Santa Rita y Santa Quiteria
Desde tiempo inmemorial, el día de Santa Rita y Santa Quiteria, 22 de mayo, lo celebran nuestros pescadores y a la gente de mar se unen en esta devoción muchos donostiarras. No faltó ni la algazara ni la animación en la fecha citada del año 1897.
A primera hora de la mañana quedó instalado el altar que en el portalón levantan manos devotas con la imagen de Santa Quiteria. Las flores eran tan abundantes que casi no dejaban ver la imagen. Durante todo el día acudieron cientos y cientos de personas a rezar una oración pidiendo protección de la santa a los sufridos pescadores que tantos riesgos sorteaban en su trabajo. Y en la bandeja colocada en un lado del altar, muchos fieles depositaban unas monedas.
En el muelle reinó gran animación. El clásico tamboril anunció a primera hora la festividad que se celebraba y hasta la anochecida los músicos juglares tuvieron pocos momentos de descanso.
Por la tarde se corrieron cuatro bueyes ensogados, que habían costeado los concejales del Ayuntamiento. Aparecieron los cornúpetas en la calle de frente al Muelle (hoy, Mari) y cada uno de ellos recorrió durante veinte minutos dicha calle, la del Angel y la del Puerto, en medio de la algarabía que siempre acompaña a este festejo.
Copio de un periódico del siguiente día la reseña de la fiesta: «En la taberna que tiene Chempelar se coló uno de los bueyes, causando una sorpresa desagradable a los que en la misma se encontraban, pero especialmente a cuatro de ellos que, al ser embestidos por el cornúpeto, salieron huyendo, no sin observar que la mesa en que estaban despachando sabrosa merienda, caía a tierra a causa de los derrotes del animal.
El susto fue grande, pero mayor todavía el disgusto al ver por el suelo los manjares que destinaban a satisfacer el apetito que sentían».
Aquel bicho continuó causando caídas a los que querían improvisar unos pases como si fueran los dobles de Lagartijo, sobresaliendo entre todos un vendedor de periódicos que pese a los defectos físicos que tenía se ganó el aplauso de la gente por los arriesgadísimos capotazos que daba al cornúpeto.
De nueve a once de la noche hubo bailables, interpretados por una sección de la banda municipal y allí se vieron entonces, pese a la oscuridad de la hora, preciosos rostros de muchachas que danzaban sin parar.
Y así transcurrió el día de Santa Rita y Santa Quiteria de hace noventa y nueve años.
R.M.(22.05.1996)
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