Santa Rita
FIESTAS que ayer tenian muchísima asistencia de gente, hoy pasan casi desapercibidas, las tenemos olvidadas. Para nuestros antepasados eran celebradísimas. Muchos de sus descedientes ni han oído hablar de ellas. Si no fuera porque los periódicos en algún rincón de sus páginas aluden a ellas, ni sabían que se celebraban.
Así sucede con Santa Rita y Santa Quiteria, que hace años congregaba a toda la gente de mar y a muchísima que vivía lejos del puerto. Era una fiesta para todos los donostiarras y hoy día apenas son cuatro josemaritarras los que les recuerdan en su fecha y les honran en Portaletas con ramos de flores.
Vea el lector cómo se celebró la de 1894. El tiempo fue desapacible, pero ello no desanimó a la gente. El periódico «La Unión Vascongada» escribía el 23 de mayo:
La calle del Puerto lucía las vistosas banderas que simbolizan la alegría del barrio y en el portal del muelle la piedad y devoción de las vecinas del barrio de la Jarana y sus adyacentes, elevó un precioso altar en la que aparecía la imagen de la santa rodeada de flores y luces y al pie del mismo, en una mesita cubierta con blanco tapete, estaba la bandeja en la que los devotos y devotas depositaban su ofrenda a la patrona»>.
Tras la oración ante la santa, tal vez la limosna, venía la diversión. A las cuatro de la tarde y con asistencia de todo el elemento koskero, como no podía ser menos, se corrió un buey que había costeado de su bolsillo el alcalde accidental don Luis Calisalvo.
«Los 'muquizus' en correcta formación ocupaban las alturas de la muralla, último e histórico baluarte de nuestras veneradas 'koshkas', habiendo desaparecido con las modernas costumbres el tipo de 'muquizu' garrochero, tan magistralmente presentado en el inmortal cuadro de costumbres iruchulas, escrito por el festivo popular escritor don Marcelino Soroa en su zarzuela titulada 'Iriyarena'».
Esto escribía el periódico, que agregaba que la lidia duró media hora, no registrándose más que un ligero achuchón a un espectador que se cobijó huyendo de la 'fiera' en el estanco de la calle del Puerto.
Por la noche, la banda municipal, bajo los portales del barrio de la Jarana, amenizó la velada tocando bailables hasta las once de la noche, terminando con la jota, que tuvieron que repetir, siendo silbados los músicos porque no lo hacían por tercera vez.
A pesar de la afluencia de gente y de las abundantes libaciones, los agentes de la autoridad no tuvieron que intervenir, al no registrarse ningún incidente.
R.M. (21.05.1997)
No hay comentarios:
Publicar un comentario