viernes, 27 de noviembre de 2015

NOSTALGIA DEL AYER

HABIA nacido en el último tercio del siglo XIX y vivió intensamente el San Sebastián festivo y koskero, aquel San Sebastián que cabalgó entre dos siglos y llenó de fiestas y de alegrías las calles de nuestro pueblo.

Me estoy refiriendo a Luis Irastorza, quien en 1916 fundó la sociedad Gaztelupe y en 1934 Gaztelubide, intervino activamente en la vida de aquella Fanfare con Shotero Irazusta, en el Orfeón de la Castaña, con los cosacos de don Pío.

Cuando iba a llegar a los 80 años de edad, en 1953, evocaba emocionado, con nostalgia, los años de su juventud, y a los que fueron sus compañeros en los desfiles festivos de 1900, a Segundo Berasategui, que era jefe de guerreros, a Tabuyo, de nigrománticos, a Canales, de demonios, a Ramón Cabra, tambor mayor.

La Fiesta de San Sebastián, la del 20 de enero, la celebraban por todo lo alto.

Empezaban con una buena cena y a las dos o las tres de la mañana tomaban las sopas de ajo.

A las 5 salía la Tamborrada de la Unión Artesana, a las siete y media iban al toro ensogado, que se suprimió en 1902, supresión que les pareció muy mal, habiendo protestas numerosas y algún disturbio, interviniendo la tropa que salió a la calle.

El de San Sebastián era uno de los días grandes de entonces, pero no el único. Estaban la Candelaria con las comparsas de iñudes y caldereros, San Vicente, el Jueves Gordo, los tres días de carnaval, comenzando en estas fechas los bailes de máscaras, que se celebraban los domingos hasta el de Piñata, inclusive.

Luis Irastorza heredó de sus padres el negocio de las casetas de la playa que o continuó hasta que entró en el Ayuntamiento. Sus aficiones fueron las Sociedades, el frontón y el buscar buena sidra para la sociedad.

Lo suyo era fomentar lo popular, lo donostiarra. Para la busca de la buena sidra era preciso, decía, ser muy conocedor de las propiedades de los manzanales y de los caseros, no olvidando el dicho al casero y al gorrión, con perdigón. Les llamaban, a él y a las sociedades populares, egoístas porque no dejaban entrar en ella a las mujeres.

En su defensa decían que en las contadas ocasiones que las dejaban entrar, eran ellas las últimas en levantarse. Un periódico le preguntó una vez cómo conseguían estar juntos en las sociedades, en buena armonía, armadores y pescadores, comerciantes y barrenderos, y les contestó que porque no entraban las mujeres.

Figura entrañable, popular, la de Luis Irastorza en un San Sebastián de los primeros cincuenta años del siglo XX.

(KOXKAS - R.M. - D.V.)


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