miércoles, 20 de marzo de 2013

UN HÉROE DEL MAR

Desde una pared del muelle donostiarra, un busto dijérase que preside el movimiento de barcos, traineras y lanchones. Es el busto de José María Zubía, Mari, figura legendaria que entregó su vida al mar para salvar a unos pescadores de un naufragio.
La vida del héroe dijérase que empezó en el mar y terminó en el mar . Nacido en Zumaya en 1809, hijo de humildes pescadores, empezó su vida como pescador. A los veinte años se matriculó como simple marinero en la carrera de las Américas. Varias vecs atravesó el Atlántico, pero quedó defraudado de la legendaria fábula de las Indias, volviendo a su tierra y en San Sebastián se establece como patrón de pesca. Propietario de una lancha, sale al mar, a trabajar en su mundo, en la pesca.Uno de sus biógrafos dice de él que es algo más que un simple pescador. "Lleva dentro de sí como una fuerza atávica que le induce y le lanza al auxilio de sus semejantes en trance de naufragio. Es su vocación, esa vocación que nadie suele saber de dónde viene ni a dónde va a llevar. nada ni nadie le obligan al sacrificio por sus semejantes; pero cada vez que la ocasión se presenta, él es el primero en personarse ante el comandante de marina del puerto donostiarra, ¡pidiéndole permiso para realizar un acto heróico!".Una de estas acciones de salvamento se dio el 13 de julio de 1861. Una lancha , la San José, con siete tripulantes está a punto de naufragar. El mar está embravecido, pero a Mari eso nada le importa. La San José es zarandeada por las olas contra las rompientes. Medio San Sebastián acude a la Zurriola a ver aquel episodio marinero. Y allí va nuestro héroe a ayudar a aquelos pescadores. Cuatro perecen, siendo salvados sus tres compañeros.Pocos días después, en el Teatro Principal, se celebra una función a beneficio de las familias de los náufragos y en homenaje a Mari y a sus compañeros. En un palco, entre autoridades y encopetados personajes, se halla Mari, que al final del espectáculo fue a ofrendar a la actriz Teodora Lamadrid la corona que sus admiradores le dedicaban. Mari avanza en el escenario, en una mano la boina y en la otra la corona. Se acerca a la actriz y la dice : "Esto me han dado para ti". Y la actriz le contesta : "Para mí, no, para tí", y le coloca la corona en la cabeza.Cinco años después, el 9 de enero de 1866, el mar embravecido jugaba con una lancha. Y a ayudar a sus tripulantes salió del puerto Mari. Pero el mar pudo más que él. No volvió a puerto. El heroico marinero sucumbió "en el ejercicio de su heroísmo, movido por el amor a sus semejantes y por un religioso y místico concepto del sacrificio".


KOXKAS - R.M. - DV - 09 / 01 / 2001

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