La romería de Lezo
La devoción al Cristo de Lezo fue en tiempos grandisima entre las gentes de Guipuzcoa que no faltaban a la romeria que se celebraba en setiembre. Alli acudian muchos enamorados a santificar sus amores, y nunca faltaban ve las encendidas ante la venerada imagen depositadas por quienes pedian al Señor una ayuda para el marido que estaba en la mar, para el hijo que se hallaba en la guerra, para el hermano enfermo de gravedad. Los cientos de ex votos que colgaban de las paredes hablaban claramente de la protección que el Cristo deparaba a los fieles.
Sobre el origen de la devoción y la historia de la imagen hay diversas versiones, y el misterio y la leyenda se aunan. Según unos, el Cristo fue hallado en el mar y traido a Lezo. Según otros fue el santo obispo León de Bayona quien al venir a España a convertir gentiles traia consigo la imagen y la colocó en la ermita de Lezo.
Según Isasi, a principios del siglo XVII la ermita resultaba pequeña por lo que se construyó un templo mayor. El acuerdo parece que se tomó en 1595 y se sabe que el templo costó 5.300 ducados Años después se construyó la torre.
A la romería que se celebraba el 14 de setiembre con motivo de la Exaltación de la Santa Cruz acudian en tiempos cientos y cientos de familias. Un testigo de aquellas auténticas peregrinaciones escribió: «La fiesta llegaba a la capital que invadian los caseros y caseras endomingados, provistos de su inseparable paraguas aunque el sol lanzase sus rayos más quemantes sobre nosotros y llevando colgados de la blusa o de la chambra manojos de cintas rojas, amarillas, verdes, zules, de todos los colores, de las que pendian medallitas y crucecitas de barato metal con la efigie del Cristo. Las medallitas eran de lo más ordinario hasta que llegó el aluminio y el Cristo se hizo menos pesado en las cintas, como si hubiera llegado ese metal a tiempo de llevar más medallitas con menos peso».
En los alrededores de la iglesia, un ejército de mujeres ofrecian velas y medallas a los romeros, no faltando los tullidos que pedían limosna, algún ciego que arrancaba a un viejo violin unos sones musicales, puestos de rosquillas, almendras, caramelos... En la basilica se celebraban misas a las que asistian los romeros que pasaban el día entre Lezo y Rentería. La fiesta no se limitaba al dia de la Cruz pues continuaba hasta el domingo siguiente y terminaba corriéndose en la plaza de la villa varios moruchos o Lastures y después habia música dirigida por José Guezala.
También la gente de mar era devota del Cristo de Lezo. Cuando naufragaba alguna trainera of alguna lancha calera, los supervivientes solian ir descalzos hasta Lezo donde sacaban» una misa En tiempos, ese dia habia regalas en San Sebastián que las presenciaban los romeros que volvian. El Cristo tuvo los honores de las salvas de los buques de guerra cuando éstos cruzaban ante el Jaizquibel, a la altura de la basilica. Parece que esta costumbre nació en los días en que habia en Lezo astilleros y al puerto llegaban bajeles de hasta 80 toneladas, y también rendian alli viaje los barcos de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas.
Como muchos de los romeros. regresaban a sus casas pasando por San Sebastián, la ciudad organizaba aquel día festejos no faltando en la plaza de la Constitución el cecenzusco y luego el baile.
KOXKAS R.M. 13.09.1990
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