Santa Rita y Santa Quiteria
LA gente del muelle, pescadores y marineros principalmente, celebran todos los años la fiesta de Santa Rita y Santa Quiteria. En 1902, un anónimo poeta local saludaba a las santas con unos versos que publicaba en el periódico La Voz de Guipúzcoa y que decían así:
«Carta que probablemente / tendrá a estas horas escrita/y enviará Santa Rita / con el carácter de urgente / a su colega bendita. / Acepto de buena gana / tu invitación cariñosa/y al barrio de la Jarana, / si Dios no manda otra cosa, / descenderé esta mañana. /
Pues poco que disfruté / la última vez que fue / Poco que me divertí! / ¿Ya no te acuerdas, o qué, / de que estuvimos allí? / Vi tu imagen y la mía/ en un altar, entre flores/y entre la cera que ardía, / vi dos niños pescadores / que eran una monería; /vi también muchas banderas /y vistosas colgaduras / arrastrando en las aceras, /y numerosas figuras / con papalinas... de veras. Gente piadosa que oraba, / gente loca que reía, / gente alegre que cantaba, / gente vieja que bebía. / Se empieza por la mañana / a matar el gusanillo / bebiendo con o sin gana / ginebra de la Campana / servida en el Globulillo.
Después, mientras dura el día / se bebe vino de Amu, / un vino que da alegría / (y a veces melancolía) / y a Dios le llama de tú. / Sigue luego el bailoteo, /los cantos y chupinazos/ y aunque no haya cañonazos/no es por falta de deseo/ ni por falta de chispazos.
Tiene razón; esto quita / el mal humor a cualquiera; / pero si se necesita / que no llueva, aunque lo quiera / esta milagrosa Rita / (como no lo ha de querer/si el ser amable me halaga, / pues por algo soy mujer), /¡lloverá como Orcolaga/anuncie que va a llover! / Tal fortuna le acompaña,/ goza aquí de influjo tal, / que consigue ¡cosa extraña! / en la corte celestial / ¡más que el Nuncio en la de España!».
Aquel 22 de mayo fue el primer día del mes que lució el sol y que los donostiarras pudieron arrinconar el paraguas. En el muelle hubo mucha animación y Santa Rita y Santa Quiteria fueron festejadas como manda la tradición. Hubo abundancia de bocatas y las pescadoras salieron a pregonar por las calles. No faltaron los cohetes y chupinazos, misa en vascuence en la iglesia de San Pedro y gente todo el día que pasaba por el portalón donde se había levantado el altar de siempre, adornado con plantas y flores.
No faltaron los bailes a los sones del clásico tamboril. Por la noche, una sección de la banda municipal tocó hasta las once menos cuarto y las pescadoras bailaron lo mismo una jota que un zortziko. Tampoco faltaron las pítimas... Como todos los años.
R.M.(21.05.2000)
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