miércoles, 13 de marzo de 2013

EL REGIMIENTO

A finales del SigloXV, la población que vivía en San Sebastián la formaban marinos, pescadores, maestros de navío, patrones y grumetes de bergantines, trabajadores de las ferrerías, ferrones, labriegos, mercaderes, soldados... Todos eran gobernados por el Regimiento o Ayuntamiento con arreglo a las Ordenanzas de laVilla confirmadas por los Reyes. Formaban el Regimiento dos alcaldes (por especial, privilegio), dos jurados mayores, cinco regidores y un síndico, todos ellos con voz y voto.Como empleados formaban parte del Regimiento el escribano fiel, un letrado, un mayordomo o bolsero, dos guardapuertos, cuatro veedores de cuentas, cuatro cogedores de derramas, los mayordomos de las iglesias de Santa María y San Vicente, los guardavinos.y los guardamontes del Urumea.Todos los años se renovaba el Ayuntamiento, exigiéndose que trascurriera un plazo de tres años para poder ser reelegidos. Todos cobraban unos dineros, variando la cantidad según la importancia del cargo, y todos respondían de su gestión en los famosos juicios de residencia, siendo penados con sanciones de tipo civil o criminal. si causaban perjuicios al común. Los jurados mayores custodiaban bajo llave el sello de la Villa, los libros de privilegios, ordenanzas, escrituras, bienes y propios de la República. Ejecutaban los acuerdos del Regimiento y ,dada la responsabilidad de su misión, se elegía para ella a «homes buenos, abonados e diligentes»; escribe el historiador Francisco Juaristi.Cargo importante era el de escribano fiel. Llevaba el libro de actas recogiendo lo que sucedía en las sesiones y firmaba todos los documentos del municipio. El mayordomo o bolsero era el depositario de los dineros de la Villa, haciendo efectivos todos los pechos y rentas de la República, necesitando un libramiento firmado por la Justicia y los regidores para efectuar un pago o un cobro. Los jurados mayores le entregaban al ocupar el cargo un memorial de los derechos, rentas y bienes que la Villa tenía que cobrar. El bolsero, con los jurados y el escribano, ordenaban las cuentas entregándolas al cesar en sus cargos. Se nombraban «sendos homes buenos e suficientes de buena conciencia» y entre ellos se designaba. a cuatro veedores de cuentas, quienes con los álcaldes y jurados examinaban las cuentas del Regimiento saliente. No se debían dejar influir,«por temor, ni por amor, ni por odio, dádiva ni interés».Alcaldes y regidores respondían de sús actos y si no podían reparar la falta, se les declaraba inhábiles a perpetuidad para desempeñar cualquier cargo municipal, además de ir a prisión.

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