ES evidente la influencia que Francia ha ejercido sobre San Sebastián y sus gentes. La presencia gascona en nuestra capital y pueblos próximos fue importante, quedando grabada en las cosas y costumbres de nuestro pueblo. El monte Urgull, que podría presentarse como símbolo para San Sebastián, ostenta nombre gascón, como gascones son los nombres de Mompás, Molinao, Iguer, Port de Plat, etcétera. Y si de la geografía pasamos a las personas, abundan entre nosotros los apellidos de linajes gascones avecindados y arraigados desde los tiempos de Alfonso VIII, entre los que podríamos citar los de Ayet (el moderno Ayete), Miramont (hoy Miramón), Puyo, Morlans, Belloc, Garro, Arzac, Estor, Trencuer, Gascue, Gamón, etcétera.
Bastantes de los gascones que vivieron en pasados siglos con nosotros, se interesaron por la administración municipal y su funcionamiento, llegando a desempeñar cargos importantes en ella. Los historiadores de la época citan a quienes llegaron a ocupar el puesto más importante de nuestra vida oficial, parigual al de alcalde, el de Preboste. Por merced real fue otorgado por primera vez a un gascón, y a título hereditario : fue Urdincho de Mans el Bueno, a mediados del siglo XIII. Posteriormente fueron los Engómez quienes ocuparon el cargo. Las guerras con Francia han tenido importancia grande para San Sebastián. La ciudad fue ocupada de 1719 a 1721 por las tropas del Duque de Berwick, y de 1793 a 1828 las tropas francesas la ocuparon durante quince años, primero por los Convencionales, después por los Imperiales y luego por los soldados de Angulema.
Tras estas contiendas y ya en días de paz, aquí vinieron muchos franceses, comerciantes e industriales, que trabajaban como los donostiarras. Como escribió un cronista local refiriéndose a estas venidas de franceses que querían trabajar y crear industrias o comercios, "todos ellos, en su esfera, contribuyeron al auge de nuestra ciudad, y gran número de ellos se aclimataron a su patria de adopción, arraigaron en ella, en ella emparentaron y, finalmente, donostiarras son sus hijos y descendientes de todos nosotros conocidos". Otro aspecto importante, el de la venida de religiosos franceses que huían de las leyes laicas de los Comtes y los Waldeck-Rouseau, abriendo colegios a los que acudían a estudiar los niños donostiarras. SAquí vinieron algunos emigrados políticos, viviendo hasta que pudieron regresar a su país, como los Malvy, los Marcel Habert, etcétera. Por último no olvidemos a los turistas que venían a pasar unos días a San Sebastián
(R.M. - DV)
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