martes, 6 de septiembre de 2022

AZORÍN

 Azorín


En 1904 visita por vez primera San Sebastián don José Martínez Ruiz «Azorín». No conocía el Norte y quedó subyugado por el panorama. Acostumbrado a su Levante natal, a los cielos límpidos, sin lluvias, a los montes sin vegetación, la impresión que recibe deja huella en su mente. Aquel primer viaje lo hizo en diligencia para contemplar mejor el paisaje, y mientras avanzaba de Zumárraga a Cestona, el maestro aspiraba con avidez el ambiente que a él le parecía un mundo nuevo y desconocido. «Desposéme con el Norte. Tan pronto visto, tan pronto amado», escribió «Azorin». «En este país de cielo bajo y de horizontes cerrados se habría de escribir de otra manera. Acabé entonces de comprender a Baroja>>.

Desde aquella fecha, durante. cerca de treinta años veraneó «Azorín» en San Sebastián. Eran los tiempos dorados de nuestros veranos cuando con la Corte venía a nuestra ciudad la aristocracia de la sangre y del dinero, los hombres importantes de la política, los artistas, los diplomáticos que representaban a todas las naciones con las que España mantenía relaciones. Y con todo ese mundo venían los periodistas que informaban a sus periódicos, «El Imparcial», «La Época», «La Correspondencia», «El Heraldo», «ABC»..., de cuanto pasaba en los salones del los hoteles y del Gran Casino, en las tertulias de la playa y de las residencias de los personajes importantes, de la vida en MiraI mar y de los rumores sobre. próximos nombramientos que se iban a presentar a la firma del joven monarca don Alfonso XIII...

«Azorín»> vivía en aquel mundo periodístico y alojado en una casa particular, allí escribía sus correspondencias que depositaba puntual en Correos. Acudía con frecuencia a la redacción del «El Pueblo Vasco», el periódico de don Rafael Picavea que le había contratado como colaborador. Entregaba su artículo y enemigo de las tertulias, tras saludar a los redactores que allí había, se iba a pasear por la ciudad y por sus alrededores. En su libro «Andando y pensando»>, que editó en 1929 en Páez hay una foto suya en San Sebastián. Está hecha en el paseo de Francia y al fondo se ve el recién inaugurado puente de María Cristina «Azorin», sin sombrero, va impecablemente vestido, con sus botines y su bastón en la diestra dispuesto a pasear, at aprisionar con sus ojos y su sensibilidad el paisaje. «Vasconia-escribió- es la hora plácida, única, deleitosa, en que desde la alto del monte Igueldo, allá en San Sebastián, en una mañana radiante, hemos atalayado, de rato en rato, mientras teníamos un libro en la mano, las lejanas costas de Francia, la dulce Francia, casi esfumadas en la lejanía azul».

Le gustaba a Azorín subir al Castillo y contemplar los helechos, las malvas, las ortigas que alli había y sobre todo los clavelitos silvestres, olorosos y encendidos, que «crecidos en tierras fronterizas, son como las avanzadas de las flores de España», que aquí en nuestro monte. se mezclan con la malva y el cilantro y las hiedras que cubren las paredes de la fortaleza. «Tierra de paz, tierra de silencio, hospitalaria tierra: cuántas horas de sosiego espiritual te debe nuestra vida», escribió aquí el maestro de Monovar.


R.M. - KOXKAS 5-9-85


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