martes, 18 de octubre de 2022

LUIS CARRIL

 Luis Carril


Fue en su tiempo el idolo de la gente de mar, el vincitors. como le llamó Rodrigo Soriano y Aldamar con los versos de Leopardi tras su épica victoria sobre los de Ondarroa Luis Carril era el mejor patrón de traineras de toda la cosa, desde Higuer hasta Machichaco y su palmarés, antes de la regata con Ondarroa asi lo proclamaba. Había vendido en Zarauz en una regata celebrada en honor de Isabel II. había ganado a Orio al terminar - la segunda guerra carlista, victoria que se repitió en 1878 contra los mismos rivales, habia triunfado en las regatas celebradas en la Concha en honor de la Reina Maria Cristina con motivo de su primer veraneo en San Sebastián, en 1889 habia dejado atrás a Pasajes de San Juan y a Pasajes de San Pedro también en aguas donostiarras. Y luego la gran victoria contra Ondárroa en un desafío en el que se ventilaba la supremacia en el Cantábrico.


Los detalles de aquella regata celebrada el 2 de diciembre de 1890 se han referido muchas veces y se seguirán narrando como una gran epopeya que hizo vibrar a un pueblo. Todo San Sebastián esperaba aquella tarde en el muelle a Carril y a sus hombres. Cuando a bordo de un «Mamelena- llegaron al puerto, una gran pancarta decía: Gora gu ta gutarraki (¡Arriba nosotros y los nuestros!). En el café de la Marina celebran el triunfo los vencedores y allí, el alcalde de San Sebastián, que lo era don Manuel Lizarriturry les entregó la felicitación de la Reina Maria Cristina quien pocos días después les recibió regalándoles una medalla de la Virgen del Coro.


Dos años más tarde, el 19 de octubre de 1892, hoy hace noventa años, Luis Carril con su tripulación salió a pescar y cuando se hallaban a unas diez millas de la costa les sorprendió la galerna. Un golpe de mar dio la vuelta a la embarcación y los mariñeles, agarrados a la lancha. esperaron inútilmente ayuda. Se les iban agotando las fuerzas según pasaba el tiempo. Carril, el mayor de toda la tripulación, con sus 46 años a cuestas, les infundía ánimos. Vieron una barca que volvia a tierra y pusieron una camisa en un remo izándolo como señal de auxilio. Pero la embarcación no los vio. Llevaban cuatro horas en el agua y les comenzó a fallar la esperanza. «Si salimos de ésta-les dijo Carril- iremos a Lezo y sacaremos una misa para dar gracias al Cristo.


Cada vez quedaban menos hombres agarrados a la tripulación. Pocos minutos después de desaparecer en las aguas Joaquin Landa, una lancha calera. la «Avelina», les avistó y fue en su auxilio. Quedaban cuatro hombres extenuados que narraron las trágicas horas.


Unos días después, cuatro hombres iban a pie desde el muelle donostiarra hasta el Santuario de Lezo a sacar una misa ante el Cristo. Eran los cuatro supervivientes de la trágica jornada


La muerte de Carril en tan dramáticas circunstancias agregó una nueva aureola a su figura que todavía sigue con los ropajes que la leyenda envuelve a los héroes y a los mitos.


A.M.19.X-82 KOXKAS


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