martes, 18 de octubre de 2022

VERSOS TRAS EL NAUFRAGIO

 Versos tras el naufragio


El naufragio que el 19 de octubre de 1892 se cobró nueve victimas, entre ellas la del legendario Luis Carril, caló hondo en el sentimiento de los donostiarras que acudieron generosos a contribuir con su dinero a ayudar a las familias de los náufragos. Los cuatro supervivientes fueron el 28 de octubre andando descalzos al Cristo de Lezo al que dedicaron una ofrenda por haberles librado de una muerte segura Y asistieron al concierto benéfico que se celebró aquel dia en Casino en el que la orquesta dirigida por el maestro Guimón interpretó obras de Mozart, Chopin, Listz y Hendel, interviniendo también el pianista Leo de Silka y un coro dirigido por el maestro Echeverría


No podian faltar en la velada los versos, en vascuence de Pepe Artola y Antonio Arzac y en castellano de Adolfo Camio. He aqui algunas estrofas de este último autor:


Yo canté vuestro triunfo soberano, y de intenso entusiasmo el alma llena, / pude estrechar vuestra callosa mano: / y hoy al cantar también procuro en vano contener en mi pecho la honda pena. / ¡Pobres héroes! ¡Parecenme que os veo / victoriosos alzar vuestra bandera / y acoger con sonrisa placentera, / (que hasta mirar en vuestros labios creo) la aclamación de Donostiya entera. / Con esperanza y fe siempre vencieron / a las tormentas de la mar bravia. / ¡Cuántas veces sus vidas expusieron / llenos de caridad, y socorrieron a aquel que en el peligro se veia. Quien jay! pensara al ver la blanca estela / que al partir vuestra lancha iba dejando / en tan sereno mar, firmes bogando, / henchida por la brisa la ancha vela/ al irse de La Concha separando/ quien jay! pensara que en tan bello dia / lleno de luz, esplendoroso el cielo, / tan horrible catástrofe vendria / a trocar de improviso la alegria, / en lágrimas, sollozos, pena y duelo! / ¡Cuando a su hogar alegres regresaban, una racha traidora, de repente/les hizo zozobrar! En inminente peligro, sus esfuerzos redoblaban / buscando salvación inutilmente. /. (Cuán horrible es del náufrago la suerte! / ¡Luchando con el mar, desesperado, aterido su cuerpo, casi inerte / por el intenso frio anonadado / vacila, y con temor piensa en la muerte) / ¡Que horrible situación! Del océano / ante la inmensidad los ojos fijos / en balde busca una bendita mano / que salvándole a él, salve a sus hijos, / a su esposa, a su madre y padre anciano! Sin fuerzas ya joh escena aterradora! / para agarrarse a la oscilante quilla /de su querida barca pescadora / / una surca veloz su pálida mejilla lágrima ardiente, abrasadora! / En el último instante de su vida, /creyente en Dios, dedica un pensamiento/ a su esposa, a su madre tan querida/y a sus hijos envia, en un lamento, /su postrer bendición, por despedida... / Del mar la inmensa losa mortuoria/ sus restos cubre... miseros despojos /do fueron jay! valor, virtud y gloria /Con fe en el corazón, llanto en los ojos / rindamos un tributo a su memoria».


Un coro entonó unos versos de Ramón Fernández, música de Sarriegui, que decian: Mar trai dor, tumba insaciable / de miseros pescadores, / otra vez siembras dolores de viudez y de orfandad /¡Nueve más! iban alegres/viendo la mar en bonanza. Al salir cuanta esperanza! / yal volver, la eternidad!/Llora, liora. triste Easo/ a Dios por los muertos ora/ y por los vivos implora/ de todos la caridad. Y el coro de los que fueron / dirá cuando asi te vea bendita, bendita sea madre Easo ten piedad


KOXKAS  20-10-88  R.M.

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