Los bersolaris, poetas populares
DESDE cuándo los bersolaris llenan con su inspirada imaginación las plazas de los pueblos en días de fiestas, las húmedas sidrerías, las portadas de las ermitas, los rincones más insospechados en fechas en que el pueblo celebra a su patrón o patrona? El rimar y cantar lo rimado y jugar con ello en la pugna de la improvisación, ha sido afición antigua que no sólo la hemos cultivado aquí, en nuestras aldeas y pueblos, en nuestros valles junto a los ríos, a la sombra de la arbolada. Esta afición la llevaron los conquistadores que descubrieron medio mundo en ya lejanos días.
El contender en verso fue corriente en la Pampa, allá en el cono sur del mundo. Eran ejercicios de agudeza mental, de destreza a la hora de improvisar, recogiendo el guante lanzado por el contendiente. En un duelo poético en la Pampa, un versificador le planteó a su rival un problema teológico. Le dijo:
-Y dígame compadrito, / si me lo puede explicar; / cómo pariendo la Virgen / doncella pudo quedar».
Rápido, le contestó el otro contendiente: -Atiéndame, compadrito,/ que se lo voy a explicar. / Arroje un canto a esa charca/y el agua se rasgará.../ Pero si aguarda un poquito, / quedará como cristal. Así pariendo la Virgen / doncella pudo quedar».
Así, y mediante el Espíritu Santo por supuesto.
En el verano de 1483 estuvo en Durango la reina Isabel la Católica, aposentándose durante dos días en la Torre Lariz, con vistas a las rocas del Amboto. Lo cuenta mi entrañable Sebastián Iturbe. Ya anochecido, oyó la reina cantar coplas a alguien en vascuence al pie de la ventana. Era una voz de niño. Hizo que subiera el cantor. E Isabel la Católica le dijo, dándole un real de propina: ¿Quién eres? El cantor era un muchacho de catorce o quince años entonces. Contestó: «Me llamo Juan y vivo en Goyeneable. Aquel chicuelo fue más adelante el primer obispo y arzobispo de México, Fray Juan de Zumárraga, santa y noble figura en los orígenes de América.
No era un bersolari, como tampoco lo fue Iparraguirre ni Otaño. El bersolari es un improvisador, un hábil vate que dialoga y compite en verso. Bersolaris, y de los buenos, fueron Pernando Amézqueta, Pello Errota, Chirrita... El bersolari es un poeta popular, un juglar que canta en medio del pueblo, cuya inspiración llega a grados de intensa emoción.
Afortunadamente, las modas que nos traen los años no han desterrado al bersolari de nuestra geografia. Y siguen llenando con sus versos el aire de nuestros pueblos.
KOXKÁS 10 septembre 99 R.M.
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