MUCHOS han sido los incendios que a través de los años ha sufrido San Sebastián, quedando tras algunos de ellos medio destruido el caserío. Del registrado en la madrugada del 23 de Enero de 1738 hay cumplida información, pues un acta del Ayuntamiento da detallada cuenta del mismo.
El incendio comenzó en la casa número 4 de la Plaza Nueva (hoy Constitución) y era tan violento que inmediatamente cundió la alarma entre el vecindario. Las campanas de Santa María y San Vicente pusieron en pie a la gente. El incendio pronto llegó a los altos de la casa llevando el espanto a todas partes por el peligro de extenderse a otras calles. Se colgaron faroles en las ventanas de las casas para que los que fueran a apagar el fuego pusiesen maniobrar mejor y se eligieron a varios vecinos para que cuidasen de que los bueyerizos en barricas y tinajas y las mozas en herradas y cestas llevasen agua y arena, y de que se sacasen las grasas y aceites que había en algunas casas de la calle Juan de Bilbao.
Abriéronse las puertas de Tierra y del Muelle, hecho casi nunca visto, para que entrase la gente del barrio de San Martín, de los caseríos extramurales y de los navíos surtos en el muelle. El gobernador puso a toda la guarnición sobre las armas para que con sus hachas y picos ayudasen a los carpinteros a las demoliciones.
De pronto se suspendieron los trabajos, al bullicio sucedió un gran silencio sólo interrumpido por el ruido de las llamas y el estrépito de los materiales que se derrumbaban, y todos se postraron de rodillas. Era que aparecía la Virgen del Coro conducida en procesión a la casa concejil por el vicario de Santa María don Pedro Manuel de Echeverría.
Convertida la plaza en templo cuya bóveda era el cielo y alumbrados por las llamas de dos casas que ardían, todos de hinojos oraban ante la imagen. Poco después descargó un aguacero que mojando los tejados disminuyó el temor de que el fuego se propagase. Luego la imagen fue llevada a la iglesia de las Carmelitas. Minutos más tarde aparecía en la plaza el Santísimo Sacramento conducido por el vicario de San Vicente don Manuel Antonio de Iriarte, acompañado por los religiosos de San Telmo y del Colegio de la Compañía de Jesús.
A las seis de la mañana dos casas habían desaparecido pasto del fuego, siendo derribadas las tres inmediatas.
El Ayuntamiento distribuyó pan, vino y queso a los que trabajaron para apagar el incendio y acordó pagar el gasto de hachas, ceras, velas de sebo, barricadas, farolillos, etcétera.
R.M. - (DV- 26-01-1997)
lunes, 27 de abril de 2015
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