lunes, 18 de marzo de 2013

BAILE DE DISFRACES

En los días de Carnaval no faltaban los bailes de disfraces que reunían en los elegantes y aristocráticos hogares a lo más granado de la sociedad donostiarra. En 1880 hubo varios, pero del que más se habló y escribió fue del celebrado el 9 de febrero en la elegante mansión de los señores de Fullá.
Pero si mereció numerosos elogios aquella aristocrática reunión, creo que también fue digna de ellos la crónica que se publicó en el periódico El Urumea, en la que la imaginación y la cascada de adjetivos se dieron cita.Empezaba el anónimo cronista escribiendo sobre las «toilettas» de las damas y decía: «Semanas de desvelos estudiando combinaciones de colores, de torturar la imaginación en discurrir cómo dar a la seda la más graciosa forma, habrán pasado esas bellísimas señoritas, sin pensar tal vez que , las únicas víctimas de los disparos de belleza y elegancia, armas con que la naturaleza y el arte les ha dotado, sirven para herir al ser inofensivo, a aquel que ha tenido la fortuna o la desgracia de colocar su corazón al alcance de esos hermosos ojos que cual estrellas brillan en el hermoso cielo que veo delante de mi (....). Desde las nueve y media de la noche me encontraba codeando con los que a mi parecer eran ángeles y querubines del paraíso con una .belleza celestial resaltada por el arte del vestir, arte a mi juicio conocido, en la morada de la gloria y de la felicidad. El raso, damasco, todo el lujo y elegancia que los dueños de la casa habían desplegado, aquel salón rico en luz, sorprendente por el conjunto que presentaba, embriagába dulcemente mi ánimo, transportándome en alas de la imaginación a las regiones más fantásticas».Luego hace una relación de los. trajes que los asistentes al baile llevaban. Allí estaban María Estuardo, damas de la época de Carlos V y de Luis XV, aldeanas de la edad media, mozas gallegas, majas, molineras, muchachas rusas, napolitanas, mallorquinas, sorrentinas... El sexo fuerte estaba representado por Enrique VIII, Luis XIV, Enrique III, Carlos IX, Windsor y con ellos Robespierre, trovadores, bandidos calabreses, chinos, pierrots...A las 12 se abrió el buffet, soberbiamente servido, abundando los manjares y vinos más exquisitos y delicados. A las preciosas polkas, arrebatadores valses de Fahrbach y Strauss sucedió un rigodón en el que sólo tomaron parte los disfrazados.No sé si la fiesta fue digna de aquella crónica, o una crónica así merecía una fiesta singuIar.

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