Las 'Mil Voces'
DE éxito apoteósico fue calificado el magno concierto de las 'Mil Voces', ofrecido en la plaza de toros de San Sebastián el 4 de septiembre de 1949. Eran mil cantores de coros y orfeones diversos de San Sebastián y de los pueblos de Guipúzcoa, dirigidos por la batuta del maestro Manrico de Tura, un italiano nacido ocasionalmente en Santiago de Chile.
Allí estaban el Orfeón Donostiarra, la Coral Loinaz, la Santa Cecilia, los coros Easo y Maitea, la Escolanía de Tiples de Nuestra Señora de Lourdes, la Felipe Gorriti, los orfeones de los Buenos Amigos, Ondarribi, Vergarés, las Scholas Cantórum de Nuestra Señora del Coro y Santa Cecilia...
El crítico Antonio Fernández Cid, en el periódico 'Arriba', de Madrid, hacía el gran elogio de aquel concierto de las 'Mil Voces', que demostraron que no se trataba de un orfeón, sino de muchos conjuntos vocales y que la provincia de Guipúzcoa poseía la más envidiable cantera lírica.
En principio, todo nos hace pensar en una 'cachupinada' grandiosa. La plaza de toros, con el ruedo convertido en monumental escenario, voces nada concertadas en los tendidos, desfile indio de los intérpretes, salida del maestro Manrico de Tura, general en jefe del ejército sonoro, con paso de gimnasta, señal de comenzar con un gesto desmesurado.
Pero de pronto comienza el programa. Y las prevenciones, los escepticismos desaparecen. ¡Qué magníficas voces! ¡Qué homogeneidad y empaste! En algunos momentos, la emoción es grande. La calidad se une a la brillantez. Hay, sí, fortísimos espeluznantes; pero también pianísimos capaces de convencer al más exigente..
El maestro de Tura estuvo trabajando durante un mes de los ensayos. Ensayó dos y hasta tres veces con cada orfeón, aparte los ensayos de conjunto y los ensayos generales. Se trasladó a los pueblos en que radicaban los orfeones guipuzcoanos, a Tolosa, a Beasain, a Vergara, a Oñate, a Irún, a Fuenterrabia, así como a los distintos domicilios de las entidades corales de San Sebastián integrantes del gran coro de las 'Mil Voces'. Algunos de estos ensayos hicieron época, como el de Oñate, celebrado conjuntamente por los orfeones de Oñate y Vergara en el patio de la Universidad, llenas las galerias de su claustro de un público silencioso y atento.
Aquella tarde se oyeron en nuestra plaza de toros las composiciones musicales más entrañables, como el 'Loa-loa', de Esnaola; el 'Kalez-kale', de Sorozabal, las canciones vascas de Guridi, de Busca Sagastizabal.....
Este, a sus ochenta años, acompañado de su esposa, se persono en la plaza, estimulando con su presencia a los cantantes.
R.M.- KOXKAS -EL DIARIO VASCO .- 04.09.1999
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