miércoles, 20 de marzo de 2013

QUEJAS

CUALQUIER motivo es bueno para protestar. Y eso sucede hoy y sucedió el siglo pasado y sucederá en el venidero.
En un periódico de septiembre de 1884 leo entre adjetivos elogiosos, la consabida protesta. Copio el suelto: «Si San Sebastián es ahora deliciosa residencia de verano, desea ser también lo que se llama "una estación de invierno'. Condiciones y circunstancias posee para no calificar semejante aspiración de exorbitante. Su clima no es menos suave y blando que el de Niza, siendo muy superior al de Pau y otras localidades a donde viene desde noviembre a marzo gran número de ingleses y de rusos. 
Cuando la ciudad termine el soberbio Casino que construye en el extremo del Boulevard; cuando se concluyan las grandes obras emprendidas en la Zurriola; por último, cuando perfeccione su sistema de alojamiento, que hoy deja todavía mucho que desear, entonces es casi seguro que obtendrá lo que ambiciona. Es menester para ello que los hoteles principien por adoptar otra marcha; que no sigan la costumbre española de hacer pagar cuarto, almuerzo y comida juntamente, introduciendo la que existe en toda Europa, con la excepción única de nuestro país, de no obligar al viajero a satisfacer sino lo que consume.
Es indispensable además, que las patronas se persuadan de que su interés consiste en moderar sus pretensiones y en ser afables y condescendientes con cuantos les honran y favorecen. Entonces los atractivos presentes y futuros, traerán sin duda alguna multitud de extranjeros opulentos a pasar los meses rigurosos del invierno en San Sebastián» .En el mismo periódico y en el mismo día, quejas contra el servicio de ferrocarriles. Las duras críticas iban a «las aglomeraciones de personas en departamentos estrechos, a los grandes retrasos en el recibo de mercancías, a las pérdidas de baúles que en vez de llegar con su dueño a esta ciudad, van por obra y gracia de la empresa a Logroño o Pamplona o Santander, que de todos se dan casos...» (En esto último con los años no se ha mejorado.Siempre recuerdo aquella definición de progreso que hacía el gran periodista Alfonso Sánchez, que era: Cuando tu avión está aterrizando en El Cairo, tu maleta llega a Buenos Aires).
Se lamentaba el periódico de los retrasos de los trenes «sin que la Compañía tenga presente los perjuicios que puede irrogar». .
Muchas de aquellas quejas podían elevarse hoy 'a quien corresponda'. Las maletas se siguen perdiendo, los restrasos continúan produciéndose y las molestias son, incluso, mayores.

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