martes, 6 de septiembre de 2022

FRÉGOLI

 Frégoli


EL nombre de Leopoldo Frégoli fue uno de los más sonados en los últimos años del siglo XIX y principios del XX. La cara enjuta, angulosa, el mirar vivísimo, la fisonomía graciosa de aquel artista italiano eran conocidas en media Europa. Era un artista que sabía sentir a través de distintos temperamentos, viviendo la vida de todos los tipos que encarnaba con admirable maestría.

Frégoli era altamente supersticioso y creía que su buena suerte la debía a una herradura que llevaba siempre sujeta al cinturón, de la que no se desprendía nunca. Cuando fue soldado le enviaron a las posesiones que Italia tenía en Africa.

Allí, en el campamento militar para distraer los ocios, se construyó un teatro donde se representaban las obras más de moda. Frégoli era el personaje de aquellas veladas.

Un día, los principales actores de aquella 'compañía' se indispusieron y la función anunciada se suspendió, y entonces Frégoli se presentó al general y se comprometió a representar una obra que él había escrito titulada 'El camaleonte' y en la que hacía cinco personajes. Representó a maravilla los personajes de marido burlado, de esposa infiel, de amante atrevido,de criado que de nada se entera...

Vuelto a Italia emprendió en 1892 una campaña con próspera fortuna, acariciado por los aplausos de todos los públicos. Se contaba que antes de salir para Africa, estando en Bolonia, pidió permiso al teniente de su compañía para ir a un baile de máscaras, permiso que no le fue concedido.

Entonces Frégoli se vistió de mujer y saltando por la ventana tomó un coche y fue al baile. Allí estaba su teniente. Se acercó a él y consiguió que le hiciera mil arrumacos y le pagara la cena y el champagne. Volvió al cuartel y cuando llegó el teniente se le acercó y después del 'sin novedad' le dijo Frégoli que no había faltado nadie aquella noche.

Aquel artista se presentó en San Sebastián en el Teatro Circo el 2 de septiembre de 1901 y alcanzó un gran éxito. La fama que tenía hizo que el teatro estuviera de bote en bote. Cantó con hermosa voz una picaresca canción francesa, una romanza y luego apareció el transformista demostrando que era un artista inimitable. «Un ser privilegiado en quien están reunidas todas las condiciones del arte y el talento», decía el cronista.

Apareció como cantante, actor, ilusionista, prestidigitador, músico, clown, ventrílocuo, director de orquesta... Hizo prodigios de maestría, sobre todo en una pieza tocada con cascabeles que resultó de una armonía completa.

Gustó extraordinariamente y aquel día y los siguientes que actuó la gente salía complacidísima.


KOXKAS R. M.5 septiembre 2000


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