viernes, 8 de agosto de 2025

1982- Semana Grande

Hoy se inicia la SemanaGrande donostiarra nacida en 1876 y que en la actualidad poco tiene que ver con aquélla que bien se puede decir es hija de la imaginación y del espíritu emprendedor de un hombre excepcional que se llamó José Arana Elorza.

Este hombre modesto en su origen, gran trabajador, vino a San Sebastián procedente de su Escořiaza natal cuando сomenzó la expansión de la ciudad, una vez derribadas las murallas. Abrió una tienda de ultramarinos en la calle Elcano, esquina al Boulevard pero el vender coloniales se le quedaba pequeño y comenzó a trabajar en otros campos que le resultaban más atractivos. Se hizo empresario taurino y levantó la plaza de toros de madera en Atocha en el tiempo récord de un mes. Dada la afición a los toros que había en la ciudad, el avispado e inteligente Arana supo explotarlo y con una hábil propaganda atraia a San Sebastián no solamente a gente de la provincia sino de más allá del Bidasoa. Las corridas de toros

donostiarras eran tan populares en el sur de Francia como aquí. Y fue entonces cuando en la

mente de José Arana surgió la idea: lanzó como un moderno «slogan» de propaganda su

"creación", la Semana Grande.

Y la Semana Grande era aquella que coincidía con el 15 de agosto, festividad de la Asunción de la Virgen. A la solemnidad del día, a la solemnidad de la Salve de la vispera, José Arana añadía unas cuantas corridas de toros, los fuegos artificiales y las masas que atraidas por la propaganda llegaban en riadas a nuestra ciudad. Los trenes y los autocares franceses venían atiborrados de gente a pasar el día en San Sebastián para asistir a las corridas, oir los conciertos que se daban en el Boulevard o en el kiosko y si prolongaban su estancia contemplar los fuegos artificiales. La Semana Grande se fue arraigando en el calendario donostiarra al correr de los años hasta adquirir carta de naturaleza y agregarse a ella otros festejos que iban desde las verbenas a los juegos populares. Pero lo fundamental de ella fueron las corridas de toros, la gran atracción de aficionados y turistas. 

José Arana podía sentirse satisfecho de su «invento» que tanto nombre y tantos beneficios reportó a San Sebastián. Cuando en 1905 moría, y sus restos mortales fueron llevados al cementerio de Escoriaza -donde el escultor Mariano Benlliure esculpió un mausoleo que es una auténtica obra de arte, los donostiarras lloraron la muerte de aquel hombre que tanto habia hecho por la ciudad y por cuyo despacho del Boulevard pasaban a charlar con él las

figuras que a finales del siglo "sonaban" fuerte en el mundo de la tauromaquia, de la política

y de las artes.

La Semana Grande siguió pujante... hasta que en 1973 se cerró el Chofre y San Sebastián se

quedó sin plaza de toros. Las corridas, tan características de aquellas fechas, han intentado

ser sustituidas por otros festejos, pero la Semana Grande ha perdido categoría y personalidad y los que la conocimos años atrás al entrar hoy en ella sentimos la nostalgia de un ayer brillante que ha dado paso a unos tiempos distintos, no sé si mejores o peores, pero el cronista se queda con las fiestas pretéritas.

R.M.



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