viernes, 4 de noviembre de 2022

EL GRAN CAFÉ SUIZO

El Gran Café Suizo

MIS lectores mayores, recordarán con nostalgia el Café de  la Marina, que abrió sus puertas el 17 de febrero de 1867 con un baile de trajes. Estaba, lo digo para los lectores que no le conocieron. en el número 2 de la calle de Garibay, esquina al Boulevard.Fue construido expresamente para café, con amplios ventanales, techos muy altos y un decorado suntuoso. El sitio que ocupaba era privilegiado, en el Boulevard, entonces el paseo por excelencia, al que concurría lo más granado de la ciu dad y de los veraneantes, donde la banda de música daba sus conciertos, que en verano eran diarios y el resto del año en señalados días y los domingos.

El primer empresario que rigió el Gran Café Suizo y de la Marina fue Moronatti, que supo hacerlo con mano maestra, cuidando los 17 retratos pintados expresamente para el local por Eugenio Azcue, representando a ilustres personajes de la historia de Guipúzcoa.

Era la época de oro de los cafés y por el de la Marina, según un cronista de la época, -desfilaron los más destacados políticos de la Restauración y de la Regencia; los más famosos artistas, los toreros de máximo renombre, los pelotaris en la época de mayor auge y popularidad de este deporte; la flor y nata de nuestra aristocracia en su época de más brillante decadencia; forasteros de todos los países, prohombres de todas las provincias, aventureros de toda catadura y laya, jugadores profesionales de ventaja y de alto copete, arrivistas, espías, nuevos ricos y también nuevos pobres, desertores de rango, refugiados de alta categoría, proscritos, desterrados, ministros sin cartera de ninguna clase, agentes secretos de la policía internacional, mujeres célebres y bellas, en una palabra, todo aquel maremagnum brillante, jocondo y heteróclito que fue desfilando por nuestra ciudad durante el medio siglo de su pintoresca, próspera, deslumbrante y apasionada existencia».

El café era suntuoso, con espléndidas arañas de cristal, que fue perdiendo clientela según la ciudad, tras el derribo de las murallas, se extendía hacia Amara, y su centro de gravedad iba pasando del Boulevard a la Avenida, agregándose a esto el cierre del Casino por la supresión del juego.

El café que nació de las manos de Moronatti murió en las de Florentino Rojo. Aquel espléndido local con su concurridísima terraza que fue el mentidero nacional político, artístico y taurino, cerró sus puertas en enero de 1946, y los que lo conocimos todavía lamentamos su suerte. Las mejores plumas de la época lloraron la desaparición del Café de la Marina en cuyos salones se habían escrito muchas páginas de la pequeña historia donostiarra.


KOXKAS  4 noviembre 2001 R. M.

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