tercio del siglo XIX y vivió intensamente el San Sebastián festivo y koskero, aquel San Sebastián que cabalgó entre dos siglos y llenó de fiestas y de alegrías las calles de nuestro pueblo.

Me estoy refiriendo a Luis Irastorza, quien en 1916 fundó la sociedad Gaztelupe y en 1934 Gaztelubide, intervino activamente en la vida de aquella Fanfare con Shotero Irazusta, en el Orfeón de la Castaña, con los cosacos de don Pío.

Cuando iba a llegar a los 80 años de edad, en 1953, evocaba emocionado, con nostalgia, los años de su juventud, y a los que fueron sus compañeros en los desfiles festivos de 1900, a Segundo Berasategui, que era jefe de guerreros, a Tabuyo, de nigrománticos, a Canales, de demonios, a Ramón Cabra, tambor mayor.

La Fiesta de San Sebastián, la del 20 de enero, la celebraban por todo lo alto.

Empezaban con una buena cena y a las dos o las tres de la mañana tomaban las sopas de ajo.

A las 5 salía la Tamborrada de la Unión Artesana, a las siete y media iban al toro ensogado, que se suprimió en 1902, supresión que les pareció muy mal, habiendo protestas numerosas y algún disturbio, interviniendo la tropa que salió a la calle.

El de San Sebastián era uno de los días grandes de entonces, pero no el único. Estaban la Candelaria con las comparsas de iñudes y caldereros, San Vicente, el Jueves Gordo, los tres días de carnaval, comenzando en estas fechas los bailes de máscaras, que se celebraban los domingos hasta el de Piñata, inclusive.

Luis Irastorza heredó de sus padres el negocio de las casetas de la playa que o continuó hasta que entró en el Ayuntamiento. Sus aficiones fueron las Sociedades, el frontón y el buscar buena sidra para la sociedad.

Lo suyo era fomentar lo popular, lo donostiarra. Para la busca de la buena sidra era preciso, decía, ser muy conocedor de las propiedades de los manzanales y de los caseros, no olvidando el dicho al casero y al gorrión, con perdigón. Les llamaban, a él y a las sociedades populares, egoístas porque no dejaban entrar en ella a las mujeres.

En su defensa decían que en las contadas ocasiones que las dejaban entrar, eran ellas las últimas en levantarse. Un periódico le preguntó una vez cómo conseguían estar juntos en las sociedades, en buena armonía, armadores y pescadores, comerciantes y barrenderos, y les contestó que porque no entraban las mujeres.

Figura entrañable, popular, la de Luis Irastorza en un San Sebastián de los primeros cincuenta años del siglo XX.

(KOXKAS - R.M. - D.V.)


martes, 24 de noviembre de 2015

LA FIESTA DE SANTA LUCIA

HACE cien años había en San Sebastián muchos talleres de modistas en los que trabajaban cientos y cientos de alegres muchachas que al salir de darle a la aguja y a la plancha animaban las calles de la ciudad y los días festivos los lugares donde había baile.

Hoy en día todo ha cambiado y las prendas que usan las mujeres vienen ya elaboradas en grandes talleres repartidos por la geografía española y francesa.

Al desaparecer los talleres locales, ha desaparecido el mundo de las modistillas que el día 13 de diciembre celebraban animadamente la fiesta de su patrona. Era la fiesta de Santa Lucía.

El periódico calificaba de simpática y admirada a la clase de modistas, y al llegar la fecha de su gran fiesta, escribía en sus páginas :
" El tipo de modista es siempre clásico y siempre de actualidad. Ellas suelen ser las más guapas, las más elegantes, las más airosas, porque a vueltas constantemente con los figurines y con los refinamientos de la moda, saben más que otras de su propio sexo, cómo se viste mejor y hasta cómo se ríe picaresca y salerosamente.

Ellas son también las que prestan perdurable animación a los paseos y a los bailes, hasta el punto que si dejaran de existir, las calles y los salones de reuniones públicos parecerían unos cementerios o poco menos".

Los primeros honores rendidos por las modistas a Santa Lucía fueron los religiosos, celebrando en algunas iglesias solemnes misas y a cuyas ceremonias asistieron las muchachas "con un pedazo de su alma puesto en Dios y con otro puesto en los regocijos profanos que las esperaban".

Terminadas las ceremonias religiosas, las modistas dedicáronse a pasear por las calles, reuniéndose después en diferentes restaurantes para celebrar comidas íntimas.

Al final de la tarde hubo una función en el Teatro Principal que resultó, según el periódico, archidespampanante, con la totalidad de las localidades ocupadas por las que resultaban ser hábiles "manejadoras de la aguja".

Se representó la obra "El genio alegre", cuyas escenas retozonas  y llenas de colory alegría encajaron admirablemente en la clase de público que llenaba aquella tarde el teatro donostiarra.

El día de San Lucía se cerró con dos animadas horas de baile en la Plaza de la Constitución.

Desde las ocho a las diez de la noche sopló con las mejores ganas la banda "Iruchulo", hartándose de bailar todas las modistas de San Sebastián y las que nada tenían que ver con el oficio.

(KOXKAS - R.M. - 2002)

EL EDIFICIO DEL GUIPUZCOANO

La sociedad Banco Guipuzcoano, nació el 9 de Octubre de 1899 y su primera y provisional sede estuvo en el piso principal del número 4 de la calle de Legazpi. Adquirido al empresario Eduardo Dupouy el pabellón de la esquina de las calles Fuenterrabía, San Marcial y Avenida, se realizaron obras para acomodarlo al destino del Banco. Este edificio es el que actualmente sigue ocupando. Las obras fueron dirigidas por los arquitectos don Ramón Cortazar y don Luis Elizalde, y en estos casi cien años desde su inauguración, en julio de 1902, muy poco ha variado el Banco, prueba de que acertaron en sus obras. Merece la pena realizar una breve descripción de la casa tal como estaba cuando fue inaugurada.

Daba acceso al edificio una amplia escalera de piedra sobre el atrio circular, también de piedra labrada, cuyo techo sostenía la terraza que el edificio tenía en su piso principal. En el vestíbulo, en sus muros y techos, había una decoración combinada de piedra y madera con un severo friso de mármoles de color, que labró la casa Francisco López, de Zaragoza.

Al entrar en el hall o salón , se presentaba un hermosísimo golpe de vista. El espacio que se destinaba al público estaba separado del que ocupaban los escritorios del Banco por un gran mostrador de roble que descansaba sobre un zócalo de mármol rojo, hallándose la mesa de mostrador sostenida por palomillas de bronce. Sobre los tres lados del mostrador había una guarnición de bronce en la cual encajaban los varios ventanillos por los que se comunicaba el público con los distintos negociados.

Descansaban sobre el mostrador sosteniendo el techo que estaba a gran altura, diez esbeltas columnas de hormigón armado, imitación de mármol rojo y cuyos capiteles, bases y parte tercia del fuste, eran de bronce. En todos sus detalles como en su conjunto, era de un gusto exquisito esa decoración del mostrador y de las columnas que sobre él descansaban.

El hall o patio estaba iluminado por luz cenital que la proporcionaba una vidriera de colores,obra del famoso Jules Maumejean, de Biarritz, y tenía, además, luz y ventilación a través de quince grandes ventanas defendidas por artísticas rejas de hierro forjado. En esas ventanas había ingenioso mecanismo para abrir y cerrar sus persianas, que eran una novedad en San Sebastián.

Sobre la planta baja, había una balaustrada de bronce. Nada más lujoso, artístico y de mejor gusto que los paneles de la balaustrada. Las escaleras del edificio eran de mármol blanco.

Algo, no mucho ha cambiado el edifico de hace un siglo con el de hoy, pero ofrece una imagen clásica.

(KOXKAS - R.M. - 2002)



martes, 19 de mayo de 2015

EL ÓRGANO DE SANTA MARÍA

El órgano de la parroquia de Santa María fue adquirido el año 1862, construido por la casa A. Cavallecol, de París. Lo costeó el Ayuntamiento donostiarra y costó diez y seis mil duros.

Tiene tres teclados de octava tendida para las manos y un teclado de pisas de 27 notas para los pies. El teclado mayor tiene los siguientes registros : flautado, veintiséis, violón, trece, flauta, trece, violón, trece, flauta armónica, viola, de gambas; octavas y tapadillo.

Además de estos ocho registros de fondo tiene los registros de combinación de trompeta magna; trompeta real; clarín;docena; quincana; compuesta-diecinueve y corneta.

El segundo teclado tiene como registros de fondos: trece flautado; trece violón; unda maris; salcional; flauta octaviana y viola; y como registros de combinación : la trompeta real; el clarinete; el clarín; la docena; la quincana y el piccolo.


El tercer teclado llamado de expresión, tiene como registro de fondo : la voz  humana; el violoncello; la voz celeste; la viola de amor; la flauta armónica y la voz angelical. Y como registro de combinación : la trompeta; los bajos; el oboe; el clarín y la flauta octaviana.

El teclado de pisas tiene como de fondo : cincuenta y dos violón, flauta do mayor y trece flautado , y como de combinación : bombardas ; trece-trompeta y clarín.

Además tiene catorce pedales de combinación ; el primero para poner en movimiento la maquinaria neumática ; el segundo para sacar a la vez todos los registros de combinación del teclado mayor; el tercero para sacar a la vez todos los registros de combinación del segundo teclado ; el cuarto para sacar los registros de combinación del teclado de expresión ; el quinto para sacar los registros de combinación del teclado de pisas ; el sexto para unir el primer teclado del segundo ; el séptimo para unir el de expresión al primer teclado ; el octavo para atar las pisas al primer teclado ; el nueve para atar las pisas al segundo teclado ; el diez para atar las pisas de expresión , el once para unir octavas ; el doce para fuertes y pianos ; el trece para vibraciones y el catorce para imitar tempestades, etc., etcétera.


Muy pocos de mis lectores habrán comprendido toda esa descripción que he hecho en esta columna, yo desde luego no. Pero se darán cuenta del magnífico órgano que tenemos en Santa María, uno de los mejores, tel vez el mejor que hay en España.

Vistos estos datos que publicaba Mendiz Mendi en La Voz de Guipúzcoa en 1902, se los mostré a un organista y me aconsejó que los publicara pues interesarían a una minoría, de músicos de profesión.

(R.M. - KOXKAS .- DV. 17/03/2000)


EL GENERAL GARRO

La familia Garro era una de las más ilustres de Guipúzcoa en el siglo XVII y uno de sus miembros José de Garro, destacó en el ejercicio de las armas en las lejanas tierras de América. La familia era vecina de los municipios de Guipúzcoa de Salinas-Gatzaga y de Mondragón y en este último pueblo nació hacia 1640 la figura que nos ocupa. En su juventud peleó José de Garro en las campañas de Cataluña y Portugal, solicitando después un destino en Indias, obteniendo el gobierno de Buenos Aires.

El gobernador de Río de Janeiro, entonces colonia portuguesa, general Lobo, estableció cerca de Buenos Aires la colonia del Sacramento. Era aquél un territorio despoblado, pero que siempre había pertenecido a España, ante tal agresión, el general Garro pidió instrucciones al virrey del Perú, recibiendo la orden "de arrojar inmediatamente a los portugueses del establecimiento del que acababan de posesionarse".

Reunió Garro a las pocas fuerzas que tenía a sus órdenes y unos tres mil indígenas y presentándose ante los portugueses les tomó por asalto la madrugada del 7 de agosto de 1680, haciendo prisioneros a sus jefes. Ante la brillante acción militar, no faltaron las intrigas producto de las envidias, y el general fue trasladado a Chile, donde fue recibido con el mayor entusiasmo.

Cuenta el historiador Cordova que Garro para acallar murmuraciones "hizo pasear por las calles de Santiago cinco mil pesos que tenía para que viese Chile que no venía ni a pedir ni a quitar". Pronto se granjeó las simpatías de la gente. El cronista dice que con objeto de mejorar la situación de los naturales del país, celebró un congreso con las tribus principales y quedaron los indios tan satisfechos de la equidad del gobernador, que hasta el día de hoy (sesenta años después) les he oído renovar su memoria y gratitud, trasmitida de padres a hijos". Regresó a la Península en 1693, guardándole aquel lejano país "todas las deferencias a que le habían hecho acreedor su rectitud, su honradez y la respetuosa estimación que con su caballerosidad había sabido conquistarse".
PALACIO DE GARRO (LEINTZ-GATZAGA)


Al llegar a España fue destinado a la comandancia de Gibraltar y el 5 de abril de 1702 Felipe V le nombra gobernador y capitán general de Guipúzcoa, donde murió. En su testamento hablaba de su mayorazgo prohibiendo la enajenación del palacio y solar de Garro, en Salinas "para que se conserve su memoria con el lustre correspondiente a mi antigua y notoria calidad y nobleza". La casa-palacio era una construcción del siglo XVI, que ostentaba un escudo de armas de estirpe hidalga, y estaba en Gatzaga, frente a la iglesia.


(R.M. - KOXKAS - DV. 16/03/2000)

CRÓNICA MARÍTIMA

La vida en el mar, la actividad de nuestros pescadores, la pesca obtenida cada día por nuestros arrantzales interesaba a la gente que vivía por aquí hace casi un siglo. Y los periódicos dedicaban todos los días un espacio de sus páginas para contar las novedades que sucedían en la costa. Voy a reproducir lo que publicaba La Voz de Guipúzcoa el día 17 de julio de 1903.

Poco movimiento se notaba en el muelle. Un vapor que descargaba carbón; una balandra arrimada a continuación del muelle derruido; cuatro o cinco "muquizus" que surcaban las aguas de la dársena en un bote con peligro de hacerlo zozobrar por el movimiento que la imprimían haciendo travesuras dentro de él; dos barcos pesqueros, obreros que picaban sus cascos de hierro, produciendo un ¡tan, tan! de caldero viejo golpeando; un balandro de regatas, limpio, pintado de blanco con las velas recogidas; la superficie de las aguas negras, reflejando los negros nubarrones que durante el día se cernían en la atmósfera: he aquí lo que había entre muelles el día de ayer.

Salieron a pescar lo mismo los vapores de rastra que las lanchas a vapor. Estas trajeron 40 millares de sardinas que se cotizaron a 40 pesetas el millar. No extraña este precio: debe tenerse en cuenta la escasez de la pesca de esta especie y además, por la afluencia de forasteros, que hace todo comestible mayor precio que el de antes. Los vapores de rastra trajeron cerca de dos mil merluzas distribuidas en la forma siguiente: los de Mercader 800, los de Aristeguieta 500 y 600 los de Otermin.

Desembarcaron también las embarcaciones pequeñas atún, aunque en escasa cantidad, y algo de langosta.
EL MUELLE HACIA 1910 (Colección STM)


En la Pescadería ingresaron 350 kilogramos de merluza que se vendieron de una a 1,80 pesetas el kilogramo; la langosta hizo de 2,60 a 3,60 y unas piezas de salmón y lubina se vendieron a 7,50 y 6 pesetas, respectivamente.

Seguía el periódico diciendo que aquel día se esperaba en el puerto el vapor Solis procedente de Amberes, que había hecho antes escala en Pasajes. Traía carga general y fondearía en la bahía de la Concha, donde haría el alijo de las mercancias consignadas a San Sebastián. Terminaba el periódico su crónica marítima diciendo que las amenazas que habían hecho algunos armadores de abanderar los barcos con que fuesen a aumentar sus flotas, registrándoles en matrículas extranjeras si el Gobierno español no  rebajaba las ominosas tarifas que tenían establecidas, se iban cumpliendo. A Bilbao habían llegado con insignias del Uruguay los vapores Uriarte num 4, Otoyo y Masota adquiridos por armadores bilbainos.

(R.M. - KOXKAS.-DV. 16/07/2000)


LAS GRANDES MAREAS DEL CANTÁBRICO

TODOS los años el mar Cantábrico nos regala en varias ocasiones el espectáculo único de las grandes mareas. Una de las mareas vivas que se recordaron muchos años fue la de 1898, en el día tradicional de finales de junio. Voy a seguir casi punto por punto, la crónica que escribió Angel María Castell de aquellas mareas.

Soplaba el noroeste y la mar estaba picada. Hasta el horizonte se cubrió para que la gente pudiera permanecer las horas muertas a la orilla del mar sin afrontar una insolación. El espectáculo fue grandioso. En la Concha , las casetas de baño se replegaron sobre el muro, como ejército que se dispusiese a resistir valientemente el asalto del enemigo.

Desde el pretil del paseo presenciaron el ataque infinidad de curiosos. Las olas se sucedían continuamente, precipitándose unas sobre otras, como huyendo de las que venían detrás, como si el ejército asaltador lo fuese derrotado y escapase a la desbandada.

El ataque no fue más que un intento de asalto un simulacro de perlas y plumas, como lo hay de flores. Las olas llegaban hinchadas, formando inmensa curva, abarquillándose un poco y reventaban extendiendo a los pies de las casetas un manto blanquísimo de espuma, simulando encajes recamados de perlas y lentejuelas.

En la Zurriola, las olas eran montañas andantes, capaces de inspirar ideas de paganismo a poco que se forzase la imaginación para presumir que un genio oculto y poderoso se revolvía furioso agitando sus monstruosos músculos debajo de la superficie.

Así como una bola de cristal salta pulverizada al estrellarse contra el suelo, así las montañas de agua reventaban contra el rompeolas estallando en un torrente, en una catarata, en un diluvio al revés de como se ven con frecuencia caer de las nubes.
AÑO 1934


¡Qué espectáculo! Parecían descargas de artillería ... de agua. Primero el cañonazo, el estruendo de la explosión, simultáneamente con la metralla en el aire, semejando un haz inmenso de hilos de cristal, quebrados a diez metros de altura.

La emoción por lo desconocido produce en los espectadores el calor del entusiasmo, un calor interno que se encarga de entibiar una ola traidora azotada por el aire, cayendo sobre el observador a guisa de ducha y calándole hasta los huesos.

Si la mar está picada, el curioso se pica también porque la ducha es acogida con carcajadas de los que se han librado de ella.

Así vio el citado cronista Castell aquellas mareas del año 1898.

(R.M. - KOXKAS - D.V. 3/07/2001)





domingo, 3 de mayo de 2015

LA BANDERA DE SAN SEBASTIÁN EN EL XVIII

A finales del siglo XVIII, según el informe de Castañeda y Augustí se llega a la conclusión e que la bandera de San Sebastián era blanca con la Cruz Roja de Borgoña y el escudo de San Sebastián en el centro.Basan su opinión en que la cruz llana de los informes de Ciadoncha y Loyarte no tienen tradición alguna en nuestro país y es inusitada en nuestras banderas.

De los ochenta y tantos pueblos guipuzcoanos a los que se pidieron antecedentes de sus banderas, ninguno la tenía con la cruz llana; en cambio son muchos y principales los que tienen en sus escudos y banderas la Cruz roja de Borgoña, tales como Fuenterrabía, Irún, Bergara, Oñati, Placencia de las Armas, Mondragón, Eibar, Elgoibar, Anzuola, Hernani, Urnieta....... entre otros. Vitoria tiene bandera blanca con la cruz roja de Borgoña y el escudo de la ciudad en medio, y así mismo el Consulado de Bilbao.

Tres banderas blancas con la Cruz roja de Borgoña tremolan en los tres mástiles del blasón de San Sebastián de 1664 lo mismo que en las "Ordenanzas" de nuestro Consulado.

Por otra parte, las distintas Reales Ordenes de Felipe V hace extensivo el uso de la bandera blanca con la Cruz roja de Borgoña a todos los cuerpos armados de la nación, sin que por parte alguna de nuestra ciudad o de nuestra provincia asome una sola bandera con la cruz llana de que hablaba el señor Ciadoncha, que se basaba para hacer su afirmación tan sólo y exclusivamente en la parte literal de un texto, a todas luces deficiente, con exclusión de las razones históricas, lógicas, tradicionales y gráficas indispensables en la materia.

El informe de los señores Castañeda y Augusti terminaba diciendo que, si bien la pura tradición aconsejaría el empleo en nuestro escudo de los dos emblemas originarios y característicos de nuestra población en los antiguos tiempos - la nave y el castillo, símbolos de nuestra vida marítima y guerra respectivamente -, no es menos cierto que el empleo en nuestro escudo de tan sólo la fragata a velas desplegadas, que lleva de vigencia tres siglos, ha creado una nueva y considerable tradición.

No se si los lectores de hoy estarán tan  interesados como estaban sus padres y sus abuelos en los temas del sello, el escudo y la bandera de San Sebastián pero a mi me ha parecido de gran interés y muy ilustrativo todo cuanto se ha recogido en las Koxkas de hoy como en las de ayer, y he copiado los informes que recogían los periódicos donostiarras con gran extensión hace cincuenta y tres años.


(DV - KOXKAS - R.M. 2002)

EL SELLO DE SAN SEBASTIÁN

LOS concejales señores Castañeda y Augusti presentaron al pleno municipal de diciembre de 1949 un extenso informe sobre temas que aquellos meses eran muy discutidos en San Sebastián. Se basaba el informe en la investigación realizada por los firmantes en los archivos diocesano y municipal de Pamplona.

El informe examinaba en primer término el sello céreo medieval del Concejo de la Villa, del cual se conocían los ejemplares de la Biblioteca Nacional de París y del Archivo Municipal de Pamplona, pendientes de documentos en pergamino de finales del siglo XIII y mediados del XIV, respectivamente.

A mediados del siglo XVI aparece estampado en un documento de 1577, que se conserva en el Archivo Diocesano de Pamplona, un nuevo sello, en cuya única cara aparece exclusivamente el blasón marítimo con abandono del monumental, que representaba el sello céreo en su reverso un castillo medieval.

El blasón marítimo, por su parte ha experimentado un cambio: la nave arcaicade un solo palo a velas recogidas y con cuatro marineros a bordo, se ha convertido en una nave no menos arcaica de tres palos, también a velas recogidas, pero sin marineros. Aparecen en lo alto del campo de este nuevo sello las dos SS características y expresivas de San Sebastián, y la conocida leyenda heráldica de nuestro escudo actual, en letras romanas y texto en castellano, que ha sustituido a las leyendas latinas en letra gótica del sello céreo de la Edad Media.

Ya en 1664 aparece el emblema de la fragata a velas desplegadas, navegando viento en popa y las dos S.S. en la vela de la gaviota mayor, al frente del Libro de la Mayordomía de la parroquia de Santa María de nuestra ciudad. En lo alto de sus tres mástiles ondean sendas banderas blancas con la Cruz de Borgoña.

En 1682 el Rey de Armas don Juan de Mendoza expide su certificación del escudo de San Sebastián oficial y vigente desde entonces, uno de cuyos sucesores, don José de Rújula, reproduce en 1895 el correspondiente dibujo, que es el usual, salvo en la dirección del navío, que en 1905 acuerda el Ayuntamiento bogue rumbo a Occidente y no al revés.

El informe hace alusión a los escudos de piedra de la parroquia de Santa María en el ábside y en la fachada, y al de la fachada de la anterior Casa Consistorial de la plaza de la Constitución.

 Alude al grabado que figura al frente de las "Ordenanzas" del Consulado de San Sebastián cuya fragata con las dos SS en la vela de la gavia mayor, lleva a proa y a popa sendas banderas con la cruz de Borgoña.

(DV - KOXKAS - 2002 - R.M.)

jueves, 30 de abril de 2015

UN CAPITÁN OLVIDADO

DONDE se halla en Guipúzcoa la casa solar Goiti? Los que han estudiado la figura del capitán Martín de Goiti y sus acciones bélicas, no la han encontrado : ni escudo, ni solar que dijeran "de aquí es el capitán". El Conde de Toreno publicó un libro, que dedicó a Alfonso XII, en el que da noticia del capitán Martín de Goiti, pero no dice donde nació. Fue en Guipúzcoa ¿pero dónde? Se ignora.

Floreció el capitán en los días de la conquista y colonización de Filipinas. Acompañó a López de Legazpi, embarcándose en la armada que zarpó del puerto de Navidad en noviembre de 1564, llegando al archipiélago en febrero del año siguiente. "Desde que los expedicionarios aportaron a la isla de Cebú, empezó a darse a conocer por el éxito de las empresas en las que tomaba parte" dice el historiador Francisco López Alén. Redujo a la dependencia de España varios pueblos de las islas que se resistían, y cuando a mediados de 1567 obtuvo el cargo de maestre de campo, le comisionó  Legazpi para que limpiase aquellas costas de los piratas de Borneo y Zoló, escarmentándolos con dureza, apresándoles todas sus embarcaciones y ricos despejos, que en 1569 llevó a Cebú y repartió entre sus soldados.

Después de este triunfo, se le encargó la entrada de Luzón, que llevó también a cabo con buena suerte, apoderándose de Manila; sujetó a los pampangos, sometió más tarde a los pueblos de Zambales, Pangasinan e Ilocos, en donde descubrió varias minas de mucho oro que explotaban los indígenas.

Colonizó extensos territorios para Castilla, afianzó el poder español en el Archipiélago, mandó a la Península grandes cantidades de oro y todos los servicios prestados por el capitán Goiti fueron realizados a impulsos del gran entusiasmo y amor que sintió hacia su patria España.

Su hoja de servicios fue brillante pero tuvo un final trágico. Lo cuenta el mismo historiador : "En Manila, estando durmiendo en su lecho el valeroso guipuzcoano, fue sorprendido por la gente del corsario Li-man-hon; pegaron fuego los piratas a la casa de Goiti, y al saltar éste por una  ventana huyendo de las llamas, fue acribillado a cuchilladas por aquellos bandidos, en la madrugada del 30 de noviembre de 1574".

No hay ningún recuerdo de aquel guipuzcoano, valiente soldado en los días de la conquista de las Filipinas. Al no saberse donde nació, no hay ni una lápida que evoque, junto a su nombre, las hazañas que llevó a cabo en el lejano Pacífico. Como dice Francisco López Alén, "que sepamos, ni solar, ni ruinas de casa, ni escudo carcomido nos dicen : aquí nació el capitán Goiti".

(DV- KOXKAS - R.M.)


miércoles, 29 de abril de 2015

FRANCESES EN SAN SEBASTIÁN

ES evidente la influencia que Francia ha ejercido sobre San Sebastián y sus gentes. La presencia gascona en nuestra capital y pueblos próximos fue importante, quedando grabada en las cosas y costumbres de nuestro pueblo. El monte Urgull, que podría presentarse como símbolo para San Sebastián, ostenta nombre gascón, como gascones son los nombres de Mompás, Molinao, Iguer, Port de Plat, etcétera. Y si de la geografía pasamos a las personas, abundan entre nosotros los apellidos de linajes gascones avecindados y arraigados desde los tiempos de Alfonso VIII, entre los que podríamos citar los de Ayet (el moderno Ayete), Miramont (hoy Miramón), Puyo, Morlans, Belloc, Garro, Arzac, Estor, Trencuer, Gascue, Gamón, etcétera.

Bastantes de los gascones que vivieron en pasados siglos con nosotros, se interesaron por la administración municipal y su funcionamiento, llegando a desempeñar cargos importantes en ella. Los historiadores de la época citan a quienes llegaron a ocupar el puesto más importante de nuestra vida oficial, parigual al de alcalde, el de Preboste. Por merced real fue otorgado por primera vez a un gascón, y a título hereditario : fue Urdincho de Mans el Bueno, a mediados del siglo XIII. Posteriormente fueron los Engómez quienes ocuparon el cargo. Las guerras con Francia han tenido importancia grande para San Sebastián. La ciudad fue ocupada de 1719 a 1721 por las tropas del Duque de Berwick, y de 1793 a 1828 las tropas francesas la ocuparon durante quince años, primero por los Convencionales, después por los Imperiales y luego por los soldados de Angulema.

Tras estas contiendas y ya en días de paz, aquí vinieron muchos franceses, comerciantes e industriales, que trabajaban como los donostiarras. Como escribió un cronista local refiriéndose a estas venidas de franceses que querían trabajar y crear industrias o comercios, "todos ellos, en su esfera, contribuyeron al auge de nuestra ciudad, y gran número de ellos se aclimataron a su patria de adopción, arraigaron en ella, en ella emparentaron y, finalmente, donostiarras son sus hijos y descendientes de todos nosotros conocidos". Otro   aspecto importante, el de la venida de religiosos franceses que huían de las leyes laicas de los Comtes y los Waldeck-Rouseau, abriendo colegios a los que acudían a estudiar los niños donostiarras. SAquí vinieron algunos emigrados políticos, viviendo hasta que pudieron regresar a su país, como los Malvy, los Marcel Habert, etcétera. Por último no olvidemos a los turistas que venían a pasar unos días a San Sebastián

(R.M. - DV)

martes, 28 de abril de 2015

VIEJOS RECUERDOS

UN cronista donostiarra, Vicente Laffitte que cada semana se asomaba al periódico "El Pueblo Vasco", evocaba un día viejos recuerdos de sus años infantiles, hacia 1860. Nos hablaba de la procesión del Corpus.En Santa María se congregaba el clero de las dos parroquias unidas (Santa María y San Vicente) y todos convergían a una sola procesión, dándole mayor realce. De niño, el cronista asistía a ella con el colegio llamado de los "gallegos", de los hermanos Espina, y el campeonato lo ganaba aquel que llevase la vela mejor rizada.

Ya mayorcito, acudía a presenciarla desde un balcón de la calle Mayor, en la casa en la que entonces estaba la carpintería de Javier Olasagasti, y su moradora, doña Elena, colocaba al pie de sus balcones un lindo altar engalanado de tapices y alfombras.

Cestas de rosas se vertían sobre el palio y "los que acudíamos a casa de doña Elena éramos obsequiados con unas riquísimas fresas bañadas en crema y un jerez aromático".

Después de la procesión, la gente iba al Hornabeque (más o menos el actual Boulevard), que era el paseo de moda, donde hasta la una tocaba la música del regimiento de la guarnición. Aquel día se vestía por primera vez en la temporada el pantalón blanco y se lucía el sombrero de paja.

Este paseo del Hornabeque era un edén, según el cronista, y se hallaba situado tras la Puerta de Tierra y el puente levadizo, en el cruce de las dos avanzadas que por la derecha salían a la carretera de Madrid y por la izquierda a la de Francia. "De una a otra avanzada había grandes fosos y una fuerte empalizada que servía para resguardar las fortificaciones exteriores; y éstas, a su vez, para proteger y cubrir las murallas principales. Dentro de este recinto, que ocupaba una gran extensión, hallábase el Hornabeque, compuesto de dos medios baluartes y el hermoso paseo poblado de grandes árboles, alguno de los cuales, como el tilo y la acacia, producían aromáticos perfumes".

Si el Hornabeque cambió totalmente y pasó a mejor vida, la Parte Vieja también fue cambiando. En el barrio de la Jarana todas las transacciones se en vascuence y en vascuence se vociferaba la subasta y venta de la mercancía al por menor. Ya no se oye, escribía, la imprescindible filarmónica del pescador. Los aprendices de pescadores han cambiado el marro por el fútbol. A las traineras sin cubiertas, llamadas ataudes flotantes, le sucedieron los vaporcitos.

Todavía se ven jóvenes en Cai-arriba componiendo las redes y , de vez en cuando, amañado en una tina, con mezcla de sal y hielo, pescado para su exportación.

R.M. (DV)

lunes, 27 de abril de 2015

UN INCENDIO

MUCHOS han sido los incendios que a través de los años ha sufrido San Sebastián, quedando tras algunos de ellos medio destruido el caserío. Del registrado en la madrugada del 23 de Enero de 1738 hay cumplida información, pues un acta del Ayuntamiento da detallada cuenta del mismo.

El incendio comenzó en la casa número 4 de la Plaza Nueva (hoy Constitución) y era tan violento que inmediatamente cundió la alarma entre el vecindario. Las campanas de Santa María y San Vicente pusieron en pie a la gente. El incendio pronto llegó a los altos de la casa llevando el espanto a todas partes por el peligro de extenderse a otras calles. Se colgaron faroles en las ventanas de las casas para que los que fueran a apagar el fuego pusiesen maniobrar mejor y se eligieron a varios vecinos para que cuidasen de que los bueyerizos en barricas y tinajas y las mozas en herradas y cestas llevasen agua y arena, y de que se sacasen las grasas y aceites que había en algunas casas de la calle Juan de Bilbao.

Abriéronse las puertas de Tierra y del Muelle, hecho casi nunca visto, para que entrase la gente del barrio de San Martín, de los caseríos extramurales y de los navíos surtos en el muelle. El gobernador puso a toda la guarnición sobre las armas para que con sus hachas y picos ayudasen a los carpinteros a las demoliciones.

De pronto se suspendieron los trabajos, al bullicio sucedió un gran silencio sólo interrumpido por el ruido de las llamas y el estrépito de los materiales que se derrumbaban, y todos se postraron de rodillas. Era que aparecía la Virgen del Coro conducida en procesión a la casa concejil por el vicario de Santa María don Pedro Manuel de Echeverría.

Convertida la plaza en templo cuya bóveda era el cielo y alumbrados por las llamas de dos casas que ardían, todos de hinojos oraban ante la imagen. Poco después descargó un aguacero que mojando los tejados disminuyó el temor de que el fuego se propagase. Luego la imagen fue llevada a la iglesia de las Carmelitas. Minutos más tarde aparecía en la plaza el Santísimo Sacramento conducido por el vicario de San Vicente don Manuel Antonio de Iriarte, acompañado por los religiosos de San Telmo y del Colegio de la Compañía de Jesús.

A las seis de la mañana dos casas habían desaparecido pasto del fuego, siendo derribadas las tres inmediatas.

El Ayuntamiento distribuyó pan, vino y queso a los que trabajaron para apagar el incendio y acordó pagar el gasto de hachas, ceras, velas de sebo, barricadas, farolillos, etcétera.

R.M. - (DV- 26-01-1997)

domingo, 26 de abril de 2015

EL FUERO DE REPOBLACIÓN

ESTE año San Sebastián cumple sus ochocientos cuarenta y nueve años de edad, o mejor dicho los ocho siglos y medio de su existencia oficial y jurídica como entidad de población. No consta de un modo explícito y fehaciente, pero la mayoría de los historiadores, "a reserva del nunca imposible descubrimiento que pudiera determinarla exactamente", coinciden en fijar el 1150 la fecha simbólica del otorgamiento del Fuero de Repoblación de San Sebastián, dado por el rey don Sancho el Sabio de Navarra.

Como escribió el historiador Sebastián Iturbe "existía un San Sebastián anterior a esta fecha y no faltan documentos que hacen mención de Izurun, como el Privilegio de los Votos a San Millán, la carta de Arsio o la Donación de Leyre, pero el documento básico y fundamental, tan importante como indiscutible del establecimiento de San Sebastián como entidad municipal, es ese Fuero de Repoblación dado a nuestra villa por su rey fundador, que contiene las normas y preceptos por los que ha de regirse formal y jurídicamente en adelante, por los siglos de los siglos, y mediante el cual el burgo o poblado donostiarra adquiere una amplia jurisdicción territorial y una plena y ostensible personalidad política".

Dice el citado cronista que el Fuero de San Sebastián es uno de los más famosos en los anales de los fueros municipales de España, y particularmente del País Vasco. Es el primero y más importante de los fueros municipales concedido a una villa guipuzcoana, lo que hace de San Sebastián la villa más antigua y procer de nuestra costa y de nuestra provincia, y la única fundada en ella por un rey navarro. Sus disposiciones son testimonio explícito del carácter e importancia maritimo-comerciales de nuestra villa en tan remotos tiempos.

Si no precisamente el nacimiento físico de San Sebastián, cuya fecha, según la propia Real Academia de la Historia, es "imposible de averiguar", el Fuero de Repoblación de San Sebastián es el acta de su nacimiento político es el Registro Civil de la Historia patria.

Al cumplirse los 849 años de tan importante hecho para la historia de nuestra ciudad, como tengo pocos conocimientos en este capítulo de la historia local, me he permitido copiar parte de lo mucho e interesantísimo que escribió Sebastián Iturbe, un cronista olvidado que conocía a fondo el pasado histórico de San Sebastián y el Fuero de Repoblación, que nos concedía el territorio comprendido desde el Bidasoa hasta el Oria y desde el mar hasta Navarra, estando dentro de sus límites, Fuenterrabia, Irún, Oyarzun, Rentería, Lezo, Pasajes, Hernani, Urnieta, Andoain, Usurbil y Orio.

LA REAL COMPAÑÍA DE CARACAS

CAPÍTULO importante de la historia de Guipúzcoa es la Real Compañía Guipuzcoana de Navegación de Caracas, que llena todo el siglo XVIII. Nació en 1728 tras las negociaciones entre el ministro Patiño, en representación del rey Felipe V, y don Felipe de Aguirre, secretario de la Junta Foral de Guipúzcoa. Se firmó un convenio de 18 artículos que detallaba las actividades de la nueva compañía de navegación para el trato comercial con la "provincia de Caracas".

Hasta aquella fecha era casi inexistente el comercio español en Venezuela, en manos de holandeses en su mayoría, y el resto en manos inglesas, francesas y danesas. Como prueba de ello diré que desde el año 1706 a 1721 ningún mercante español fue consignado de España a Venezuela, no llegando ninguno a puertos españoles en ese período de tiempo.

La suscripción de acciones estuvo abierta a todos los españoles, no siendo exclusiva de los guipuzcoanos. Fue trabajosa la creación de la compañía que dos años después de su nacimiento, exactamente el 15 de julio de 1730, enviaba desde el puerto de Pasajes con carga general los navíos "San Ignacio""San Joachin", y la galera "Guipuzcoana" y el 15 de octubre el navío "Santa Rosa", los cuatro armados en guerra, con 561 hombres de tripulación, preparados todos ellos para enfrentarse si fuera preciso con barcos holandeses e ingleses.

En el Consulado de San Sebastián se celebraban anualmente las juntas generales de accionistas de la compañía, y aquí estuvo en un principio la dirección de la misma, que años más tarde estuvo obligada a trasladarse a Madrid. Tenía en nuestra ciudad almacenes y poseía otros en Madrid, Alicante, Barcelona y almacenes con factoría en Cádiz, puerto este que vivió "una era de prosperidad inigualable durante los años en que existiera la compañía, porque sus navíos debían fondear primeramente en Cádiz", según José de Arteche.

En San Sebastián la compañía instituyó una capellanía con un sacerdote vascongado, "dotado de mil pesetas anuales para que atendiera a las necesidades espirituales de los tripulantes, y que funcionaba en el Colegio de los Jesuitas".

Los buques de la compañía sirvieron para  el transporte de tropas españolas. En 1742, dos regimientos fueron trasladados a La Habana en cinco navíos de la compañía, pues la capital cubana se hallaba bloqueada por los ingleses, navíos que para llegar a su destino tuvieron antes que sostener un combate que duró nueve horas con los buques británicos.

Después de 57 años, fue liquidada tras fusionarse con la Real Compañía de Filipinas.


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