La coronación de la Virgen del Coro
Por un breve del Papa Pio XII se declaraba a Nuestra Señora del Coro patrona de la ciudad de San Sebastián. Al saberse la noticia, la devoción donostiarra a la Virgen se materializó en las joyas que regalaron, encargándose el joyero Echeverria de hacer la corona. En realidad no se trataba solamente de una corona sino de un tesoro de joyas para el adorno total de la imagen.
La corona de la Virgen, de oro y platino, tenia 389 brillantes y 368 diamantes. Del interior de la corona colgaba un gran brillante La aureola era de platino y oro y en sus ráfagas grandes llevaba 315 brillantes y en las dobles ráfagas pequeñas 588 diamantes.
La corona del Niño tenia una perla fina colgando del interior sobre el platino y oro llevaba 93 brillantes. La mascarilla que llevaba la Virgen aureolándola el rostro era un encaje de platino y oro con 80 brillantes y 78 diamantes. La gargantilla era de dos filas de perlas y una de brillantes en el centro. Como fleco, llevaba filas de brillantes y perlas haciendo juego: en total 65 brillantes y 64 perlas. Había también un colgante o pendentif de tres filas, con 9 esmeraldas y 146 brillantes. Colgaban entre ellos varias lágrimas de la misma piedra. Las letras de la leyenda «A Nuestra Señora del Coro» eran de oro y platino y llevaban montadas 146 brillantes.
El valor total de aquella joya rondaria el medio millón de pesetas.
La solemne coronación de Nuestra Señora del Coro tuvo lugar el domingo 8 de setiembre. de 1940. Los actos fueron presididos por el Caudillo que asistió acompañado de su esposa, el ministro de Agricultura señor Benjumea, el capitán general de la VI Región, general López Pinto, el alcalde don Antonio Pagoaga, gobernador militar coronel Becerra, gobernador civil don Gerardo Caballero, presidente de la Diputación y jefe provincial del Movimiento don Elias Querejeta, Nuncio de Su Santidad Monseñor Cicognani y los obispos de Vitoria, Santander y Pamplona.
A las 9 de la mañana, el obispo de Vitoria monseñor Lauzurica, ofició una misa y los orfeones de San Sebastián, Vitoria, Pamplona y Bilbao bajo la dirección de Juan Gorostidi interpretaron la de Licinio Réffice. En el ofertorio, el baritono Marcos Redondo cantó un Ave María.
Al terminar la misa tuvo lugar la ofrenda de un manto a la Virgen, manto que llevaba bordado en oro el escudo nacional. Acto seguido, la imagen de Nuestra Señora del Coro fue descendida de su camarin al altar mayor y alli el obispo de Vitoria, como delegado extraordinario de S.S. Pio XII dio lectura al breve Pontificio en el que se declaraba solemnemente Patrona de San Sebastián. a Nuestra Señora del Coro. Luego colocó sobre la cabeza de la imagen la corona, retirándose entonces Franco y su séquito.
Momentos después, la imagen de la Virgen fue llevada en procesión a la Casa Consistorial, siendo colocada en un altar en el balcón principal del edificio. El alcalde y el obispo dirigieron unas palabras a la gente que abarrotaba la plaza y un grupo de muchachos bailó una danza de honor ante la imagen que seguidamente fue devuelta a la iglesia de Santa Maria. En el templo, el alcalde leyó la consagración de la ciudad a la Virgen del Coro e hizo la ofrenda de un cirio que arderia durante todo el año ante la imagen. Por la tarde se rezó un rosario y hubo procesión por el interior del templo.
8 septiembe 90 KOXKAS R.M.
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