jueves, 22 de diciembre de 2016

Ribera

Un cartel, de buen gusto y evidente impacto, firmado por Tomás Hernandez Mendizabal, anuncia la exposición homenaje que se celebra en el Museo de San Telmo en honor de José Eugenio Ribera.¿Quién es este señor, se preguntará más de uno? Pues es un ilustre Ingeniero de Caminos vinculado a San Sebastián por su matrimonio y por la obra importante que aquí realizó y que ahí está para admiración de propios y extraños.

Fue el introductor del hormigón de España. En 1897 utilizando el sistema de Hennebique construye un puente en Ciaño, Asturias. Para ello tuvo que importar el cemento Portland del extranjero, lo que encarecía la obra. Convencido del porvenir que tenía el hormigón, crea una sociedad con sus hermanos y construye una fábrica de cemento en Tudela, luego otra en Quinto (Zaragoza) y en 1900 la de Añorga.

Las obras que a lo largo de su vida llevó a cabo en toda España fueron y siguen siendo importantes : el viaducto del Barranco Hondo de Tenerife, el del Pino en Zamora, el puente Reina Victoria en Madrid, el de Amposta, el de Valencia de don Juan, el de Ribadesella, el de San Telmo en Sevilla, el de Golbardo en Santander....Pero la consagración definitiva de los métodos y materias primas de don José Eugenio Ribera fue en San Sebastián.





Ribera (02/01/1983)


sábado, 20 de agosto de 2016

Baños de mar (*)

Hace siglo y medio, poco más o menos, nacieron los baños de mar como ahora los conocemos. Eran, en un principio, un lujo de aristócratas y ricos, y las clases más modestas ni se acercaban a las playas.

El verano a orillas del mar y los baños en sus playas es una conquista moderna y se debe a la iniciativa de dos soberanas españolas : Eugenia de Montijo, que descubrió Biarritz, y la reina Isabel II, las playas de Guipúzcoa. Coincidieron estos descubrimientos con la puesta en marcha de los primeros ferrocarriles y la moda se extendió.

Con anterioridad a estas fechas, no se bañaban ni los que vivían en la costa junto a las playas. Alejandro Dumas contó cómo descubrió la que pronto fue la elegante playa de Trouville.

Cuando fue allá el genial novelista, Trouville era un nido de gaviotas y las familias que allí vivían sólo hacían pescar, que era su medio de vida. Sólo había una posada. Hasta que llegó Eugenia de Montijo a las Tullerias y cambiaron los gustos de la gente y comenzó a ir a las playas a bañarse.

Cuando años después volvió el novelista a Trouville se encontró con que ya había diez posadas y el terreno que se vendía a cien francos la fanega había pasado a cien francos el pie. José del Río Sanz, que escribió sobre el nacimiento multitudinario de los baños de mar no sabe qué hubiera dicho el novelista si hubiese conocido los tiempos del Casino y del Sha de Persia arriesgando a los embrujos de la ruleta los últimos diamantes de su corona.

Volviendo a España diré que el primer anuncio de los baños de mar apareció en la Gaceta de Madrid el primero de julio del año 1847 y decía textualmente: "Baños de oleaje de Santander. Habilitados los baños de ola en la espaciosa playa del Sardinero han empezado a ser concurridos de sus naturales y de muchos forasteros.
Nada se ha omitido a efecto de que los bañistas hallen todo lo necesario que requiere esta clase de establecimientos: casetas cómodas e independientes, trajes adecuados, seguridad y comodidad en los baños, como hecho especialmente para ello".

Esto era en tiempos de Isabel II que aquí en San Sebastián se bañaba entrando en el agua acompañada de la bañera María Arratibel, y luego en los de la reina María Cristina y Alfonso XIII, y las playas iban conociendo cada año más afluencia de gente.

Fueron veraneos de gran tono los de aquellos años, "con regatas y partidos de polo, en que contendían nombres con derecho a mención en las páginas exigentes del almanaque Gotha. Miramar y la Magdalena eran el punto de cita de príncipes, de cortes que ya no existen".

La gente sigue viniendo a las olas y a la brisa marina.......

(KOXKAS.- DV.- R.M. 6/06/1999)


31 de Agosto de 1813 (*)

Triste aquella fecha, cuyo recuerdo llena de espanto. Se ha escrito mucho y se seguirá escribiendo sobre aquel 31 de agosto de 1813. Un testigo que vivió aquellas horas, dejó escrito esto:
"Una soldadesca desenfrenada atropella a los habitantes de es noble ciudad, sin detenerse ante la avanzada edad de los que imploran, ni ante la virtud de las que huyen; el saqueo y el incendio cual ennegrecido sudario, cubre la ciudad al mediodía del 31 de agosto de 1813, en que empezó el asalto, contándose más tarde en las estrechas calles, quinientos muertos y en los provisionales hospitales, mil quinientos heridos, de parte de los anglo-lusitanos. Más de nueve décimas partes de la población quedó convertida en cenizas, , perdidas todas las fortunas, sacrificadas todas las inocentes criaturas, saturada de sangre y oprobio, aquella soldadesca se entrega al saqueo, llevando caballerías cargadas de objetos a los buques surtos en Pasajes.
No hay frases posibles para consignar aquel desastre, ni pluma que describa aquel horrendo crimen"
De aquel montón de ruinas, salió la reacción. Fue en Zubieta donde reunidos un grupo de supervivientes de la tragedia, acuerdan levantar la ciudad, para que volviera a ser lo que fue. De aquellas actas de Zubieta tomo este párrafo:
"Convino la reunión en que instando la magnanimidad de sus antepasados, sin abatirse por la espantosa calamidad presente se debían poner todos los medios imaginables para la más pronta repoblación de la ciudad; y considerando que el medio más eficaz de que no se disperse y emigre a otras provincias la parte del vecindario que se ha salvado de la furia de los anglolusitanos y de conservar siquiera los templos y algunas casas, atraer a los habitantes, reedificar y conseguir del gobierno algunos auxilios; es la creación de un Ayuntamiento que reúna la voz, representación y derechos de todos los vecinos y llene el nombre de la ciudad de San Sebastián, para que suene su existencia política, ya que ha desaparecido la física, por su quema total, resolvió de común conformidad, y ante todas las cosas escribir un propio a la Diputación que reside en Tolosa, la carta que firmaron todos los que componen el congreso".
El primer paso estaba dado en Zubieta. Luego vinieron los siguientes y de las cenizas que dejó el asalto y quema de la ciudad, nació otra nueva encerrada también en sus murallas pero que pronto las derribó para poder mostrar al mundo que los donostiarras no se consideraban vencidos por una soldadesca desalmada.

KOXKAS - R.M. - DV - 30 AGOSTO 1998 

Florentino Rojo (*)

AQUEL mozo más bien bajo y algo rechoncho dio el salto que muchos jóvenes de su época se vieron obligados a dar. De su pueblo natal, Velilla del Duero en Valladolid, perdido entre las tierras mesetarias y en los páramos en los que trincaban las liebres y pateaban los cazadores cuando se levantaba la veda, marchó a Cuba en aquellos últimos años de nuestro imperio colonial, cuando ardía la guerra en la perla antillana y en las lejanas islas del Pacífico.

Al volver a España terminada la guerra, vino a San Sebastián y comenzó a trabajar como camarero en el Café Oteiza. Se llamaba Florentino Rojo y estaba llamado a convertirse en el magnate de los cafés donostiarras. Pronto sería el encargado del café, despertándose en él dotes de iniciativa y de organización.

Pocos años después era propietario de un café y luego de otro siendo en un momento determinado de cuatro: el Café del Norte y el de la Marina en el Boulevard, y el del Rhin y el Royalty en la Avenida de la Libertad.

Supo aprovechar la edad de oro de los cafés, cuando la guerra europea, 1914-18, volcó sobre San Sebastián "aquella fauna heteróclita y hasta multitudinaria de refugiados y huidos de todos los pueblos beligerantes, entre quienes bullían o se agrupaban ex ministros, espías, contraespías, desertores, revolucionarios, vividores y gentes que sólo aspiraban a vivir, artistas, patriotas y apátridas, diplomáticos, hampones de alto y bajo copete, jugadores, mujeres equívocas y bellas...", según escribía años después un cronista de la época.

En aquellos años, no sólo se tomaban aperitivos y cafés en aquellos establecimientos que daban cobijo a tertulias interminables entre los parroquianos y a viajantes que sobre las mesas de mármol hacían sus cuentas, sino que se oía música, se veía cine y se podían leer los periódicos de aquí, los de madrid y del extranjero. Y entre la gente cómodamente sentada circulaban los "echadores" repartiendo por las mesas leche y humeante café.

Florentino Rojo impuso su personalidad a sus cafés. Aunque nacido en otras tierras, era un donostiarra más que paseaba con su sombrero de paja en cuanto apretaba el sol como adelantándose a la temporada veraniega.

Lo que fue Arana para los espectáculos taurinos en los veranos de nuestra ciudad, lo fue Florentino Rojo para los cafés donostiarras.

Fue trayendo de su pueblo a familiares que trabajaron con él o se independizaron abriendo otros cafés, como los recordados café Madrid y café Raga en la Avenida.

Murió Florentino Rojo en Madrid el 14 de junio de 1952.

(KOXKAS - R.M. - DV. VIERNES 11 de Junio de 1999)

lunes, 18 de julio de 2016

El ensanche de Gros (*)

San Sebastián es una ciudad en una buena parte ganada al mar. Donde hoy hay  muchas de sus calles y plazas y donde se levantan casas eran hace años marismas. Y no solo en lo que hoy es el centro, que va del Boulevard a Amara, sino también Gros.

Para construir este barrio fue fundamental encauzar el Urumea construyendo un muro que fuese desde el puente de Santa Catalina a la desembocadura del río. Ello proporcionó terrenos donde levantar chalets y construir el Gran Kursaal.

La primera piedra de este muro se colocó el sábado 25 de marzo de 1911 y dada la trascendencia que para la ciudad tenía el acto, como primer paso para desarrollar el ambicioso proyecto de ampliar el barrio al mismo se invitó al Rey Alfonso XIII, que delegó su representación en el barón de la Torre, gobernador civil de Guipúzcoa. Estuvieron presentes en el acto el duque de Tovar, don Eugenio Rivera, arquitecto que había proyectado el puente de María Cristina y que años después haría el del Kursaal, el alcalde accidental Sr. Minondo, casi todos los concejales y la directiva de la Sociedad Umore Ona.

EN la caseta de arbitrios esperaban al gobernador civil las autoridades y personalidades que asistieron al acto, y una compañía del Regimiento de Sicilia, mandada por el capitán Matamoros, se situó desde el arco del puente hasta la rampa, rindiendo honores al representante del Rey. A los acordes de la Marcha Real y mientras la tropa presentaba armas, se colocó la primera piedra que allí estaba preparada colgando de una grua-trípode y con el hueco necesario para recibir la caja de plomo que había de contener el acta. Esta fue firmada en primer lugar por el gobernador civil y a continuación por varios concejales, el duque de Tovar y los consejeros franceses y españoles de la Sociedad Inmobiliaria que iba a realizar las obras.

El párroco de San Ignacio, Rvdo. Uranga procedió a la bendición y la piedra cayó en el lugar preparado, echando paletadas de cal las autoridades. Pronunciaron unas palabras el gobernador civil, el duque de Tovar y el alcalde accidental, dándose por terminado el acto, durante el cual llovió copiosamente.

A mediodía tuvo lugar el banquete organizado por la Sociedad Umore Ona al que asistieron, además de las autoridades, representaciones de las siguientes entidades: Círculo Easonense, Unión Artesana, Círculo Mercantil, Cámara de Comercio, Club Cantábrico, Club Náutico, Aero Club, Círculo Francés, Orfeón Donostiarra, Euskal Billera, Sporty Clai, Leku-Zarra, Ollagorra, La Realidad, La Volante, La Estaca y La Resaca. El banquete tuvo lugar en el mercado de Gros y fue servido por La Urbana, asistiendo 250 comensales.

La banda de música "La Unión" amenizó la comida y el Orfeón Donostiarra canto "Esperanza" de Radoux y varias composiciones vascongadas. Cantaron obras de concierto, acompañados al piano por el maestro Esnaola, los señores Arruti, Peña y Moraleda. Por la noche se celebró en aquel mismo lugar un baile amenizado por la banda "Iruchulo" y bajo los arcos del café Kutz, donde tenía su sede la "Umore Ona", tocó la banda "La Unión" bailables. El mal tiempo hizo que se suspendiera la anunciada cabalgata, celebrándose una verbena en el interior del mercado con dos bandas de música, la rondalla "La Realidad" y el manubrio de "La Estaca".

 ( KOXKAS - R.M. - DV -27 de Marzo de 1991)

sábado, 9 de julio de 2016

Comercios y locales de ayer (*)

Pasan los años y cambian las tiendas, desaparecen los hoteles, se cierran los restaurantes. Los lectores de cierta edad se acordarán de los nombres que voy a citar a continuación que estaban abiertos al público hace cincuenta años, muchos de los cuales han fenecido. Comienzo por los hoteles que aquel verano estaban abiertos al público. Eran estos :

Hotel Avenida, en la Avenida nº 11, Europa, en Prim, 2. Arana, en Vergara, 7 . María Cristina, en La Zurriola. Continental, en Zubieta, 22. Ursula, en Miraconcha , 10. Izpura, en Easo, 2. Biarritz, en plaza de Zaragoza, 3. Niza en Zubieta, 56. Florida , en Easo, 4. La Estrella, plaza de Sarriegui, 1. Regina, Guetaria, 2. Shanti, Miracruz, 24. Residencia Navarra, Infante don Jaime, 6. Correo, Urbieta, 41. San Ignacio, Easo, 25. Internacional, San Martín, 59. París, Fuenterrabia, 11. Comercio, Urdaneta, 24. Londres, Zubieta, 2. Hispano Americano, Prim, 1. Alameda, Boulevard, 23. Excelsior, Guetaria, 8.

Cafeterías había en 1952 sólo dos : California, en Hernani, 17 y Argentina, en Mayor, 3.

Bares y restaurantes había muchos, procuraré citar a todos. Politena, en San Jerónimo, 3. Alcalde, Mayor 19. Irunesas, San Marcial, 5. Uranga, Guetaria, 12. Juanito, San Bartolomé, 6. Sutegui, Puerto, 17. Victor, Pescadería, 8. Caserío, San Jerónimo, 6. Iskiña, Fermín Calbetón, 4. Dana Ona, San Martín, 29. Barandiarán, Boulevard, 26. Urbieta, Urbieta, 12. Hípica, barrio de Loyola. Virgen del Carmen, Puerto, 2. Metropol, Usandizaga, 8. Choco-chiqui, Iñigo, 1. San Martín, en San Martín 66. Cervera, San Martín, 9. Derteano, Mari, 13. Zumeta, plaza de Easo, 5. Echeverría, Iñigo, 8. Eguía, Fermín Calbetón, 25. Esnaola, Easo, 59. Tiburcio, Fermín Calbetón, 40. Zarauztarra, plaza de Sarriegui, 8. Zumaya, Esterlines, 5. Cantábrico, San Francisco, 20. España, Esterlines, 22. Euskalduna, Easo, 69. Esperanza, Embeltrán, 16. Pedro Mari, Iñigo, 9. Oquendo, en Oquendo, 8. Irizar, Fermín Calbetón sin número. Flores, Puerto, 21. Lasarte, Elcano, 7. Melchor, Hermanos Iturrino, 5. Salduba, Pescadería, 6. El Chaval, Miracruz, 25. José Mari, Fermín Calbetón, 5. Domingo, San Jerónimo, 25. La Bandera, Alfonso VIII, 6. Múgica, San Jerónimo, 9. Izaskun, Carquizano, 4. Cojuenea, plaza de Sarriegui, 4. Sport, Fermín Calbetón, 6. Gure Txoko, Usandizaga, 5. Avión, Matía 10. Bartolo, Fermín Calbetón, 38. Marina, Marina, 11.

Los lectores jóvenes se llevarán una sorpresa al ver cuantos bares, comercios, restaurantes y tabernas había, que han desaparecido. Los años no pasan en balde .....

(KOXKAS - R.M. - DV. Sábado, 1 de Junio de 2002)

sábado, 2 de julio de 2016

Temporal en el Cantábrico (*)

Una fecha de triste recordación : el 20 de Abril de 1878. Desconsuelo y angustia trajo el Cantábrico  a toda la costa, a Fuenterrabía, a Guetaria, a San Sebastián, a Pasajes, a Motrico. El mar arremetió con furia espantosa y no sació sus ímpetus hasta que sepultó en sus profundidades las vidas de unos trescientos marineros.
Era Sábado Santo, el mar estaba tranquilo y sereno. No se podía sospechar lo que ocurriría dentro de unas horas.No se conocían aún los vapores de pesca, y las mujeres y los niños se acercaban al muelle a la hora de la llegada para ver atracar a las frágiles embarcaciones con el resultado de la faena del día.
La mañana según pasaban las horas, cambió el céfiro en viento y a las diez y media el agua se agitó con alguna violencia. El cabo Machichaco fue empañándose, apena se iba distinguiendo envuelto en una nube de plomo. Una horrorosa galerna  se apoderó de todo el litoral. El mar se desesperó, las olas se deshacían con estrépito en la isla de Santa Clara. Las arboladuras de los barcos surtos en la dársena crujían y silbaba el ventarrón entre los aparejos. Los árboles de Urgull se desprendía de raíz. Las mujeres, desde el pretil, miraban invocando a la Virgen, al cielo.
"¡Trainera a la vista!", grita la gente. El momento lo describió Francisco López Alén así : "No, no es ilusión. Es una chalupa de pescadores que con arranque titánico lucha con el gigante embravecido. Las olas lo barren sin compasión, cubriéndola, se hunde, vuelve a aparecer a flote, remen con esfuerzos sobrehumanos... a corta distancia otra chalupa, ambas entre la vida y la muerte, batidas por el huracán, por el chubasco; sin más amparo que sus rendidas fuerzas para contrarrestar, boga otra y otra vez, un empuje más ¡muchachos!, ¡el todo por el todo!, ¡ánimo!, y al fin.... conquistan La Concha a fuerza de peligrosísimas maniobras.
Enfilan trabajosamente la entrada y ya los gritos, más bien los gemidos, las voces desfallecidas de los pescadores infelices se perciben desde los muelles. "¡Por aquí! ¡Hacia el centro!¡Eh, cuidado, la avalancha! ¡Ojo el oleaje! ¡Ahí va la amarra!". Son voces que se destacan entre el clamoreo de la multitud. ¡Las dos traineras se han salvado!.
Cuando las lanchas consiguieron ponerse al habla, uno de los tripulantes, dominado completamente por el dolor, arrasado en lágrimas, levantando las manos en actitud de abrazar a los de tierra, exclama suspirando : "¡Lo nuestro no es nada! Los demás, todos, todos se han perdido". El drama se ha consumado. ¡Más de trescientos pescadores acaban de sucumbir!.

DV - 22 de ABRIL de 2001.

viernes, 1 de julio de 2016

Crónica marítima (*)

Los periódicos donostiarras de hace un siglo prestaban especial atención al puerto y a la vida entorno a sus aguas. Voy a traer hoy a esta columna las noticias recogidas en la edición de "La Voz de Guipúzcoa" del 17 de Abril de 1903. En el puerto se registraron las siguientes entradas y salidas de embarcaciones mercantes. Entradas : Vapor "Montañés", de Londres y escalas, con carga general. Efectuó en gabarras el alijo de los géneros consignados para esta plaza. Vapor "Mieres", de Gijón, con carbón. Balandra "Nueva Unión", de Bilbao, con pípas vacías. Vapor "Aller", de Avilés, con carbón.
Salidas. Vapor "Montañés", para Bilbao, con restos de carga. Balandra "Capitanes", para Zumaya, en lastres. Balandra "Urola, para Zumaya, en lastre.
Estaban fondeados en la dársena, además de los que entraron. los vapores "Iciar" y "Donostiya" y las goletas "Avio" y "Eudora".
En los muelles el movimiento de carga y descarga era muy activo. Todas las grúas se movían continuamente, dando a aquellos lugares animadísimo aspecto. La goleta rusa "Avio" continuaba la descarga de madera. Las piezas que traían eran hermosas, rectas y de mucha corpulencia. Llamaba la atención la forma en que se efectuaba la maniobra del descargue. Una ventana, aquel día a flor de agua merced al aligeramiento, pero que durante la travesía debiera estar bajo la línea de flotación a juzgar por las hierbas marinas que revestían de verde las maderas del casco hasta por encima de ella, servís para dar salida a las gruesas y largas vigas de pino procedentes de los bosques de Fernandina.
Para subirlas al muelle se utilizaba un plano inclinado y algunos cables. El cronista del periódico escribía : "Si esta embarcación por su arquitectura y aparejo nos hace recordar tiempos no tan prosaicos como los actuales, las máquinas que emplea nos hace remontarnos has épocas de las cuales tenemos conocimiento gracias a los monumentos que aún hoy se conservan. Porque para la construcción de las pirámides Ghizeh en Egipto, más tarde el acueducto de Segovia, y el puente de Alcántara en España, no se emplearon más que planos inclinados y polipastos combinados con tornos y cabrias.
No se conocía la fuerza expansiva del vapor, ni las mil aplicaciones de la electricidad, y sin embargo supliendo la falta con ingenio, combinando máquinas que transformaban la dirección y movimiento de las fuerzas, legaron a la posterioridad monumentos cuya grandiosidad asusta".
Y para terminar, leo que llegó poca bocarta aquellos días, que se cotizó a 22 pesetas el millar.

( DV. 21 de ABRIL de 2001)

viernes, 18 de marzo de 2016

De casas y gusanos de seda (*)

SAN SEBASTIÁN crecía a ritmo acelerado. La vieja ciudad aprisionada hasta 1863 por sus murallas, se extendía en un ensanche ideado por Cortázar, en el que trabajaban principalmente canteros venidos de toda Guipúzcoa.

En el verano de 1881 se estaban construyendo en la Avenida una casa de la señora viuda de Parga, dos del señor Blasco, cuatro del Marqués de la Laguna, una del Duque de Bailén y una del Marqués de Valdemediano. 

En el paseo de la Concha, una "gran fonda" (así calificaba el periódico al futuro Hotel Continental) y dos casitas lindísimas. En el paseo de la Zurriola tres casas. En la manzana del parque de Alderdi Eder había en aquella fecha dos edificios a punto de ser terminados y uno con los cimientos a la altura de la rasante. En la calle de Zubieta, tres casas,  en la calle de Vergara, dos, en la calle San Marcial, seis y una en la calle Garibay.

En total según estos datos, veintiocho nuevas casas, a las que había que agregar el Palacio de la Diputación, que sería pasto de las llamas en diciembre(25) de 1885 a los pocos meses de haber sido inaugurado, y las excavaciones comenzadas para el edificio destinado a la sucursal del Banco de España, en la calle Garibay.

El periódico "El Urumea" del que tomo estos datos, se preguntaba que sería de la nube de jornaleros que se quedarían sin ocupación y sin pan para sus familias cuando se acabaran aquellas construcciones. No sabía que la expansión de la ciudad continuaría hasta Amara y en la orilla derecha del Urumea surgiría una nueva Ciudad y pronto el edificio del Casino sería una realidad.

Y junto a esta información, que podríamos calificar de "altos vuelos", otra bien curiosa publicaba el periódico. En la tienda que en la calle del Pozo (actual acera del Boulevard) tenía el señor Bentem se había expuesto aquellos días varios tejidos de seda fabricados por el activo industrial don Gregorio Lopetedi, cuya seda procedía de los gusanos criados en los robledales de Guipúzcoa.

Escribía el periódico El Liberal de Madrid, tan atento a los aconteceres en nuestra ciudad : "Un acontecimiento grande y plausible constituye para Guipúzcoa el hecho, tan sensible al parecer, de mostrarse en los escaparates de San Sebastián las primicias de una nueva industria, con perseverante esfuerzo implantada. Son varias piezas de tejidos de seda, cuya seda procede del gusano aclimatado en los robledales guipuzcoanos. Tal es, pues, la realización feliz de los que muchos consideran utopía y el principio acaso de una fuente próspera de actividad y riqueza".

(KOXKAS - R.M.)


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