sábado, 21 de mayo de 2022

EL SEMANARIO "EL SINAPISMO"

 El semanario «El sinapismo»


Dardos envenenados que lanzaban en cada número los redactores del semanario satirico El sinapismo que se publicó en San Sebastián a comienzos del año 1889. Rianse ustedes de lo que luego escribirán otros semanarios de lucha que atacaban a derecha e izquierda, de «Las dominicales del libre pensamiento», «El frailazo» o «Tierra y libertad». Lo de la publicación donostiarra era artillería de grueso calibre en cada página, en cada artículo, en cada gacetilla. ¡Lástima que no se conserve ningún ejemplar en la Hemeroteca municipal, pues sería uno de los entretenimientos más agradables el volver a leer lo que los vitriólicos redactores escribieron hace cien años.

En su presentación anunciaba el semanario lo que iba a ser su linea editorial, su actitud frente la sociedad. «Señores: nosotros. somos una fórmula. En los tiempos que alcanzamos, donde las apariencias han sentado plaza de verdad, la audacia imponiéndose al mérito, la ignorancia al saber y al genio, la necedad como la desvergüenza vistiéndose de oropel, todo esto había de crear una reacción, había de excitar el sarcasmo, había de levantar contra si una protesta.

Y esto ha surgido como ensalmo, en frente de tanta iniquidad. Había de venir un misionero humilde, un colega de botica a poner remedio. Este misionero somos nosotros convertidos en papel mostaza a curar a la humanidad donostiarra de sus dolencias, mitigando los grados de calentura de algunos enfermos. Estará al alcance de todas las fortunas pues cada hoja de su autonomía, no costará más que diez céntimos»,

En el primer número aparecía la firma del Doctor Berruga -así, con- «be» que por si el lector no había comprendido bien los objetivos de la publicación volvía a repetirlos en un artículo que titulaba «recipe», es decir receta. Este señor, igual que el resto de los colaboradores de «El sinapismo», clamaba contra el caciquismo y contra los caciques. Decía que en la ciudad no había ni derechas ni izquierdas, ni liberales ni conservadores, ni republicanos ni monárquicos sino mangoneadores, y por eso el doctor Mostaza estaba dispuesto a aplicar el «sinapismo» para poner fin a aquel estado comatoso.

Aunque decía que su prosa iba a atacar a las ideas respetando a las personas, en un articulo llamaba melones a los concejales del Ayuntamiento donostiarra, entre otros calificativos parecidos: Y publicaba unos pareados inocentes e ingenuos, sin mucha gracia y creo que salvo el último dedicado a los farmacéuticos sin mucha intención, dedicados a los ediles de la época: «Es Altube, don Miguel, siempre un marido fiel. Va detrás Pepe Marqueze que a un portugués se parece. De muchacho Juan Iribas solía jugar a chivas. Hacen Vidaur y Tornero con las píldoras dinero».

Estaban a la orden del día los incidentes que sus artículos provocaban, En un número se decía de un determinado empleado municipal que contaba cuentos en las cuentas que hacia en el Ayuntamiento. Se presentó en lo que servía de redacción el hijo del funcionario atacado, pidiendo rectificaran lo que habían escrito sobre su padre. El «doctor Berruga» le contestó airado diciéndole que ellos no rectificaban, pues lo dicho, dicho estaba. La reacción del joven fue inmediata: comenzó a descargar bastonazos sobre el “doctor Berruga” que quedó malherido. No volvió a publicarse más «El sinapismo».


R.M.


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