martes, 13 de septiembre de 2022

LA ROMERÍA DE LEZO

 La romería de Lezo


EL14 de setiembre, día de la Exaltación de la Santa Cruz, se celebraba en Lezo desde tiempo inmemorial la llamada fiesta de los costarras. Es esta una fiesta que con los años se ha ido perdiendo y hoy es poco más que un recuerdo.

Antaño, gente del interior de la provincia y de la costa guipuzcoana venían áquella a pie y ésta por mar en lanchas a San Sebastián.

Las costarras especialmente venían por el 'buruco panubeluba eguriyaquin' y llegaban acompañadas de sus maridos u otros individuos de la familia, generalmente de víspera, acudiendo en la mañana del día 14 a pie a cumplir la promesa efectuada durante el año.

Después de oída la misa en la basílica, transcurrido el día entre Lezo y Rentería, volvían a San Sebastián para el anochecer, generalmente andando.

Aquí se corría un zezensusko en la Plaza de la Constitución y bailaban hasta las 10 de la noche (hora en la que el alguacil daba la señal de terminación de la fiesta) al son del tamboril nuestras alegres campesinas y habitantes de la costa.

Los romeros de la costa alquilaban una 'trenera' o lancha de 'cala' para efectuar el viaje. Entonces en el siglo pasado no había los medios. de comunicación de nuestro tiempo y por ello la gente del interior y de la costa visitaban menos San Sebastián que las generaciones posteriores. -

Hace cien años, los romeros, después de venir a San Sebastián en coches, lanchas o el tren, tomaban aquí el tranvía a Rentería y recorrían a pie la distancia que hay desde esta villa hasta Lezo; algunos llegaban a Pasajes en tranvía y se embarcaban en los esquifes de las célebres bateleras para llea Lezo,

En 1896 el día 14 cayó en lunes y el sol presidió la fiesta. Los trenes y tranvías condujeron a Lezo a multitud de romeros de ambos sexos. En el pueblo era casi imposible dar un paso por el número de romeros llegados.

En la plaza, los aficionados al arte de Pepe Hillo lancearon de capa a un novillejo de Lastur, no faltando los revolcones. Tras la tauromaquia vino la danza y la plaza se vio convertida en salón de baile. La banda del pueblo tocó incontables bailables.

El santuario estuvo todo el día lleno de fieles llegados de los pueblos de la provincia y de parte vasco-francesa.

El regreso se verificó con animación y algaraza, sin reincidentes.

Y en San Sebastián les esperaba un toro de fuego de la 'ganadería' de Esnaola.


R.M.14 septente 96 KOXKAS


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