Así nos vieron (4)
TERMINO hoy esta serie tomada del libro de Fausto Arocena titulado 'El País Vasco visto desde fuera', que recoje testimonios y opiniones de quienes nos visitaron y dejaron luego escritos, la mayoría imparciales, algunos muy parciales.
En 1700 en la casa Seidel de Leipzig se publicó una descripción de España en la que se refiere a San Sebastián, -vulgarmente Donostien, porque antes se llamó Don Bastián-. Describe la bahía, los terribles vientos que la azotan y el puerto espléndido, profundo y cerrado con dos diques de muralla que hacen la entrada tan estrecha que no puede entrar ni salir más que un barco a la vez; junto a esta entrada está una gran torre cuadrada sobre la que en todo tiempo hay una fuerte guarnición que ha de guardar a la ciudad y al puerto de un inesperado ataque».
Las calles son largas, anchas, enlosadas con grandes piedras blancas siempre limpias. «Las casas son hermosas, las iglesias bien edificadas, los altares de madera hasta la bóveda y con lindas tablillas de una mano».
Teófilo Gautier, el escritor francés que nos visitó en 1840, quedó admirado de la iglesiafortaleza de Astigarraga y desde las lumbrado de la blancura de cortinas de la cama y de los balcones de su posada, de la limpieza de los suelos y con el cuidado en todo.
En vez de unas maritornes 'embrujadas', dio con unas hermosas muchachitas muy garridas, con sus magníficas trenzas colgando sobre los hombros y perfectamente ataviadas. La comida, salvo el aceite y el pimentón, le dejó buen sabor de boca.
Descubrió' el garbanzo, "guisante que tiene la ambición de ser habichuela y lo consigue». Puso, ino faltaba más! buenos ojos a los vinos de Jerez y de Málaga. Nada dice del Rioja ni del de la Rivera del Duero.
Otro escritor que nos visitó en 1843 fue Víctor Hugo. Estuvo en San Sebastián y en Pasajes y a la capital la definió con estas palabras: «Un monte en medio del mar. La huella de las granadas en todas las casas, las huellas de la tempestad en todas las rocas, las huellas de las pulgas en todas las camisas ¡voila Saint Sebastien!».
Quedó cautivado por Pasajes: ese rincón magnífico y encantador, como todo lo que tiene el doble carácter de la alegría y de la grandeza, ese lugar inédito que es uno de los más hermosos que yo haya visto y que ningún turista visita; ese humilde rincón de tierra y mar, que sería admirado si estuviera en Suiza, y sería célebre si estuviese en Italia, y que es desconocido porque está en Guipúzcoa, ese pequeño paraíso radiante a donde yo llegué por azar y sin saber dónde me encontraba, se llama en español Pasajes y en francés Passage».
22 octubre 99 KOXKAS R.M.
No hay comentarios:
Publicar un comentario