lunes, 18 de marzo de 2013

CARNAVALES DE 1888

No fueron ni animados ni ejemplo de imaginación y buen gusto los carnavales de hace un siglo. El calendario, venía adelantado. y así el domingo de carnaval fue el 12 de febrero.

Abundaron los bailes de máscaras en lugares cerrados. En el Teatro Circo los hubo los días.2, 5, 12, 13, 14 y el domingo 19 que era Piñata. Los precios de caballero eran de tres pesetas, y éste tenía opción a cuatro billetes de señora. En la Sociedad Fraternal hubo baile de máscaras el jueves gordo, domingo, lunes y martes de carnaval. En el Casino, el lunes, pero no se admitió ningún disfraz «en vista de lo desanimadas que algunas familias se hallan por estar en la inteligencia de que este baile iba a ser de capuchones y dominós». El periódico «La Voz de Guipúzcoa» al reseñar el baile escribía: «Como estaba convenido, no hubo disfraces. Buen acuerdo, ciertamente, porque así la careta no nos privó ni un momento de admirar tantas caras hermosas. Pero si las damas se mostraron unánimes en eso, los varones anduvieron discordes en punto a vestido. Desde la americana al frac, todas las prendas estuvieron representadas». Las señoras mayores y los várones serios formaban respetable marco a las filas de las bellezas jóvenes y de los mancebos en aptitud de bailar, que ocupaban el centro del salón y las primeras filas de los asientos. A las 12 se sirvió el «buffet», que estaba bien surtido. Después vino el «clu» de la fiesta: el cotillón. Precioso de veras y muy completo, hizo honor a Guillermo Brunet que lo encargó y que Rosita 
Areizaga dirigiólo, muy a gusto de los bailarines, por tan linda directora gobernados. A las 3 concluyó la fiesta».

Pero ¿cómo fueron aparte de estos bailes aquellos Carnavales de 1888? Pobretones en general. Así lo decían los periódicos. El domingo, aunque nublado, la temperatura estuvo benigna y «a esto, que no al deseo de ver las contadas y zarrapastrosas máscaras que pasearon su tontería por el Boulevard, se debió que la afluencia fuese más grande a la hora del paseo. La banda municipal ejecutó bien varios bailables». Aquel día hubo bueyes corridos en la plaza de la Constitución, que repartieron los habituales coscorrones. El lunes, abundó la lluvia por lo que se suspendió el concierto del Boulevard. No faltaron los bueyes, que resultaron más bravos que los del día anterior. Y el martes, con frío y lluvia, lo que no fue obstáculo bastante poderoso a impedir «que por esas calles lucieran sus poco aseados, disfraces infinidad de mamarrachos que barbarizaban y coceaban como animales mayores». Por la tarde, hubo concierto en el Boulevard y bueyes por la mañana, y por la tarde, que fueron, bravos, sobre todo el quinto de la tarde que hubo que retirarlo antes de tiempo «por ser demasiado bravo».

De uno de los solares de la calle San Martín salió el martes por la tarde, la carroza del Fomento de las Artes y recorrió las calles de la ciudad nueva. Formaba la carroza una columna cuadrangular coronada por una estrella dorada con la palabra «Artes» en el centro. En la base, adornada con ramajes y banderas se sentaban unos niños representando las Artes y el Trabajo. Tiraban de la carroza cuatro caballos vistosamente enjaezados y la precedía la banda de la Unión y los socios del Fomento que repartían versos. Fue la única nota a destacar de aquellos carnavales que terminaron con un cecenzusco en la plaza 
de la Constitución.

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