viernes, 27 de noviembre de 2015

La circulación en las calles

LA circulación rodada comenzaba a ser , en 1927, un problema en las calles de San Sebastián.Cuando había un acontecimiento , como los toros, los embotellamientos eran constantes. Y en horas y días normales, ni los conductores ni los peatones hacían mucho caso a las disposiciones vigentes sobre circulación. Por eso al comenzar la Semana Grande de aquel año el alcalde , don José Antonio Beguiristain, dictó un bando que hoy llamaría la atención al lector, pero es que hace setenta años pocos cumplían las disposiciones dadas en este orden de cosas.

Decía el bando que los peatones no circularían por el centro de las calles y que al atravesar las lo hicieran por las bocacalles. La velocidad máxima de los coches dentro de la población sería de 35 kilómetros-hora y en la Parte Vieja, 20 kilómetros-hora.

Quedaba terminantemente prohibido a los vehículos de motor el escape y circular sin silenciador. A los taxistas se les prohibía fumar estando de servicio y a los viajeros se les recordaba que no tenían que satisfacer más dinero que el que marcase el aparato-taxímetro, y cuando el servicio fuera más allá del límite , el derecho a percibir el precio del regreso se entendería que era únicamente hasta la entrada del límite. Se prohibía que junto al "chauffeur" viajara persona ajena a quienes hubieran tomado a su servicio el coche.

A los autobuses se les recordaba la obligación, cuando fueran a subirse o bajarse viajeros, de acercarse a su derecha para que los viajeros pudieran montar desde la acera o apearse en ella. Les estaba prohibido pararse en el centro de las calles y circular detrás de los tranvías.

Ningún vehículo podía cruzar a los tranvías en sus paradas, debiendo detenerse hasta que éstos reanudaran su marcha.

Se establecía la circulación única en las siguientes calles : Garibay (en el sentido de Boulevard a la Avenida), Idiaquez y Legazpi (en el sentido de la Avenida a Boulevard), Alameda números pares (en el sentido de Zurriola a Igentea) y números impares (en el sentido Alderdi Eder a Zurriola); Zubieta, dirección Avenida a Miraconcha, y San Martín hasta la calle Easo, en dirección Miraconcha hasta la mencionada calle.

Por la Alcaldía se dieron órdenes a los guardias municipales para que se cumpliera este bando, anunciando el Ayuntamiento que serían multados los padres de los chiquillos que atravesaran las calles alocadamente.

Alguna circular parecida a la que comentamos nos haría falta hoy, para regular la circulación, sobre todo en determinados lugares y en determinados momentos.

(KOXKAS - R.M. - DV) 


¡AUPA LA REAL DONOSTIARRA!

AHORA que la Real Sociedad de Foot-Ball está pasando unos malos momentos, voy a recordar en esta columna el nacimiento y primeros pasos del club donostiarra. En 1903 se creó el San Sebastián Recreation Club, que vestía unas camisetas con franjas verdes y amarillas. Había entonces otros equipos de foot-ball en nuestra ciudad como el Avión y el Antiguotarra del Antiguo, el Español de Amara, el Esperanza y el Amaikak Bat de la Parte Vieja, el Luchana del barrio de San Martín, el Fortuna, el Old-Boy Club y el Shartako del centro.

Fue en 1905 cuando el Athletic de Bilbao se enfrentó por primera vez con el San Sebastián Recreation Club en Lamiaco, terminando el encuentro con empate a uno. Los donostiarras jugaron el Campeonato de España juntamente con el Madrid y el Athletic, ganando los madrileños, quedando segundos los donostiarras.

Después se separaron del San Sebastián Recretion Club algunos de sus miembros que formaron el San Sebastián Foot-Ball Club. El 19 de marzo, el equipo donostiarra formado por Iñiguez, Artola y Perojo; Aurrecoechea, Martinez y Regalado; Solano, Sena, Minondo, Goitia y Gil, se enfrentó en Ondarreta al Irún Foot-Ball Club, venciendo los donostiarras.(EL PUEBLO VASCO(20/04/1905)


El 14 de marzo de 1909, en un partido frente al Stade Bordelaise estrenó vestimenta nueva: camisola blanquiazul con calzón blanco, venciendo por 5 a 2, Dos días después, el partido fue contra el club Stade Francaise de París, batiéndose un récord en el tanteador, 12 a 2 a favor de los jugadores donostiarras, habiéndose fallado dos penaltis y anulados dos goles más.

En la primavera de 1909 se jugó el Campeonato de España en Madrid, participando cuatro equipos gallegos, dos vascos y dos de Madrid. Los donostiarras comenzaron ganando por 4 a 2 al Athletic de Bilbao, al Galicia y el 8 de Abril se enfrentaron al Español de Madrid en la final. En el descanso el doctor Sáez Alonso, el presidente, reanimó a los donostiarras con sorbos de cola y té. El resultado fue 3 a 1 a favor de los del San Sebastián.

La Banca Brunet cedió los terrenos de Ondarreta, donde se levantan hoy las villas , inaugurándose el campo el 31 de Octubre de 1909, en un partido contra el Stade Bordelais, al que venció por dos a uno. (EL PUEBLO VASCO (01/11)(pág.02)

El presidente Juan Olave de la nueva Sociedad de Foot-Ball, pidió al conde de Caudilla solicitara en la Corte autorización para poder anteponer al título el calificativo de Real. El 11 de febrero del año 1910 se recibió la Real Orden que lo autorizaba.

(KOXKAS -R.M.-DV)


NOSTALGIA DEL AYER

HABIA nacido en el último tercio del siglo XIX y vivió intensamente el San Sebastián festivo y koskero, aquel San Sebastián que cabalgó entre dos siglos y llenó de fiestas y de alegrías las calles de nuestro pueblo.

Me estoy refiriendo a Luis Irastorza, quien en 1916 fundó la sociedad Gaztelupe y en 1934 Gaztelubide, intervino activamente en la vida de aquella Fanfare con Shotero Irazusta, en el Orfeón de la Castaña, con los cosacos de don Pío.

Cuando iba a llegar a los 80 años de edad, en 1953, evocaba emocionado, con nostalgia, los años de su juventud, y a los que fueron sus compañeros en los desfiles festivos de 1900, a Segundo Berasategui, que era jefe de guerreros, a Tabuyo, de nigrománticos, a Canales, de demonios, a Ramón Cabra, tambor mayor.

La Fiesta de San Sebastián, la del 20 de enero, la celebraban por todo lo alto.

Empezaban con una buena cena y a las dos o las tres de la mañana tomaban las sopas de ajo.

A las 5 salía la Tamborrada de la Unión Artesana, a las siete y media iban al toro ensogado, que se suprimió en 1902, supresión que les pareció muy mal, habiendo protestas numerosas y algún disturbio, interviniendo la tropa que salió a la calle.

El de San Sebastián era uno de los días grandes de entonces, pero no el único. Estaban la Candelaria con las comparsas de iñudes y caldereros, San Vicente, el Jueves Gordo, los tres días de carnaval, comenzando en estas fechas los bailes de máscaras, que se celebraban los domingos hasta el de Piñata, inclusive.

Luis Irastorza heredó de sus padres el negocio de las casetas de la playa que o continuó hasta que entró en el Ayuntamiento. Sus aficiones fueron las Sociedades, el frontón y el buscar buena sidra para la sociedad.

Lo suyo era fomentar lo popular, lo donostiarra. Para la busca de la buena sidra era preciso, decía, ser muy conocedor de las propiedades de los manzanales y de los caseros, no olvidando el dicho al casero y al gorrión, con perdigón. Les llamaban, a él y a las sociedades populares, egoístas porque no dejaban entrar en ella a las mujeres.

En su defensa decían que en las contadas ocasiones que las dejaban entrar, eran ellas las últimas en levantarse. Un periódico le preguntó una vez cómo conseguían estar juntos en las sociedades, en buena armonía, armadores y pescadores, comerciantes y barrenderos, y les contestó que porque no entraban las mujeres.

Figura entrañable, popular, la de Luis Irastorza en un San Sebastián de los primeros cincuenta años del siglo XX.

(KOXKAS - R.M. - D.V.)


martes, 24 de noviembre de 2015

LA FIESTA DE SANTA LUCIA

HACE cien años había en San Sebastián muchos talleres de modistas en los que trabajaban cientos y cientos de alegres muchachas que al salir de darle a la aguja y a la plancha animaban las calles de la ciudad y los días festivos los lugares donde había baile.

Hoy en día todo ha cambiado y las prendas que usan las mujeres vienen ya elaboradas en grandes talleres repartidos por la geografía española y francesa.

Al desaparecer los talleres locales, ha desaparecido el mundo de las modistillas que el día 13 de diciembre celebraban animadamente la fiesta de su patrona. Era la fiesta de Santa Lucía.

El periódico calificaba de simpática y admirada a la clase de modistas, y al llegar la fecha de su gran fiesta, escribía en sus páginas :
" El tipo de modista es siempre clásico y siempre de actualidad. Ellas suelen ser las más guapas, las más elegantes, las más airosas, porque a vueltas constantemente con los figurines y con los refinamientos de la moda, saben más que otras de su propio sexo, cómo se viste mejor y hasta cómo se ríe picaresca y salerosamente.

Ellas son también las que prestan perdurable animación a los paseos y a los bailes, hasta el punto que si dejaran de existir, las calles y los salones de reuniones públicos parecerían unos cementerios o poco menos".

Los primeros honores rendidos por las modistas a Santa Lucía fueron los religiosos, celebrando en algunas iglesias solemnes misas y a cuyas ceremonias asistieron las muchachas "con un pedazo de su alma puesto en Dios y con otro puesto en los regocijos profanos que las esperaban".

Terminadas las ceremonias religiosas, las modistas dedicáronse a pasear por las calles, reuniéndose después en diferentes restaurantes para celebrar comidas íntimas.

Al final de la tarde hubo una función en el Teatro Principal que resultó, según el periódico, archidespampanante, con la totalidad de las localidades ocupadas por las que resultaban ser hábiles "manejadoras de la aguja".

Se representó la obra "El genio alegre", cuyas escenas retozonas  y llenas de colory alegría encajaron admirablemente en la clase de público que llenaba aquella tarde el teatro donostiarra.

El día de San Lucía se cerró con dos animadas horas de baile en la Plaza de la Constitución.

Desde las ocho a las diez de la noche sopló con las mejores ganas la banda "Iruchulo", hartándose de bailar todas las modistas de San Sebastián y las que nada tenían que ver con el oficio.

(KOXKAS - R.M. - 2002)

EL EDIFICIO DEL GUIPUZCOANO

La sociedad Banco Guipuzcoano, nació el 9 de Octubre de 1899 y su primera y provisional sede estuvo en el piso principal del número 4 de la calle de Legazpi. Adquirido al empresario Eduardo Dupouy el pabellón de la esquina de las calles Fuenterrabía, San Marcial y Avenida, se realizaron obras para acomodarlo al destino del Banco. Este edificio es el que actualmente sigue ocupando. Las obras fueron dirigidas por los arquitectos don Ramón Cortazar y don Luis Elizalde, y en estos casi cien años desde su inauguración, en julio de 1902, muy poco ha variado el Banco, prueba de que acertaron en sus obras. Merece la pena realizar una breve descripción de la casa tal como estaba cuando fue inaugurada.

Daba acceso al edificio una amplia escalera de piedra sobre el atrio circular, también de piedra labrada, cuyo techo sostenía la terraza que el edificio tenía en su piso principal. En el vestíbulo, en sus muros y techos, había una decoración combinada de piedra y madera con un severo friso de mármoles de color, que labró la casa Francisco López, de Zaragoza.

Al entrar en el hall o salón , se presentaba un hermosísimo golpe de vista. El espacio que se destinaba al público estaba separado del que ocupaban los escritorios del Banco por un gran mostrador de roble que descansaba sobre un zócalo de mármol rojo, hallándose la mesa de mostrador sostenida por palomillas de bronce. Sobre los tres lados del mostrador había una guarnición de bronce en la cual encajaban los varios ventanillos por los que se comunicaba el público con los distintos negociados.

Descansaban sobre el mostrador sosteniendo el techo que estaba a gran altura, diez esbeltas columnas de hormigón armado, imitación de mármol rojo y cuyos capiteles, bases y parte tercia del fuste, eran de bronce. En todos sus detalles como en su conjunto, era de un gusto exquisito esa decoración del mostrador y de las columnas que sobre él descansaban.

El hall o patio estaba iluminado por luz cenital que la proporcionaba una vidriera de colores,obra del famoso Jules Maumejean, de Biarritz, y tenía, además, luz y ventilación a través de quince grandes ventanas defendidas por artísticas rejas de hierro forjado. En esas ventanas había ingenioso mecanismo para abrir y cerrar sus persianas, que eran una novedad en San Sebastián.

Sobre la planta baja, había una balaustrada de bronce. Nada más lujoso, artístico y de mejor gusto que los paneles de la balaustrada. Las escaleras del edificio eran de mármol blanco.

Algo, no mucho ha cambiado el edifico de hace un siglo con el de hoy, pero ofrece una imagen clásica.

(KOXKAS - R.M. - 2002)



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